La clásica doctrina marxiana, define sociedades bicéfalas, cuya naturaleza se bifurca en dos ramas igual de importantes para su existencia colectiva: la industria y la cultura, los medios de producción y la clase obrera que los acciona con su fuerza de trabajo. Desde que tal máxima quedase establecida, cientos han sido los autores que se han dedicado a explorar la dialéctica existente entre estas dos esferas de los estados políticos. Sin embargo, es evidente que una preeminencia de la cultura por encima de la industria ha ido cobrándose ventaja en los últimos años, con el análisis cultura y sociológico en boga.
Si a esto se añade por demás el hecho de que estamos frente a un fenómeno que puede verse desde varios ojos, es decir, desde varias disciplinas, se complejiza sobremanera. Para el caso, el volumen reseñado en el presente texto, Patrimonio Industrial: Tensiones y Expresiones, coordinado por Camilo Contreras Delgado y Francisco Alberto Núñez Tapia, pretende ofrecer al lector justo eso; un despliegue de multitud de miradas al problema del proceso de herencia industrial/cultural, con particular enfoque en la tensión generada por estas dos esferas, tanto entre ellas o adentro de sí, y de las periféricas reflexiones que su núcleo dialéctico emane.
Solamente abrir el análisis de los pesados materiales a la noción de que pertenecen y son creados bajo el amparo de una cultura, que dota sus usos, aspectos y relaciones de significado específico, puede continuar alumbrando el conocimiento en este campo académico. Trabajar de manera fetichista con los materiales, como ha venido siendo costumbre de un minúsculo remanente del conservadurismo académico, solo resulta en análisis esencialista.
Así, abriendo quizá una nueva brecha en esta resignificación, los ensayos contenidos en el libro se subdividen en dos grandes grupos: los que trabajan los detalles en la formación del capitalismo, y la transmutación de sus productos en imágenes heredadas, y los que afrontan la necesidad de crear, finalmente, alternativas a la memoria colectiva que alteren radicalmente su arquitectura interna, para hacer ejercicio de selección patrimonial eficaz.
De tal suerte se leen, en la primera fracción del texto, trabajos de autores diasporados geográficamente, que rescatan mediante la palabra la pretérita presencia de industrias colosales, que antaño definieron regiones completas y sus modos de vida, para abogar por una memoria colectiva más consciente de su pasado para asentarse firme en el presente. Ejemplo ideal de la idea anterior lo proporciona un excelente ensayo de Sergio González, que explora la historia y escasas huellas presentes en la región chilena de Atacama, relativa a los negocios e industrias salitreras.
En la segunda parte, se aborda la actualidad de la cuestión, ya desde una perspectiva de propuesta política o de reflexión procedural sobre fenómenos que suceden ahora. En ese tenor, los capítulos enfatizan la posibilidad de repensar la herencia de los complejos industriales en desuso, más allá de reaprovechar sus materiales en otro complejo útil, como una manera de conservar materialmente un pedazo de historia, enmarcada en su contexto económico, político y cultural. Un ensayo de este sector enaltece, por ejemplo, un complejo minero michoacano que data de un modo completamente distinto de entender la industria metalúrgica, o la exploración de un complejo ferroviario, dando propuestas claras para su conservación en el tiempo.
La vista general del corpus de este volumen denota la creciente necesidad de pensar desde la planificación urbana, el ejercicio de la memoria colectiva y el interés antropológico por las modalidades industriales en las relaciones sociales de producción, que se despliega, a lo largo del ensayo, como una vasta aglomeración de propuestas metodológicas, que van desde lo ideológico y académico hasta lo puramente político. El libro se encuentra disponible a través de: https://libreria.colef.mx/detalle.aspx?id=7896