Al hablarse de violencia antes, durante y después de la migración, suelen considerarse los sucesos aislados, los fenómenos donde de manera sucinta y explícita se manifiesta una violencia material sobre los cuerpos de las personas en contexto de movilidad, y esta es, desde luego, una perspectiva válida y que es, de hecho, recogida en gran cantidad de informes estadísticos y actas de organizaciones gubernamentales y civiles. Se trata, sin embargo, de una de tantas acepciones que tiene la palabra violencia, aplicada al ámbito migratorio; otra de ellas es la violencia entendida como un proceso, como una configuración contextual inherente a los espacios y las culturas.
Ahora, debido a esta constante presencia de una violencia materializada en procesos sociopolíticos y culturales (violencia, abuso sexual, modelos de desarrollo excluyentes e inestabilidad climatológica, por ejemplo) , el fenómeno migratorios diversifica sus propios fenómenos, dando pie a algunos conceptos que en los últimos años han ganado terreno dentro de los estudios migratorios, como “trasmigración” o los “migrantes en tránsito”, las personas que ha migrado y que, por una u otra razón, han tenido que permanecer en geografías que no eran las de su destino.
Por lo mismo, y en el contexto concreto de las fronteras mexicanas, destaca el caso de nuestro país como una nación que contiene la migración, que ha desarrollado una serie de técnicas policiales y constitucionales para socavar los esfuerzos migratorios de las caravanas que, año con año y en registro creciente, intentan asentarse en los Estados Unidos, salidas de sus países por los motivos más diversos ya mencionados previamente.
En esto último focaliza sus estudios el volumen de María Dolores Pombo, la serie de circunstancias que los migrantes centroamericanos, en su camino hacia Estados Unidos, deben afrontar y sufrir en razón de una gran cantidad de variables, de género, de clase, de etnia y de religión. De tal manera, la estructura formal del libro responde a las diferentes fases en que pueden darse estas violencias y transgresiones, las distintas perspectivas desde las que puede experimentarse, así como sus consecuencias en los múltiples niveles que la componen.
De tal manera, por ejemplo, se ponen a tela de juicio, por ejemplo, las distintas maneras con que el Estado mexicano ha intentado mermar el flujo migratorio desde la frontera sur con Centroamérica hasta la frontera norte con Estados Unidos. Se analiza, a su vez, el mercado de movilidades ilegales que surge alrededor de estas necesidades migratorias, con los tristemente célebres coyotes, o las redes de extorsión que constriñen a las caravanas desde el poder del crimen organizado.
Pero, y como ya quedó establecido, la autora llega más allá, a donde las raíces del movimiento brotan: los grandes conflictos que desestabilizan los Estados, y que movilizan a tantos seres humanos a abandonar sus tierras natales para ir en busca de otras, adoptivas, que los rechazan sin embargo y los someten a procesos de deportación y re-emigración, incapaces de quedarse en donde se fueron al principio, pero también de integrarse del todo en las pocas geografías que los toleran a su vuelta. Todo, al final, se recompone como parte de un gran proceso, en que la violencia dosificada en pequeñas circunstancias acaba formando parte de un panorama total.
En la conclusión, sin embargo, se rescatan también los esfuerzos desde el otro lado, la humanización de los otros en comunidades autogestionadas de apoyo a los migrantes, organizaciones civiles sin fines de lucro, gente que con su humanidad cambia los rumbos de las personas en contextos de movilidad. Procesos que, en suma, sumados, responden al poder depredador de un estado que se pliega a los designios estadounidenses, y que poco a poco llega y se hace presente para cambiar la situación de tantos, y abrir una brecha para que eso pueda ocurrir en el plano institucional. El libro se encuentra disponible a través de: https://libreria.colef.mx/detalle.aspx?id=7649
