UN BREVE RECORRIDO DE LA HISTORIA DE LAS CS EN MÉXICO
Oscar F. Contreras explica que en nuestro país las ciencias sociales han tenido una estrecha relación con la política. “En la etapa institucional durante la primera mitad del siglo XX, el vínculo con el Estado no hizo sino reforzarse cuando las ciencias sociales adoptaron como propia la agenda del desarrollo nacional aún a costa de su autonomía intelectual y científica”. En lo referente a la segunda mitad de dicho siglo, señala que, particularmente en la década de 1970, se registró un crecimiento de centros académicos enfocados en ciencias sociales; los centros se multiplicaron y descentralizaron.
En la última década y hasta el momento presente, de acuerdo a Contreras, las ciencias sociales en México evolucionaron hacia una configuración heterogénea. “Mientras que el sesgo espatista y politizado mantiene una influencia considerable en algunas disciplinas, centros y grupos académicos, en otros se consolidó una orientación intelectual y científica, a la vez que la política pública impulsó un renovado énfasis en el `conocimiento útil´”.
LAS VÍAS DE LAS CIENCIAS SOCIALES
En el apartado “Compromisos académicos y orientación a la demanda de conocimiento”, Contreras presenta cuatro esferas en las cuales impactan las CS: ingeniería social, como vehículo para el fortalecimiento de los actores, como plataforma ideológica y política; y como conocimiento especializado y profesional.
En lo referente a las ciencias sociales como ingeniería social, el investigador señala que a partir de la Ley de Ciencia y Tecnología de 2002 se dio un sentido de que el conocimiento generado debe ser aplicable en la solución de problemas sociales. “La investigación social no debe privilegiar la búsqueda de conocimiento como fin en sí mismo, sino como instrumento para la solución de problemas”. Es decir, la investigación que se realiza desde el campo de las ciencias sociales debe estar orientada en dar soluciones prácticas a problemas definidos, a veces alineados por instituciones gubernamentales.
Aunado a lo anterior, agrega que “la utilización de estudios realizados por expertos es cada vez más apreciada como fuente de legitimación de las políticas, aunque no necesariamente se conviertan en la base conceptual o técnica de las mismas”. Esto podría interpretarse como que la utilización de un documento elaborado por un investigador/a sería como un sello de legitimación, aunque dicho estudio no sea tomado en cuenta o, en ocasiones, leído.
En lo referente a las ciencias sociales como vehículo para el fortalecimiento de los actores, el investigador de El Colef comienza señalando que “la ciencia social orientada al empoderamiento de los movimientos sociales y los grupos vulnerables cultiva un tipo de conocimiento concebido como vehículo para la acción práctica”. Plantea además que, a diferencia con la ingeniería social, el conocimiento generado a través de las CS es apropiado por grupos sociales y las comunidades para mejorar sus condiciones de vida y sus argumentos de lucha política; en vez de por el Estado o gobierno.
En una tercera orientación, el especialista comenta sobre las ciencias sociales como plataforma ideológica y política. En este apartado señala que durante la década de 1970 y años posteriores las CS estuvieron vinculadas hacia la izquierda y con variantes del marxismo. “En muchos centros académicos se privilegió la difusión ideológica y la propaganda; las aulas universitarias fueron con frecuencia semillero de reales o peregrinos proyectos revolucionarios, más que espacios para la formación de profesionales competentes”.
Sin embargo, esta tradición comienza a romperse en la última década del siglo XX, de acuerdo a Contreras, a través de “la diversificación teórica y metodológica, la creciente sofisticación técnica y conceptual, y el resquebrajamiento de la utopía sociales al menos en parte de la comunidad académica”.
Y, en un sentido de orientación diferente, están las ciencias sociales como conocimiento especializado y profesional, el cual, tal y como señala el autor “está guiado por un afán distinto del que lleva a apoyar a las comunidades y los movimientos sociales o practicar la ingeniería social para el consumo gubernamental, ya que lo que se dirime es el desarrollo del conocimiento dentro de los marcos conceptuales y las tradiciones académicas de las disciplinas”. Es decir, el conocimiento por el conocimiento.
Sin embargo, aunque pudiera interpretarse como una orientación de las CS con no mucha o nula aplicabilidad en la realidad, Contreras señala que “incluso la propia eficacia de las ciencias sociales en el cumplimiento de los fines pragmáticos depende a final de cuentas de la solidez de la base científica”.
El estudio y el conocimiento que se genera desde las CS es importante, necesario y debe continuar porque, tal y como concluye Oscar F. Contreras:
“El México de hoy requiere de una comunidad académica capaz de responder a las exigencias de intervención en las tareas públicas, de ejercer la crítica fundamentada y de contribuir al fortalecimiento de los actores sociales, para lo cual es indispensable la institucionalización y consolidación de la autonomía intelectual de las ciencias sociales y su orientación prioritaria a la generación de conocimiento especializado dentro de las normas científicas”.
Referencias: Contreras, O. (2018). Ciencias sociales y políticas públicas: la alianza inestable. In O. Contreras & C. Puga, Las ciencias sociales y el Estado nacional en México (1st ed., pp. 395-430). México: Fondo de Cultura Económica.