Como pasara ya con los nebulosos confines del imperio Romano, el crecimiento exacerbado de la España monárquica, su excesiva anexión de territorios cada vez más distanciados entre sí, y la pujante presencia de nuevas potencias allende los horizontes políticos, el territorio liminal del imperio ibérico concibió las fronteras no como un espacio donde acababa su dominio, sino en donde este se disputaba y estaba en constante estado de vulnerabilidad. De ese trauma histórico se heredaría, precisamente en transfiguración histórica, la noción de la frontera como entorno hostil, huidizo a las manos del nacionalismo, amenazado por lo que era lo otro.
A partir de independizado México, el problema siguió mutando, trasladándose la preocupación por los movimientos separatistas (como el que habría en Mexicali décadas después) y la presencia de naciones extranjeras hacia los ataques de las poblaciones indígenas, los llamados comanches. En ese sentido, el libro de Ana Lilia Nieto Cacho, Defensa y política en la frontera norte de México 1848-1859, focaliza exploratoriamente estas inquietudes nacionales alrededor de las fronteras.
El asunto, como lo pormenoriza Nieto en su volumen, hizo tanto hierro que desde la capital mexicana se llegó a pensar que la fragilidad de la frontera era la fragilidad de México como nación, como estado y como pueblo. Si una supuesta entidad política independiente se veía impotente antes unos ataques esporádicos en multitud de territorios, qué podría hacer si, llegado el caso, lo que tocase a las puertas de la patria no fuese un grupo de indios, sino una bandera extranjera.
Este hecho, que fue sedimentando en un pesimismo presente tanto en la sociedad civil como en las cúpulas políticas, devino en una serie de acciones descoordinadas y muy variadas en método, que como es evidente, no dieron otro resultado que el de volver consciente, casi de golpe, a todo un país de que estaba en riesgo de disiparse su proyecto político, su existencia misma. Por ello, fue el eje vertebrador que hacía falta en la identidad mexicana para seguir levantando esa suma escueta de poblados y ciudadelas obreras en un país completo.
A través del estudio de tal fenómeno, la autora da cuenta de una radiografía política e institucional de gran amplitud y detalle, que se detiene sobre toda en la estructuración de las instituciones, los niveles de relación entre sociedad y gobierno, el retrato que la cultura le iba dibujando a la crisis, así como la presencia de los militares entre ambos.
Se explora, desde luego, el proyecto de definición de orillas, identitarias y geográficas, con que una joven nación intentó hacerse nombre y lugar en la historia, y por ende, los fracasos, los frutos y las contradicciones en que muchas de esas decisiones acabaron. En concluso, cabría resaltar el ejemplo con que Nieto resalta la trascendencia de esta problemática en la conciencia nacional mexicana: durante su apogeo, es decir, a mediados del siglo XIX, se agravó tanto que reunió a casi todas las oposiciones políticas en una misma búsqueda de soluciones a la defensa fronteriza.
El libro se encuentra disponible a través de: https://libreria.colef.mx/detalle.aspx?id=7912