El paisaje sonoro en la cultura

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jueves 23 de mayo de 2024

El estudio de la sonoridad, en muchos aspectos de la investigación, pretende interpretar un determinado significado de lo que el sonido y los ruidos constituyen o atraen; un simbolismo o un fundamento con el que se construye la personalidad de la integración cultural; variando desde los sonidos que produce la misma naturaleza hasta los creados por el ser humano.

El paisaje sonoro manifiesta conjugaciones de la acústica existentes en diversos entornos que, combinados, crean una estética cultural para cualquier ámbito presente, según su significado, qué varía según la percepción de la sociedad que acuña este fenómeno acústico.

El paisaje sonoro en la cultura, es un artículo publicado en el vol. 7 en la revista digital multimedia, Encartes, el 13 de marzo de 2024; presentado por el Dr. Miguel Olmos Aguilera, investigador de El Colef. Su investigación muestra una adjunción de lo que los estudios del paisaje sonoro, la escucha y el sonido conllevan en un sentido más amplio dentro de los medios académicos, apoyándose en las disciplinas de la antropología, la música, la historia, la sociología, la comunicación, la física, la acústica, el diseño, la arquitectura, el urbanismo e incluso la revisión del llamado patrimonio sonoro. 

Con el respaldo en las reflexiones de los pioneros del estudio como Schafer (1979) y Truax (2001), así como también en los investigadores del sonido de distintos países, entre ellos Augoyard (1995), Le Breton (1997 y 2006), Small (1999), Sterne, (2012), Simmel (2014), Chion (2018), Feld (2013) y Antebi et al. (2005), el académico hila su discurso de manera original, sin dejar de lado las voces precedentes en la materia.

El estudio refleja la complejidad y las expresiones sonoras del paisaje en los objetos que evocan un tiempo de cualidad cultural. Tal como menciona el Dr. Miguel al citar a Chornik (2014) y Szendy (2010),”El sonido es un componente paradójicamente poderoso y efímero entre las diferentes sociedades del planeta. Su estudio y estética decantan tanto la belleza de las expresiones artísticas, como las contradicciones y amenazas de las sociedades contemporánea”.

Lo que el Dr. Miguel muestra en está investigación es una locución emocional en la acústica que encuentra un espacio geográfico, desde la sencillez de la naturaleza, cuando los animales emiten sonidos hasta el ruido de las hojas de los árboles al ser movidas por el aire, así como la sonoridad que la misma urbanización crea en sus esquemas de producto humano, como el sonido de los autos al atravesar el tráfico, las diversas máquinas operando sus funciones, los murmullos de las personas al hablar. El ser humano ha sabido recrear el sonido para desarrollar y cultivar sus capacidades lúdicas, festivas y ceremoniales para sus entornos y sus paisajes. Sin embargo, esta gran cualidad de elaboración acústica y capacidad de escucha serían nada sin la gran capacidad estética desarrollada por la cultura.

El paisaje sonoro es conocido como el sonido que es perceptible gracias a las ondas sonoras que emite las vibraciones, de está manera, todo objeto físico posee en principio cualidades sonoras y el tipo de ondas producidas dependen de sus materiales y de sus ejecuciones. Dicho por el Dr. Olmos, estos conjuntos de emisiones sonoras crean una expresión humana que puede denominarse como una sonoridad cultural. La música, las elaboraciones sonoras y las intenciones estéticas, son fundamentalmente una derivación humana que atribuye a la cultura e historia de su propio patrimonio como una reiteración a la vida natural, con la tradición como un enfoque más apegado a las emociones y sentidos que destacan en la belleza cultural de lo sonoro.

Para este artículo, el académico tomó, como base de su investigación, varios fundamentos de otras investigaciones para sustentarse, tales como La creación sonora de la comunidad jaranera: reflexiones sobre la práctica del son jarocho en la frontera Tijuana-San Diego de Olmos y Cohen; La frontera sónica de los expertos ceremoniales wixaritari. Liminalidad para el control y protección de las lluvias de Xilonen Luna Ruiz; Retumba la Tierra. Ténabarim, koyolim y senaaso. Mitología amerindia de los instrumentos musicales del Pajko’ola de Fidel Camacho; Ruidos y silencios en la espera migrante: ambientes sonoros y racialización de la escucha en la comunidad haitiana en Tapachula de Mónica Bayuelo; entre otros más.

Para concluir, el investigador Miguel Olmos muestra un escenario donde el simbolismo y divulgaciones culturales de las ciencias que se asocian a las expresiones sonoras y musicales de la cultura puede llevar a un estudio más complejo y profundo del tema, así como a situar el estudio del sonido (tanto su producción como sus efectos inmediatos en los espacios y sus habitantes) en un lugar de mayor rango dentro de la jerarquía de intereses del campo académico. 

Puede consultarse el artículo a través del enlace: https://encartes.mx/olmos-paisaje-sonoro-cultura/

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