En abril de este año, el Instituto para la Economía y la Paz publicó el Índice de Paz en México 2019. En él ubican a los estados de México que son menos pacíficos a más pacíficos, enumerándolos del 1 al 32, a menor número más pacífico es la entidad. Este índice se construye a partir de cinco indicadores: homicidio, delitos con violencia, delitos cometidos con armas de fuego, cárcel sin sentencia y crímenes de la delincuencia organizada.
En lo que respecta a la región fronteriza del norte de México, Baja California (32) y Chihuahua (28) son de los estados menos pacíficos. Tamaulipas (23) y Nuevo León (17) están ubicados en el estrato intermedio. Sonora (12) y Coahuila (6) se presentan como estados pacíficos, pero sin alcanzar a ser catalogados entre los más pacíficos. Aunque este año, se presentaron avances, en los índices entre 2015 y 2018, la región de la frontera norte se encontraba evaluada como la menos pacífica del país.
El Laboratorio de Estudios sobre Violencia en la Frontera (LEVIF), publicó un boletín en donde se presentan las tendencias julio-diciembre del 2018, en lo referente a delitos de homicidio doloso, violación simple, robo vehicular y robo a casa habitación para los municipios de la frontera norte. Coincide que ciudades fronterizas como Tijuana y Ciudad Juárez mantienen las tasas de homicidio más altas: 12.3 y 6.93 casos por cada cien mil habitantes, respectivamente. Por otro parte, Ciudad Juárez ocupa el primer lugar en casos de violación, y Tijuana en robo vehicular y casa habitación.
Toda la población sufre la violencia, nadie está exento de ser víctima de algún delincuente. Sin embargo, una sector vulnerable de la sociedad, que también está expuesto a diferentes dinámicas de la violencia, es el infantil y juvenil; llegando a ser víctimas pero también victimarios. A través del trabajo de los doctores Salvador Cruz y Oscar Misael Hernández, se reconocen ciertos patrones de violencia que impactan en niños, niñas y adolescentes en regiones de la frontera norte de México. Además de un programa, coordinado por la Dra. Hilda García, que busca alejar, a esta población, de conductas peligrosas y nocivas. Son estos los tres trabajos que abordaremos.
VOLVERSE HOMBRE A TRAVÉS DE LA VIOLENCIA
Discernir y aproximarse a los discursos que alientan o aglutinan prácticas violentas, es arrojar luz sobre una serie de acontecimientos que suceden a nuestro alrededor. Aunque los datos, arriba mencionados, corresponden a entidades y municipios de México, es necesario, considerar la cercanía a Estados Unidos como un factor a influir dentro de los contextos de violencia, principalmente por parte del crimen organizado sus rutas para el trasiego de drogas. Además, es necesario, identificar la intersección entre el género, sexualidad, clase, etnia y edad; lo que implica “ser hombre” y lograr una posición en la masculinidad dominante. Son elementos que aborda el Dr. Salvador Cruz, El Colef, en el artículo “Violencia y jóvenes: pandilla e identidad masculina en Ciudad Juárez”.
Un común asedio es la marginación económica que excluye a los jóvenes de escasos recursos, por lo que se vuelven blancos fáciles de manipular por grupos delictivos. La configuración social determinada por la reafirmación masculina beneficia enormemente a procurar el clima de violencia general. Otra condición de vulnerabilidad es el padecimiento común entre quienes por tradición familiar, se ven obligados a replicar actividades ilícitas.
Se tiene identificado a Ciudad Juárez como una región peligrosa, principalmente para las mujeres y personas jóvenes. De 2008 a 2011 se registraron más de 10 000 asesinatos violentos en Ciudad Juárez; 400 correspondieron a mujeres, mientras que 95% de las víctimas fueron hombres, jóvenes en su mayoría.
Aunado a los datos estadísticos que presenta, el Dr. Cruz también aborda el sentido que adquiere el ser hombre joven de aquellos que participan en las prácticas sociales de violencia. Se van construyendo las figuras y significaciones de lo masculino, del ser hombre, tienen lugar y presencia diversas formas de violencias que tiñen dichas categorías lingüísticas junto con las experiencias que van conformando el sentido, la percepción y el discernimiento de lo que es ser hombre y joven.
Muchos jóvenes forman parte de una pandilla o del barrio es una representación de agrupaciones de jóvenes que pelean y se disputan el dominio de la calle a través de la fuerza física. Los cholos se disputan un territorio pero también su capacidad de hacerse hombres, de adquirir reconocimiento y autoridad. El dominio del territorio, del barrio, es de la banda, pero dentro de ésta se marcan las distinciones entre los más fuertes y aptos para la violencia, y los más débiles y más torpes para las peleas (2014). Sin embargo, defender el barrio o formar parte de una clica, no necesariamente se traduce en una participación en actividades ilícitas o delictivas, pero ¿qué sucede cuando el crimen organizado se interna en el barrio?
