La violencia la constituyen más que, como comúnmente se piensa en el imaginario colectivo, manifestación físicas de una agresión. Al contrario, de manera constante y subterránea, esta agresión se perpetúa a través de las redes de poder en las que participamos a diario y que podemos ver a simple vista, precisamente, porque nuestro día a día está configurado desde dentro de esas mismas redes. Pero es preciso que, como miembros de la sociedad, desarrollemos alguna clase de tercer ojo que refracte la luz de estas enredaderas invisibles llamadas México.
La violencia se articula en los rituales que constituyen el diario de toda sociedad occidental, pero la intensidad de la misma puede establecer una relación directamente proporcional con la geografía del lugar en que se materializa. Las franjas fronterizas adquieren, en ese contexto, un epicentro de condiciones sociales, económicas y políticas que resulta caldo de cultivo para las manifestaciones más radicales de cualquiera de los tipos de violencias existentes. Ciudades como Juárez o Tijuana encabezan, tristemente, la lista de estos epicentros presentes en la frontera norte de México.
Este es, en ese tenor, el tema abordado por el doctor en Ciencias Sociales, José Manuel Valenzuela Arce, a través de su libro Sed de mal. Feminicidio, jóvenes y exclusión social. Otro foco de análisis crítico sometido al escrutinio en el volumen es, efectivamente, la manera en que estas violencias se despliegan y personalizan siguiendo órdenes de género, generación, condición social, racial y hasta religiosa.
El volumen explora, a su vez, fenómenos antropológicos surgidos en contextos urbanos de la posmodernidad tardía de corte neoliberal, que acaban, por configurar los sentidos de muerte y de vida de los jóvenes, grupúsculos identitarios que constituían su sentido y su sentir frente a la vida con actitudes, juicios y valores semejantes. Como ejemplos paradigmáticos el autor considera casos como el de los cholos o los maras. Todo esto, se aclara, con el afán de desarrollar un marco hermenéutico sólido que permita analizar críticamente a la violencia en sus distintos contextos a través del desarrollo de una red multiconceptual asociada a la palabra violencia.
A razón de dicha metodología, llegan a ponerse a tela de juicio crítico fenómenos, incluso, de composición de leyendas negras y narco-distopías, a través de manifestaciones culturales tan reciente y contemporáneas como los corridos (pensemos aquí en su variante actual, los llamados “corridos tumbados”.
En ese sentido, el libro se encamina hacia concepción global del término violencia, que imbrique en sí, con casi toda su complejidad, las densas redes y arracimados nódulos de poderes y micropoderes mediante los cuales la violencia y el crimen, siempre, un punto de fuga que se agranda al ir consumiendo pedazos de vida, de la vida pública y privada de toda la gente que la sufre como parte de su siempre.
Encaminándose a su conclusión, el autor reflexiona sobre la necesidad de llevar todas esas tesis e ideas críticas asociadas a la problemática/objeto de estudio y convertirlas en acciones, coordinación entre los distintos nódulos del sector civil, reformas e incluso leyes nuevas, que consideren que, en relación a las innumerables complejidades humanas que constituyen el fenómeno de la violencia, el feminicidio y las armas de exclusión social, debe proponerse un número equivalente en propuestas críticas de resolución.
El libro se encuentra disponible a través de: https://libreria.colef.mx/detalle.aspx?id=7326
