El urbanismo y la distribución espacial constituyen, a día de hoy, uno de los ejes neurálgicos en torno al debate sobre el uso del suelo y la integración del espacio público en la vida política de los estados nacionales. Por un lado, mientras avanza el poder que las tecnologías de la información tienen para organizar a las masas en comunidades virtuales, por otro, la teoría urbanística busca maneras de reintegrar en su seno epistémico la ontología del espacio como una circunstancia al servicio de la sociedad.
En este sentido, el municipio de Tijuana figura como un importante objeto de estudio. Se trata de una geografía en la que se han puesto a funcionar diversas dinámicas de distribución y uso del suelo, de una dialéctica entre producción y consumo, de difusión y apropiación. En ese sentido, esta ciudad, particularmente su significación en la nomenclatura de los centros urbanos, es estudiada por el doctor en Planeación y Desarrollo Urbano Tito Alegría, a través de su texto Subcentros intraurbanos. Teoría y algunas evidencias, publicado en “Estudios Socioterritoriales” revista de Geografía, publicada por el Centro de Investigaciones Geográficas.
La particularidad para el estudio de Alegría, constituye su definición de centro urbano como un núcleo de actividades (económicas) terciarias. En consecuencia, su propuesta para analizar la intensidad y presencia de estos centros se corresponde al auge de la oferta y demanda de servicios en ciertas regiones de la ciudad de Tijuana. La comprobación estadística de esta correlación se da a través de un análisis estadístico. Como ya adelanta el autor en el resumen del artículo, casi todas las propuestas fueron verificadas.
La estructura del artículo está orientada a la revisión crítica de la literatura preexistente sobre los centros y subcentros urbanos. En este tenor, cabe destacar la perspectiva crítica respecto a dos teorías en este tema, diferenciadas por su anclaje geográfico: la desarrollada en América, enfocada en los usos del suelo intraurbanos y el transporte. La segunda estaba en Europa, y hacía un énfasis en el concepto de la policentricidad en tres niveles (intraurbana, interurbana e interregional). Eventualmente, se presenta la teoría esgrimida por el académico, se presenta su aplicación para interpretar la realidad urbana, los resultados, el análisis y el comentario de los resultados.
En primera instancia, el académico señala la necesidad de utilizar un sistema crítico distinto en el estudio de los centros urbanos, pues él está realizando una significación particular de los centros de actividad, ya que los define como centros de actividades económicas terciarias, que son distintas a las actividades de manufactura. Su Teoría del Lugar Central (TLC) pretende demostrar que: “las actividades terciarias aparecen formando subcentros organizados jerárquicamente”.
Para que esa jerarquización ocurra, describe Alegría, debe existir una economía de mercado imperfecta, marcada por las diferencias tecnológicas y de acceso al mercado externo. Cabría recordar aquí los fundamentos de la teoría marxista, respecto a cómo el capital reproduce sus propias relaciones sociales de producción, desembocando en una competencia mercantil desequilibrada y un entorno económico poco organizado. Además, señala el académico casi nunca se establece una relación dialéctica entre el mercado y el Estado, y es el primero quien acaba imponiendo sus patrones al segundo.
Siguiendo esa línea conceptual, el autor propone un primer criterio para adaptar la TLC a las texturas socioespaciales específicas de los centros intraurbanos. Se trata de una sustitución del abstracto concepto de área por el tamaño del mercado. Así, el área hexagonal homogeneizada por la teoría clásica, se adapta a la ilegibilidad espacial de los mercados que se superponen a diferentes niveles, y le ofrecen al consumidor una mayor y más variada oferta. El resto de criterios son la demanda variable del espacio, los rendimientos crecientes, las ventajas de la aglomeración y el número de actividades en un centro.
En añadidura, el académico complementa su teoría con una dialéctica bien definida entre los grupos poblacionales que constituyen a los consumidores, y a los grupos que constituyen la oferta, analizando, por ejemplo, cómo los consumidores buscan siempre maximizar los beneficios a menores costos, y en consecuencia, los grandes negocios se ubican cerca de las grandes aglomeraciones, donde hay una densidad y diversidad poblacional considerable.
Hacia el final del artículo, y después de una rigurosa comprobación empírica en territorio tijuanense, se verifica que el TLC, enfocada en la intensidad de la oferta y la demanda y el sector terciario de producción económica, encuentra un amplio grado de probabilidad en diversas zonas de Tijuana.
El artículo se encuentra disponible para consulta a través de: https://ojs2.fch.unicen.edu.ar/ojs-3.1.0/index.php/estudios-socioterritoriales/article/view/618