En tiempos recientes y en círculos académicos cada vez más amplios, se ha venido hablando de una fractura en el seno de la clase obrera, a razón de unos supuestos proyectos de individualización basada en la identidad sexual o de género y racial. Esta tesis, cuestionable ya de por sí, ha devenido en aseveraciones todavía más radicales: la clase obrera ya no existe como tal, pues el capitalismo se ha oscurecido a tal grado de entre los procesos productivos y se ha diversificado en una gran variedad de ramas que ya no tiene sentido hablar de ningún proletariado.
A lo previo se suma el hecho de que, entre las nuevas criaturas del capitalismo neoliberal, se encuentra una, perteneciente al género de los servicios, en la que la división entre trabajo manual e intelectual se deshace, poniendo a tela de juicio certezas tan básicas como la sola definición de lo que significa trabajo. Y es que el call center, tal como se plantea hoy a escala global, ha llevado adelante una colonización de los individuos que no es meramente física, al requerir de cuerpos anclados en un mismo espacio durante horas, sino que se expande al plano cerebral, contaminando con nuevos lenguajes y estructuras sintácticas el lexicón de los trabajadores.
En ese sentido, y con una considerable tradición bibliográfica a sus espaldas, aparece el volumen de Alfredo Hualde Alfaro, con miras de focalizar el conflicto desde un ángulo original, es decir, el de la precariedad, la insuficiencia material en las condiciones mínimas de ejercimiento que ofrece el sector de los call centers en lo específico de la república mexicana.
Pero el autor amplifica lo que se entiende por precariedad, y para llegar al fondo de su objeto de estudio, desgaja el concepto en variables tan críticas como la estabilidad contractual de los trabajadores, la existencia o ausencia de prestaciones sociales y de ley, los ingresos mínimos, las estructuras organizativas de estos centros de trabajo, las diferencias, en suma, las relaciones asimétricas de productividad y ganancia que definen todas las fases de desarrollo del gran capital a nivel global.
Precisamente, por lo global del fenómeno, el autor nos señala a su vez la importancia de entender cómo se materializa esa globalidad en una localidad; particularmente, entres localidades mexicanas: Tijuana, Monterrey y Ciudad de México. Efectivamente, y como demuestra su propio estudio, el suceso que acontece en un plano internacional se ve obligado a traducirse el registro regional, para dar pie a una multitud de desniveles y asimetrías laborales, expresadas en precariedades muchas.
A modo de conclusión, y como muestra de la misma variabilidad mencionada, se puede hablar de la metodología del autor, consistente en una categorización tipológica de los distintos tipos de trabajadores presentes en los call centers, basada, sobre todo, en sus trayectorias profesionales, sus niveles de estudio y su experiencia en la industria o el área de servicios. Aunque la variabilidad está siempre presente (unos ven mejoras, aunque no a largo plazo, otros se mantienen conformes y otros planean renunciar pronto), existe una proyección que ata a todos los grupos, y es la consciencia de que el call center no es un lugar en el que piensan permanecer por mucho tiempo. Efectivamente, el panorama vislumbrado por el denso estudio de Hualde Alfaro confiere a la comunidad académica la necesidad de seguir ahondando en un proceso laboral que todos los días crece para abarcar nuevas demografías, geografías y sectores productivos, y que es paradigmático del fenómeno globalizante, tan oxidado ya en sus premisas básicas por estos nuestros días.
El libro se encuentra disponible a través de: https://libreria.colef.mx/detalle.aspx?id=7782
