El envejecimiento implica un deterioro en la salud física y mental, lo cual se traduce en una disminución en la posibilidad de obtener un trabajo o realizar actividades remuneradas; es en este sentido que las personas de la tercera edad se vuelven -económicamente – dependientes, ya sea a través de un familiar o por medio de una pensión.
Es importante señalar que el hecho de llegar a la tercera edad depende de condiciones socioeconómicas que se enlazan a temas de salud, por ello la llegada de esta edad se puede presentar de manera desigual y responde a condiciones muy específicas como puede ser el ingreso recibido durante la vida laboral, la salud, la escolaridad, las relaciones familiares y sociales.
Envejecer es un futuro ineludible. A través del trabajo del Dr. Roberto Ham, investigador del Departamento de Estudios de Población de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef), se abordará una arista del envejecimiento y el panorama de las pensiones en México.
¿QUÉ VIENE CON EL ENVEJECIMIENTO?
El envejecimiento poblacional debe entenderse como el crecimiento de este sector en términos absolutos y porcentuales. Actualmente, de los más de 120 millones de mexicanos, el 7% de la población en México tiene 65 años o más; hay más personas de la tercera edad que niños y niñas menores de cinco años. Para 2050 la población que supere esta edad será del 20% (Ham, 2019). Con este panorama, es necesario pensar en el futuro, no solo atender los retos y problemas presentes, sino intentar disminuir el impacto.
De acuerdo al Dr. Ham, el problema no radica en el crecimiento de la población de la tercera edad, sino en las condiciones a las que llegan a esa edad y en los cuidados/atenciones que se requieren con la edad; al grado de generar dependencia económica, requerir atención médica y diversos cuidados. Estas atenciones son interdependientes, si una persona mayor presenta problemas de salud, requerirá una atención médica y medicamento, esto presenta para la familia un gasto adicional, dado que el adulto mayor ya no se encuentra económicamente activo; en ocasiones éste puede contar con una pensión, sin embargo, éstas no cubren las necesidades de la persona y es un sistema a punto de colapsar.
¿LA ILUSIÓN DE LAS PENSIONES?
El costo o pasivo contingente del sistema de pensiones de México va en aumento y llega a 156 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) del país, es decir, cerca de 36 billones de pesos, reveló Francisco Aguirre, director General de Valuaciones Actuariales del Norte, en entrevista (El Heraldo de México, 2019). En este sentido, María del Carmen Fernández, titular de la Unidad de Seguros, Pensiones y Seguridad Social de la Secretaría de Hacienda, explicó que dicha cifra es el costo a futuro. Coincide con las declaraciones del Dr. Roberto Ham en donde explica que los programas de pensiones son un compromiso a largo plazo.
El tema de las pensiones está presente en la agenda pública, porque es un sistema impagable (Ham, 2019). Para ejemplificar, una persona puede comenzar a cotizar su pensión a los 25 y retirarse a los 65 años, con una esperanza de vida promedio de 75 años (INEGI, 2016), al fallecer la pensión puede pasar al cónyuge y continuar el gasto público por más años.
Sin embargo, la insostenibilidad de este sistema proviene por parte de algunas paraestatales. El Dr. Ham expone que las y los trabajadores comenzaron con un sistema de pensiones en igualdad de condiciones con el resto de la población en México, sin embargo, que a través de los sindicatos se otorgaron mayores beneficios pero que no se vio aumentada la aportación económica por parte del trabajador. Un ejemplo de esto es que la pensión aumentó al doble y la jubilación se otorga cuando se cumplan 30 años de antigüedad, 28 en mujeres, sin importar la edad de la persona. Una persona puede retirarse a los 55 años y recibir una pensión por 20 años; lo que representa un mayor gasto público de lo que recibe el Estado por parte del contribuyente.
JÓVENES, ADULTOS MAYORES Y PENSIONES
En septiembre de este año El Economista publicó que la Asociación Mexicana de Administradoras de Ahorro para el Retiro (Amafore) y la consultora Buendia y Laredo, presentaron la encuesta “Ahorro y Futuro: ¿cómo viven los jóvenes en el retiro?”, como parte de los resultados se muestra que el 56% de la población encuestada, entre los 18-40 años, cree que necesitará un apoyo económico para cuando lleguen a la tercera edad y, aunque conocen de las Afores (79%), solo el 38% tiene una cuenta de ahorro. Por otro lado, el 57% señaló que tienen relación con adultos mayores y el 61% de éstos aportan dinero para las labores de cuidado; el 75% cree estar obligado a realizar estas labores.
Por parte del gobierno se ha invitado al ahorro voluntario por medio de las Afores, sin embargo, esta opción no permite resolver la crisis, de acuerdo al Dr. Ham. Una opción viable, señala, es el modelo implementado en países nórdicos en donde a las y los jóvenes se les brinda una buena educación y un sistema de salud funcional que les permita volverse sujetos productivos que permita generar ingresos para mantener a la población adulta; porque no se trata de ahorrar dinero, sino de tener productividad, para solventar a la población de la tercera edad del presente y futuro.
Referencias:
INEGI. (2016). Esperanza de vida. México: INEGI.
El Correo Fronterizo. (2019). Roberto Ham – Vejez y pensión en México. México: Diálogos desde la Frontera. (AUDIO)
Ham, Roberto, Berenice Ramírez y Alberto Valencia (2017), «¿Habrá pensiones?», en Coyuntura Demográfica, núm. 11, pp. 53-59.
Servín, A. (2019). Cómo piensa la juventud sobre su futuro. El Economista.