Cuando una organización criminal llega, despoja de su identidad al barrio y, por ende, a los jóvenes. De acuerdo al especialista, al insertarse las bandas criminales y tras el asesinato de integrantes de las pandillas de barrio; se quita el control de los jóvenes sobre los territorios. Lo que da pie a un nuevo tipo de disputas entre los miembros, no por una identidad o por el ejercicio del poder, sino por espacios para la distribución y control de drogas. Desconectando su identidad de lo que significaba el barrio.
De acuerdo con Cruz, los jóvenes en este contexto, de violencia e identificación de lo masculino,son un sujeto construido y determinado (por la estructura), pero activos y con posibilidades de “reposicionarse” frente al orden cultural imperante, por lo que es posible resistir y transformarlo.
¿Y LOS MENORES QUE YA ESTÁN DENTRO?
En las regiones fronterizas los asuntos relacionados con el crimen organizado tienen muchas aristas, como el tráfico de personas y de drogas, y las implicaciones sociales que estas actividades tienen en la sociedad de dichas entidades son variadas. Un fenómeno permeado por esto y que ha sido abordado por el Dr. Oscar Misael Hernández, El Colef, es el de los menores de circuito. Jóvenes que se han involucrado y son utilizados por el crimen organizado para realizar tareas específicas de cruce ilegal de personas y de droga. Al respecto, en 2017, publicó el artículo “Menores de circuito en Tamaulipas”.
Estos menores, que pueden ir desde los 12 hasta los 17 años, constantemente están cruzando la frontera, dentro de un circuito migratorio, pero lo hacen con el fin de cruzar a otros migrantes de forma irregular, es decir están fungiendo como coyotes; realizan tráfico de migrantes a cambio de pagos; en otros casos, también se dedican al trasiego de drogas hacia Estados Unidos.
En el documento, el especialista señala que, de acuerdo a datos proporcionados por la Procuraduría General de Justicia en Tamaulipas, 1,554 menores de edad fueron detenidos por delitos relacionados con la delincuencia organizada en la última década. Lo que se relaciona con que en Tamaulipas, se tiene documentado que, desde fines de los años noventa, grupos criminales reclutaban a menores de edad para diferentes actividades.
En 2015 y 2017, el Centro de Atención al Menor Fronterizo de Tamaulipas realizó un par de investigaciones. Derivado de estos trabajos se puede identificar parte de las experiencias y trayectorias de los menores de circuito en la frontera de Tamaulipas: en ambos estudios captamos que entre un 10 y un 20 por ciento de los menores migrantes mexicanos que son repatriados de Estados Unidos, son menores de circuito. En general, se trata de varones, de entre 14 y 17 años de edad, quienes fueron “invitados” por familiares o amigos a desempeñarse como “polleritos”, como “muleritos” o haciendo ambas actividades de forma alterna (2017).
Es necesario mencionar que, aunque hayan sido invitados, estos menores reciben un “salario” por sus servicios. Por cada migrante que pasaban por la frontera reciben 70 dólares y a veces más. Mientras que por el trasiego de drogas, de acuerdo a entrevistas realizadas a los menores, reciben cerca de 400 dólares; sin embargo este “sueldo” ha disminuido significativamente a razón de la alta oferta de menores que quieren hacer esta actividad. Porque, y en relación al trabajo del Dr. Cruz, se presenta que el atractivo para los menores no sólo son los beneficios económicos, sino también los simbólicos: el hecho de sentirse parte de algún grupo criminal, tener supuestos vínculos con, determinado estatus en, son parte de los elementos que conforman una identidad cultural paralegal.
Lastimosamente, en México no existen los programas de atención orientados a los menores de circuito. “Menores de circuito en Tamaulipas” concluye en que México, aunque incipientes, tiene bases académicas y técnicas para empezar a diseñar políticas y programas y de intervención para esta población, la cual, de no atenderse, incrementará los casos de violación de derechos de la infancia y el problema de la seguridad pública en las fronteras del país.
LA IMPORTANCIA DE MANTENERSE R.E.A.L.
Como se ha dejado ver, la frontera norte de México es una región con diferentes aristas que se ubican en el contexto de violencia. Éstas se encuentran o surgen, principalmente, a raíz de las rutas que existen en la región para cruzar droga a los Estados Unidos, sin embargo, desde hace ya unos años, nuestro país ha dejado de ser un punto de cruce para las organizaciones delictivas, para tornarse también en un punto de venta y consumo de droga.
