Atendiendo el Día Mundial de la Salud Mental en octubre, entrevistamos a la Dra. Silvia Mejía Arango, investigadora del Departamento de Estudios de Población, quien recientemente ha elaborado un estudio sobre la salud mental de los migrantes de retorno en situación de calle en la ciudad de Tijuana.
Entrevistadora- En principio, ¿cuál es el panorama general de la situación de los migrantes entrevistados para los estudios sobre salud mental, es decir, bajo qué condiciones viven?
Silvia Mejía- En general, son mayormente hombres con una edad promedio de 30 años. Son personas que tenían en promedio poco más de 2 años viviendo en EE. UU. y un porcentaje importante dejó familia en dicho país (hijos, esposa). Al menos una tercera parte habla inglés y un porcentaje pequeño (4.7%) cursó su último grado escolar en EE. UU. Nuestro estudio es uno de los primeros que documenta las necesidades de salud mental de una muestra representativa de deportados. Los resultados arrojan que la prevalencia de problemas de salud mental en esta población fue de 16%. Entre los síntomas de depresión que encontramos con mayor frecuencia destaca el haberse sentido nervioso o tenso (34.6% para los hombres y 59.7% para las mujeres), así como el haber estado triste y tener problemas para dormir. Uno de los datos más alarmantes que arroja el estudio es el porcentaje de personas que afirmaron haber pensado en quitarse la vida (1.7% en los hombres y 7.6% en mujeres). Sin duda alguna esta es una población que requiere de especial atención en salud mental y deben ser considerados en las políticas de salud pública.
E.- En cuestión de salud mental, ¿qué aspectos medía el instrumento?
S.M.- Utilizamos el Self Reporting Questionnaire (SRQ) para identificar síntomas de problemas de salud mental y emocional. Incluimos un par de instrumentos que medían aspectos relacionados con ansiedad (como rasgo de personalidad y como efecto de la deportación). El cuestionario incluía preguntas a cerca de diversos síntomas como el haberse sentido triste, nervioso, no poder dormir, dolor de cabeza con frecuencia entre otros.
E.- ¿Qué otras variables fueron tomadas en cuenta para este estudio?
S.M.- Además de las variables de salud mental, exploramos su asociación con variables indicadoras de relación con la vida en EE. UU. como son el tiempo que vivió en el país, hablar inglés, haber cursado el último grado escolar en EE. UU., haber dejado en el país familiares (hijos y/o pareja). También consideremos algunas variables socio-demográficas como el sexo, la edad, el nivel educativo, su relación con el jefe/a de familia, número de personas en el hogar, numero de menores en el hogar. Se exploró también la presencia de redes sociales y de apoyo social mediante un cuestionario que incluía preguntas como ¿Tiene a alguien a quien pueda llamar para pedir ayuda en este momento?, ¿Normalmente tiene a alguien que le demuestre afecto? ¿Tiene a alguien que se haga cargo de usted cuando está enfermo?, entre otras.
E.- Entre los resultados que encontraron, ¿cuáles fueron las enfermedades más comunes?
S.M.- 12% de los hombres y 40% de las mujeres presentaron algún síntoma de desorden emocional principalmente relacionados con síntomas depresivos y de ansiedad. A la pregunta sobre si ha pensado en quitarse la vida, 2% de los hombres y 8% de las mujeres respondieron afirmativamente.
E.- ¿Cuáles han sido otras conclusiones de este estudio?
S.M.- Existen estudios que han documentado la necesidad de atención en salud mental de los migrantes de retorno a México, sin embargo consideremos importante destacar que esta necesidad es aún mayor en los deportados dada la condición de su retorno. Nuestros resultados muestran que una importante proporción de migrantes deportados necesitan atención en salud mental. Esta es una problemática que debe comenzar a ser considerada en el diseño e implementación de las políticas de salud.
E.- ¿Qué medidas se han tomado hasta ahora ante esta problemática?
S.M.- Actualmente hay organizaciones que se encargan de brindar apoyo a migrantes deportados, como lo son los desayunadores y albergues. Sin embargo, la población con problemas de salud mental sigue siendo poco atendida.