Se ha hablado mucho sobre la migración como un mero proceso de desplazamiento, asumiendo que el peso de la distancia es el mayor de los conflictos a los que se enfrentan las personas en contextos de movilidad. Sin embargo, al tratarse de una migración entre Estados-nación, las personas deben superar una serie de configuraciones políticas y culturales, que ponen en riesgos sus integridades físicas, así como la posibilidad de llevar su viaje a buen puerto. Ya sean la fauna salvaje, las inclemencias geográficas, o la presencia del narcotráfico y crimen organizado, los migrantes atraviesan un denso entramado de circunstancias materiales que amenazan sus derechos y sus vidas.
Estos peligros, inherentes a toda forma de desplazamiento, se acentúan, sin embargo, cuando se trata de poblaciones en contexto de vulnerabilidad, sea por su edad (niños y adolescentes) o su condición de género (mujeres). En esa tesitura se enmarca el libro coordinado por la investigadora Chantal Lucero Vargas y el investigador Rafael Hernández: Vulnerabilidad en tránsito. Peligros, retos y desafíos de migrantes del norte de Centroamérica a su paso por México. Se trata de una breve compilación de cuatro ensayos que exploran los componentes de riesgo presentes en las trayectorias migratorias de los flujos provenientes de Centroamérica, con dirección a Estados Unidos.
Entender el porqué de la elección de la categoría de vulnerabilidad como recurso analítico, es tan sencillo como lo explican, en su propia introducción al volumen, los editores: “(…) al recurrir a la vulnerabilidad como herramienta de análisis, apostamos por acercarnos al lado más humano y frágil del proceso migratorio”. En el desglose de los ensayos, se comprueba que la tesis es, de hecho, efectiva: al considerar el factor peligro como un sistemático vulnerador físico-emocional, se entiende en su escala más básica el impacto que tiene un fenómeno como la migración en demografías desfavorecidas por las condiciones estructurales del sistema en que habitan: niños y niñas, jóvenes y mujeres. Se trata, pues, al mismo tiempo, de un trabajo estadístico y académico, pero también de un retrato de los efectos que tiene en los afectos la movilidad transnacional.
En ese ya de por sí complejo escenario, los autores señalan que se añade la pandemia global ocasionada por el virus del SARS-COV-2. A partir de un contexto de riesgo sanitario global, el gobierno de Estados Unidos intensificó sus medidas de securitización de los procesos migratorios, y se valió de toda clase de excusas políticas para interrumpir, cancelar y denegar los procesos de solicitud de asilo de miles de migrantes. Esto, sobra decirlo, acrecienta los riesgos ya citados, y les añade un cariz de incertidumbre, porque se recortan drásticamente las posibilidades de obtener estancia en Estados Unidos.
El gobierno del Estado mexicano, que había arrancado su nueva administración haciendo gala de una retórica más humanista en materia migratoria, enfocada en los derechos civiles, rápidamente cedió por la presión del vecino del norte, y acabó por mimetizar sus procesos de rechazo migratorio, deportando a innumerables caravanas de vuelta a sus países de origen, en Centroamérica.
Para rematar sus conclusiones, los editores reivindican la necesidad de una política pública que se adhiera a sus propios discursos, que considere la vulnerabilidad como un subproducto del riesgo, y el riesgo como una condición sistémica, de construcción social, e interrelacionada con todos los problemas que cruzan de arriba abajo al estado mexicano. Sólo de esta manera, la migración, que ya de por sí acarrea riesgos desde el lugar de origen (es decir, antes del desplazamiento) podrá ser un proceso verdaderamente humano, digno y seguro.
El libro se encuentra disponible a través de: https://libreria.colef.mx/detalle.aspx?id=7867