De acuerdo a la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas en Estudiantes (ENCODE, 2014), se identificó que, del total de la población en edad escolar, el 3.3% de los estudiantes de 5° y 6° grado de educación primaria (10 a 12 años, aproximadamente) habían consumido drogas ilegales alguna vez en la vida (hombres, 4.7% y mujeres, 1.7%). En los estudiantes de secundaria (13 a 15 años aproximadamente) y bachillerato (16 a 18 años aproximadamente) la prevalencia alguna vez en la vida fue de 17.2% (hombres, 18.6% y mujeres, 15.9%).
En este sentido, lo importante es atender a esta población de niñas, niños y adolescentes que consumen drogas a tan temprana edad; pero también es una tarea vital, evitar que estos porcentajes aumenten. Es en este apartado, donde las labores de prevención y las acciones directas con la población afectada, son urgentes. Ante la problemática la Dra. Hilda García, de El Colegio de la Frontera Norte, en coordinación con Universidad Estatal de Arizona, ha trabajado desde 2017 el programa Mantente R.E.A.L., en Nogales, Sonora; contribuyendo al desarrollo de habilidades personales y sociales, de las y los estudiantes, así como brindando herramientas a los adolescentes para prevenir el consumo de alcohol, drogas y otras sustancias adictivas.
De 2017 a 2018 el estudio atendió a 1,418 estudiantes,
El programa Mantente R.E.A.L. tiene en cuenta la diversidad cultural, ha sido elaborado, implementado y evaluado en EE.UU. por un equipo de la Universidad del Estado de Arizona, y ha sido reconocido por la Administración de Servicios de Salud Mental y del Abuso de Sustancias (SAMHSA) como un programa eficaz. En el caso de México , después de atender a 1418 estudiantes, el programa está en una etapa de evaluación cuyos resultados conoceremos en el 2020. Sin embargo los testimonios de quienes participaron son un importante indicador de la pertinencia de esta iniciativa.
Este programa se aplica a estudiantes de primer año de secundaria, ya que estos jóvenes tienen niveles de consumo bajo, y funciona bien como programa preventivo, a través de que las y los jóvenes aprendan a usar las estrategias del acrónimo R.E.A.L: Rechaza – Explica – Aléjate – Levántate, con la meta de que tengan la capacidad de decir “No” cuando se les ofrezca alguna sustancia adictiva y no ceder ante la presión social de compañeros u otros estudiantes.
Este programa se aleja de los programas tradicionales de prevención que enfatizan en enseñar acerca de las sustancias adictivas y sus efectos a la salud, ya que estudios recientes indican que este tipo de programas pueden tener un efecto contrario al esperado, ya que estimulan el interés de los jóvenes por experimentar con sustancias adictivas.
Hasta el momento, el programa Mantente R.E.A.L., se ha aplicado a cerca de más de mil quinientos alumnos de 4 diferentes secundarias de la ciudad de Nogales, la implementación de este programa cuenta con el apoyo y respaldo del personal y directivo que labora en las diferentes instituciones, como parte medular del programa ya que son ellos los que conviven de manera cotidiana con las y los jóvenes.
Bibliografía:
- Cruz Sierra, Salvador. (2014). Violencia y jóvenes: pandilla e identidad masculina en Ciudad Juárez. Revista mexicana de sociología, 76(4), 613-637. Recuperado en 04 de septiembre de 2019, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-25032014000400004&lng=es&tlng=es.
- Hernández Hernández, Oscar (2017). Menores de Circuito. Recuperado el 3 de septiembre de 2019, de https://www.colef.mx/estudiosdeelcolef/menores-de-circuito-en-tamaulipas/
- Comisión Nacional contra las Adicciones (2019). Informe sobre la situación de las Drogas en México y su Atención Integral 2019. Ciudad de México: CONADIC.
- El Correo Fronterizo. (2017). Colaboran El Colef y Arizona State University en programa anti-drogas en Nogales. Retrieved 3 September 2019, from https://www.colef.mx/noticia/colaboran-el-colef-y-arizona-state-university-en-programa-anti-drogas-en-nogales/
- El Colegio de la Frontera Norte. (2018). Polleritos y muleritos, menores asociados al crimen organizado | Diálogos desde la frontera #136 [Video]. Retrieved from https://youtu.be/Y6_u2BFVL1k
- El Colegio de la Frontera Norte. (2017). Jóvenes, masculinidad y narcotráfico| Diálogos desde la frontera #104 [Video]. Retrieved from https://www.youtube.com/watch?v=3zBfaCSRmZA