El pasado 2 de abril en la instalaciones de la organización binacional Al Otro Lado se dio cita por parte de la Dra. Olga Olivas (El Colef) y la Dra. Merarit Viera (UAM-Xochimilco) a mujeres activistas de distintas organizaciones encargadas de acompañamiento a población migrante en la ciudad de Tijuana, para llevar cabo un taller con el objetivo de compartir experiencias y de producir diálogos colectivos en torno a las dificultades y las estrategias que desarrollan para hacer frente a los retos de ser mujeres activistas. Se hizo especial enfásis en los cuidados para sí y colectivos que implementan en el proceso de su activismo en la frontera.
El taller estuvo integrado por 13 mujeres: parteras, psicólogas, trabajadoras sociales, abogadas, directoras y coordinadoras de albergues, así como voluntarias en áreas diversas de las organizaciones. Las participantes compartieron sus experiencias a través de tres actividades a lo largo del taller. La primera consistió en una presentación general que además estuvo acompañada de un reconocimiento de sus habilidades, donde cada una identificó su capacidad de acción y transformación.
La segunda actividad tuvó la intención de tejer las experiencias que viven en torno a los obstáculos y frustaciones que acompañan su trabajo. De manera contundente muchas de las frustaciones estuvieron asociadas al contexto político que actualmente rige la frontera con el gobierno de Estados Unidos, la necropolítica que permanece como una constante donde las violencias están presentes tanto en las vivencia de quienes estan en situación migratoria como las de ellas como activistas: racismo, machismo y otras expresiones demarcaron distintas discriminaciones a las que se enfrentan.
De la misma manera, se reconocieron las propias frustaciones emocionales que aparecen en su trabajo en el acompañamiento que realizan de las poblaciones migrantes. Tales como tristeza y enojo al reconocer las limitaciones que enfrentan las personas solicitantes de asilo y refugio, así como al enfrentar los duelos al perder a personas con quienes generan vínculos afectivos en su labor; el acompañamiento a las violencias politicas y sociales que experimenta la poblacion con quienes conviven: “experimentar el dolor propio y ajeno”. Su labor como activistas es reconocida por ellas mismas como indispensable para las poblaciones migrantes, frente al olvido político y social que estas comunidades enfrentan. Al mismo tiempo experimentan una incapacidad de poder “parar” en dicha labor por sentir una responsabilidad humana en el acompañamiento y cuidado que brindan.
De manera simultanéa se tejieron estrategias que les permiten generar formas de cuidado y autocuidado. Resultó de manera fundamental reconocer la importancia de la colectividad que les permite potenciar alianzas de apoyo entre todas. En dicho proceso, se reconocieron las experiencias satisfactorias que les permiten hacer llevadera su labor, y les da impulso para continuar; rescatar el gozo y el disfrute para activarse como activistas con ellas y las demás personas que conviven, generando estrategias creativas constantemente que involucran el juego y la felicidad. Así, habilidades como la escucha y el compartir, le han dado la posibilidad de “hacer familia” y “comunidad” en el acompañamiento, pero también entre ellas como activistas. Darse pausas, reconocer sus emociones y su fragilidad, fue importante en la reflexión para poder seguir construyendo un activismo y una labor humana responsable en el contexto que viven.
Finalmente, la tercera y última actividad consistió en hacer una expresión creativa y artística que sintetizará el cuidado y el autocuidado en su labor como activistas con personas migrantes. Un collage colectivo, una canción y palabras que armaron un tendedero poético fueron la conclusión de este encuentro. Palabras como resistencia, sanación colectiva, re-sisterhood, tejer, palpitar, amor, apoyo comunitario y reverdecer se hicieron presentes para cerrar, abriendo al mismo tiempo la posibilidad de seguir trabajando juntas.