El libro «De jornaleros a Colonos: Residencia, trabajo e identidad en el Valle de San Quintín» explica el proceso de asentamiento residencial de los jornaleros en la región de San Quintín, desde una visión multidimensional para entender su complejidad. A este fenómeno afectan cambios demográficos, laborales, de organización doméstica, movilización política y de identidad, explicaron la Dra. Laura Velasco, el Dr. Christian Zlolniski y la Dra. Marie-Laure Coubés, autores de la investigación, quienes exponen cómo se ha desarrollado a través de tres grandes etapas: el arribo, la independencia residencial y el arraigo.
La región de San Quintín llama la atención por su crecimiento demográfico: la población creció de 4 mil habitantes en 1960 a 8 mil 500 en 1970, 38 mil en 1990, 74 mil entre los años 90 y 2000, y 92 mil habitantes para el 2010.
En la presentación de esta publicación, realizada en las instalaciones de El Colef, los autores expusieron también sobre los cambios en el perfil poblacional: en un primer momento, los jornaleros eran hombres jóvenes en edades laborales, sin embargo, luego hubo una mayor inclusión de ambos sexos y de diferentes edades de la población, incluyendo niños.
La transformación en la residencia, es importante señalar, se ha ido transformando de campamentos controlados por el empleador para mantener la mano de obra disponible en tiempo y cantidad, a las colonias independientes del lugar de trabajo y los patrones.
Con este tipo de asentamiento se diversificó el mercado laboral, dando lugar a otros sectores como comercio, salud, educación, administración pública, turismo, etc.. En cuanto al empleo agrícola, se diversificaron los cultivos, se introdujeron tecnologías, los trabajadores tenían empleo la mayor parte del año y se generaron todo tipo de especializaciones técnicas. Sin embargo, la gran mayoría de los trabajadores del campo no fueron los beneficiados de esta reestructuración del sector agrícola.
La vida doméstica de los jornaleros estuvo caracterizada en los años 80 por un control por parte de los patrones, periodo durante el cual las relaciones laborales estaban muy marcadas por relaciones familiares o de amistad y no por relaciones contractuales. A pesar de ello, tras un periodo de movilizaciones, se crean los primeros sindicatos y empezó un primer periodo de asentamiento, el cual dio lugar a la reunificación familiar y a la autonomía de la vida doméstica. Con este paso se presentaron también otros retos como el pago de vivienda y de servicios con un sueldo de 700 a 800 pesos semanales. Lo anterior orillaba a los jornaleros a optar por otras opciones, sea emplearse en otros trabajos y ocupaciones alternas, sea migrar o solicitar subsidios del Estado u otras organizaciones.
Los logros de los jornaleros por un mayor control sobre sus rutinas cotidianas y de libertad para elegir donde trabajar y vivir han sido obtenidos a través de su movilización política, afirmaron los exponentes. Esto ha sido posible en tratos directamente con los empresarios, ya que la aparición del Estado como intermediario es algo más bien reciente. De igual manera, se ha buscado desaparecer los campamentos y la explotación infantil a través de la creación de comités de colonias y de la acción colectiva.
Contrariamente a como propuso Bauman, de que vivimos en una época de flujo o «tiempos líquidos», los migrantes de San Quintín han dejado de concebirse como sujetos temporales y de paso, sino que han desarrollado un proceso de arraigo, señaló el Dr. Luis Escala durante este evento.
Los jornaleros de San Quintín, además, se han destacado como miembros de una comunidad que lucha por la defensa de su identidad, a pesar de la diversidad étnica que acoge (mixtecos, triquis, zapotecos, etc.) y de condiciones migratorias. Así, los análisis presentados en el libro han propuesto repensar el concepto de jornalero como trabajador, residente y actor público, viendo a San Quintín como una región de arraigo y de conflicto.