Los tres son personajes entrañables para esta institución; por diferentes razones, sus caminos de vida les hicieron coincidir en El Colegio de la Frontera Norte. Uno a uno fueron haciendo lazos, y se quedaron como rostros de una memoria que abarca varias generaciones. Hoy, su trayectoria en el Colef llega a su fin.
Arturo Torres Rivera, llegó cuando era estudiante, hace 42 años, y se convirtió en el hacedor y constructor del área de sistemas, tan importante para la operación en todos los sentidos de El Colef.
Serio, delgado y ágil, uno podía encontrarlo en cualquier edificio subiendo y bajando escaleras , arreglando, conformando, siempre al pendiente .Casi todos los que participaron en una reunión de despedida para él coincidieron al decir» te vamos a extrañar Arturo»
De Patricia Meléndez, «Paty», todos tienen un recuerdo de una acción amable a favor de la condición humana de todos los que integran el universo laboral que incluye académicos, administrativos, seguridad, mantenimiento. Todavía hoy, el señor Jaime dijo: «ya pensé que estaba la señora Paty». Recepcionista y telefonista. Paty era solidaria con todos, desde una aspirina hasta una aguja, desde una galleta hasta una tacita de café, Paty siempre estaba pendiente , por eso la comunidad se volcó en abrazarla con la reciente pérdida de su nieto.
A Gustavo Banda todos lo recuerdan por su gran sentido del humor, su eficiencia y al final del día, su infinito ejercicio de coherencia cuando creó un albergue y se solidarizó con la comunidad migrante; también diseñó una estructura que ha sido incluso puesta de ejemplo para todos los albergues que han sido creados para atender a la población migrante. Es tan grande su compromiso social, que decidió dejar su trabajo en El Colef para atender mejor a quienes llegan sin nada a esta frontera. Los tres serán extrañados por todos nosotros, y les decimos, solamente:Gracias. Aquí, en El Colegio de la Frontera Norte, está su casa para siempre.
