El paso de las sociedades fordistas, de procesos productivos altamente industrializados y de fuerzas productivas plenamente socializadas (monopolios, oligopolios y la integración vertical), también ha devenido en una nueva manera de entender cómo funciona el capitalismo. Desde luego, no todo lo que se escriba sobre algo será valioso en un sentido pragmático y epistémico.
Entre la multitudinaria cantidad de propuestas teóricas posmodernas que pretenden resignificar las contradicciones del Capital, una que ha tenido auge a nivel editorial y mediático, es la de los autonomistas que, en suma, pugnan por la separación del vínculo entre la mercancía (en su sentido histórico-material) y el trabajo (los procesos productivos). Se trata, sin duda, de una mala interpretación del papel que juegan los medios masivos de comunicación en el proceso de reproducción social de relaciones sociales propio del capital.
Frente a esta oleada de deslices y concepciones erróneas, el doctor en sociología Rafael Alarcón Medina, investigador del Departamento de Estudios Culturales de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef), propone, en su artículo “Ciber-Gramsci: Trabajo, Política y Lucha de Clases en el Capitalismo Digital”, una lectura crítica alternativa, retomando la teoría del valor-trabajo de Marx para entender las relaciones productivas en el contexto de un capitalismo industrial y digital, que sea un verdadero intento de actualizar la compleja estructura teórica marxista, adaptándola a las condiciones materiales del siglo XXI.
En ese sentido, el doctor es bastante directo, pues señala como una de las confusiones fundamentales de todos estos textos y autores autonomistas la malinterpretación de la apariencia en el sistema de pensamiento científico de Marx. Muchos de ellos olvidan que lo abstracto (lo que podría ser catalogado de inmaterial) sólo es la apariencia de lo real, del sentido ontológico. La tesis sostenida por los autonomistas, es acaso la más errónea si se quiere interpretar de manera crítica el capital: que el capital se ha convertido en una abstracción etérea de sí mismo, alimentada por tres espíritus que ahora le dan forma a su apariencia sobre su esencia: capital fijo, naturaleza y dinero.
La segunda tesis refutada, a partir del capítulo 4, es que se vive en un hipotético mundo capitalista poshegemónico, lo cual constituye no sola un sofisma, sino una negación absoluta del enfoque que hacía Marx de la estructura de la sociedad en región superestructural ideológica. El capitalismo, como recuerda el autor, necesita de la alienación de la clase obrera a través de la reproducción de las relaciones sociales mediante el gobierno ideológico de los signos y los símbolos.
Desde ahí, se repasan algunos otros argumentos básicos de los autores que remarca el académico como “ricardianos de izquierda”. La síntesis de todos los contraargumentos presentados en el texto, es que no se puede proceder hacia la conceptualización de una nueva crítica de la economía comunicativa sin renunciar a las aspiraciones de una insurrección del presente siglo.
Es entonces que la teoría ciber-gramsciana, esgrimida por el autor contra las teorías y teóricos autonomistas, cobra una verdadera dimensión. Se trata de recobrar en los sectores de izquierda contemporánea el papel que juegan el Estado y la hegemonía en el esquema de las estructuras políticas históricamente determinadas. A esa nomenclatura, se le añade el énfasis en el estudio crítico de los medios masivos y las redes sociales en el papel central de la hegemonía.
A través de esta propuesta, se esboza la posibilidad de una nueva clase de marxismo, dialécticamente sincronizado con las condiciones materiales actuales, que encamine los estudios críticos en el sentido de la explotación sobre la clase obrera, y no en las lógicas de productividad técnico-material del capital.
El artículo del Dr. Rafael Alarcón Medina, “Ciber-Gramsci: Trabajo, Política y Lucha de Clases en el Capitalismo Digital”, se encuentra disponible en: http://www.apps.buap.mx/ojs3/index.php/tlamelaua/article/view/2093
Escrito por Ricargo Guerrero.