En México, a los que se dedican a traficar con migrantes se les conoce, coloquialmente, como “polleros”, mote que hace referencia a las condiciones de hacinamiento, suciedad e incomodidad que tienen que aguantar las personas en contextos de movilidad cuando recurren a estos servicios para alcanzar su país de destino: Estados Unidos. A pesar de que el pollero es caracterizado, popularmente, como una persona adulta, esta imagen ha venido cambiando en tiempos recientes, a raíz de ciertos casos de detenciones de polleros que, sorpresivamente, no rebasaban la mayoría de edad.
El Dr. Oscar Misael Hernández Hernández, Investigador de El Colef, Unidad Matamoros, comenta, para el Colef Press de esta semana, tales casos de abuso en los que, por su condición de no juzgables según la justicia, los grupos criminales eligen a estos jóvenes y niños para llevar a cabo el tráfico de migrantes. Lo comenta, particularmente, en relación a un caso específico acontecido en Phoenix, Arizona, en el cual la patrulla fronteriza de dicho estado detuvo a un menor de 17 años de edad que iba conduciendo un vehículo y pretendía transportar a tres migrantes.
Estos sucesos, comenta el académico, no son tan nuevos ni inusuales como podría parecer, pues los casos son numerosos y hasta variados en su tipología: desde los jóvenes que son conscientes del grado de manipulación institucional y psicológica que implica su uso por parte de asociaciones delictivas hasta aquellos que, sea por miedo o ignorancia, desconocen las condiciones y consecuencias de la actividad que llevan a cabo.
La reflexión completa se encuentra disponible a través de: https://www.youtube.com/