La democracia es un laureado sistema político, con el aparente rasgo de dejar existir a la disidencia en pos de la evolución política de los estados. El reformismo, el senado y la constitución. Esta disidencia, si bien puede ser política y partidista, es cuando proviene de la sociedad civil que levanta miradas. En América Latina, un conglomerado de continentes caracterizado, entre otras aptitudes, por su rebeldía política a nivel histórico, este objeto de estudio se vuelve de suma importancia.
Es en ese tenor que, abordando precisamente el territorio latinoamericano, el investigador de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef), Alejandro Monsiváis Carrillo, investiga los motivos sociopolíticos e ideológicos que llevan a las poblaciones latinoamericanas a participar masivamente en movimiento colectivos de huelga o protesta por una causa social, en el artículo «¿Qué motiva la disposición a protestar? Evidencia en América Latina».
Como premisa básica y punto de arranque, el autor establece que la protesta social es un recurso contencioso para influir en el balance de la toma de decisiones políticas. Asimismo, en el concepto se integra la noción mediática y mediatizante de la protesta social, que busca influir, además de en el poder de turno (gobernantes, presidentes, partidos políticos), en la opinión pública compartida y cocreada por el resto de la sociedad civil. Es un acto político que ha tomado carices representativos en nuestros tiempos, y que se vale de múltiples herramientas para conseguir sus objetivos.
Frente a la amplia batería de consecuencias jurídicas, económicas y hasta de integridad emocional o física, y a la densa cultura disuasoria que exige a los ciudadanos una actitud de conformidad, ¿cómo llega alguien a la conclusión de que saldrá a la calle para exigir sus derechos? Esta misma pregunta es la que conduce toda la investigación de Monsiváis Carrillo.
A través de un análisis riguroso y metódico de encuestas levantadas a lo largo de 18 países de América Latina por el Latinobarómetro 2020, el autor desarrolla la tesis de que la gente, desde una concepción individual del mundo político en la que se sientes desventajadas, humilladas o tratadas con un cierto grado de discriminación, tiende a la protesta cuando se siente no respetada en sus garantías ciudadanas.
El despliegue de los resultados resuena idénticamente con la tesis de Monsiváis Carrillo: los sectores poblacionales en situaciones de marginalidad y discriminación, y sobre todo los grupos políticos que no se sienten identificados con el gobierno de turno, tienen una propensión mayor a manifestarse públicamente en pos de la causa o reivindicación social que consideren adecuada.
Conclusivamente, el autor interpreta los resultados de las encuestas como una manifestación fenoménica y cultural de las desigualdades, injusticias y descontentos sociales presentes a lo largo de toda América Latina. En ese sentido, el estudio revela la necesidad de resemantizar el rol de la protesta social como instrumento de coacción política democrática, a la luz de los resultados expuestos en el artículo.
El artículo completo se encuentra disponible en: https://bit.ly/3fBPgIz