El nivel de la emigración de mexicanos hacia Estados Unidos creció de manera significativa en las últimas tres décadas. En 1980 había alrededor de 2.5 millones de mexicanos residiendo en Estados Unidos; para 2010, esta cifra se incrementó hasta alcanzar 11.8 millones de connacionales. En tal sólo 30 años, cerca de 10 millones de personas se fueron a vivir a ese país. Aunque en las tres décadas previas se incrementó esta migración de mexicanos de manera vertiginosa, en los últimos cuatro años, es decir, a partir de 2007, tal movimiento ha tendido a disminuir. Las razones a las que se atribuye esta caída son varias: la crisis económica en los Estados Unidos, las numerosas y crecientes leyes antiinmigrantes en diferentes estados de ese país, así como el incremento de control en la frontera entre ambos países.
La naturaleza de esta migración internacional es de carácter económica y, ante todo, de índole laboral; los mexicanos salen del país en búsqueda de mejores oportunidades de vida. Este flujo hacia el norte, donde gobiernan las leyes de la oferta y la demanda por la mano de obra, se ha dado de manera desordenada e insegura. Ante la magnitud del problema migratorio, podríamos esperar que existieran acuerdos y programas específicos de México y Estados Unidos para atender este fenómeno. Sin embargo, hasta el momento no existe ningún acuerdo binacional que atienda la migración internacional que ocurre en esta región.
Un porcentaje considerable de los emigrantes mexicanos lo conforman aquéllos que han estudiado en el sistema educativo mexicano. Lo lamentable es que después de haber sido preparados se tengan que ir del país porque no tienen trabajo o el empleo que encuentran es muy mal remunerado y no cumple con sus expectativas salariales. Este tipo de trabajador migrante calificado ha ido en aumento. La Secretaría de Educación Pública (SEP) estimó que en 2008 había más de medio millón de mexicanos (575 mil) con estudios de licenciatura o posgrado residiendo en el extranjero, de los cuales 92 por ciento de ellos se encontraban en los Estados Unidos; la SEP estimó que el éxodo anual de profesionistas mexicanos es cercano a 20 mil personas.
En octubre del 2010, Rodolfo Tuirán, subsecretario de Educación Superior de la SEP, advirtió que el número de migrantes con estudios de nivel técnico o superior radicando en los Estados Unidos creció de 411 mil en el año 2000 a un millón 39 mil en 2010. Esta cantidad representa que uno de cada diez técnicos superiores universitarios o licenciados mexicanos se encuentra en los Estados Unidos, así como uno de cada cinco universitarios con nivel de doctorado.
El número de migrantes calificados mexicanos que se emplea en el mercado laboral estadounidense se ha ido incrementando de manera acelerada, pero debido a la falta de mayores acuerdos en el ámbito del reconocimiento de las certificaciones ocupacionales y educativas entre México y Estados Unidos, miles de ellos se han ido a trabajar a ese país en ocupaciones donde sus habilidades o nivel educativo salen sobrando. Se desaprovecha así la fuerza de trabajo calificada, tanto en México, donde el mercado laboral no brinda espacios adecuados a estos trabajadores, como en los Estados Unidos, porque los mexicanos no cuentan con un reconocimiento o certificación ocupacional en esa economía.
Por otro lado, cuando iniciaba la administración del presidente norteamericano Barack Obama, se pensaba que el problema de la inmigración sería discutido ampliamente y se llegaría a una reforma migratoria que vendría a subsanar su deficiente sistema migratorio; ello no ha sucedido y todavía una gran cantidad de organizaciones de inmigrantes que residen en ese país siguen demandando tal reforma.
Sin embargo, lo que sí se ha vislumbrado es que las distintas propuestas para una nueva reforma migratoria que se han presentado en el congreso estadounidense se encaminan hacia un nuevo sistema migratorio basado en el sistema de puntuación por mérito; es decir, aquellos migrantes con altos niveles educativos, que hablen el idioma inglés y que tengan alguna habilidad especial serían los que tendrían prioridad en la asignación de una visa para laborar en los Estados Unidos.
Aunque lo anterior no ha ocurrido, si analizamos las cifras de las visas otorgadas por el gobierno estadounidense para trabajadores temporales mexicanos, observamos que el número de visas para laborar en ese país se han ido incrementando en los años recientes. México, en general, es uno de los países que más utiliza los programas de visas temporales de trabajo en Estados Unidos.
Las visas para trabajadores migrantes mexicanos en ocupaciones calificadas se han incrementado. Las visas tipo H1-B, que son otorgadas para trabajadores en ocupaciones especializadas, pasaron de 16,290 en 2003 a 30,572 para el año 2010; durante esos mismos años, las visas L1, que son para trabajadores de las transferencias intra-compañías, se incrementaron de 15,794 a 49,650; las visas P1 a P3 (que tramitan deportistas y artistas internacionales) aumentaron de 10,068 en 2003 a 13,949 en 2010, y las visas E1 a E3, concedidas a comerciantes incluidos en tratados e inversionistas, crecieron de 14,859 en 2004 a 90,291 en 2010.
Las anteriores cifras confirman que todos los tipos de visa para trabajadores calificados se han incrementado en los últimos años. Aunque el sistema migratorio estadounidense no haya tenido su reforma migratoria integral, el gobierno estadounidense, de facto, ha ido girando a una mayor selectividad de la mano de obra calificada para que labore en su economía.
México sigue quedándose rezagado al no ser capaz de emplear a su propia mano de obra calificada para que produzca en su economía; al contrario, el país sigue derrochando trabajadores productivos, calificados y, con ello, continúa perdiendo competitividad internacional. A los mexicanos preparados con niveles superiores de educación les urge una estructura de oportunidades para su desarrollo técnico-profesional. En México es necesario ampliar la oferta laboral especializada, evitar que estos mexicanos sigan emigrando a otras economías; se tienen que crear las condiciones necesarias para que el mercado laboral mexicano pueda ofrecer mejores niveles salariales a una mano de obra de mayor calificación.