Tijuana, B.C., a 6 de junio de 2018.- En El Colegio de la Frontera Norte (El Colef), sede Tijuana, se realizó la conferencia “Forjando la vida después de la deportación: Circulaciones de cuidado interpersonal en familias transnacionales y comunidades locales de la región fronteriza de México y Estados Unidos”, la cual fue impartida Tobin Hansen, candidato a doctor en Antropología Cultural por la Universidad de Oregon.
Durante la ponencia, surgida de un adelanto de su tesis doctorante, el académico analizó las formas en las que los hombres deportados a la frontera norte de México, residentes de largo plazo en Estados Unidos, brindan y reciben cuidados a partir de su proceso de deportación y como se reconstruyen las masculinidades durante el proceso de adaptación.
En su trabajo de investigación, Hansen realizó una serie de entrevistas en Nogales y Puerto Peñasco con 56 deportados, de los cuales 35 de ellos estaban afiliados a una pandilla y tiene una edad aproximada de 41 años.
El ponente presentó el testimonio de Danny y Miguel, deportados de Phoenix y Los Angeles respectivamente, quienes explicaron que al llegar a México se desdibujan las fronteras sociales y se eliminan rivalidades, ya que al ser deportados no importa la pandilla a la cual hayan pertenecido, tejen redes de cuidado entre ellos mismos.
Respecto al cuidado a distancia el experto señaló que la familia o amistades en Estados Unidos se encargan de brindar apoyo al deportado e inclusive de hacerse cargo de deudas o gastos que se tienen en Estados Unidos. El cuidado a distancia puede darse a través del envío de remesas y/o recursos en especie, sin embargo, puntualizó que estos cambios en el rol de proveedor a no-proveedor afecta a los deportados al grado de sentirse fracasados.
En las entrevistas realizadas se encontró que los deportados reconocen su identidad en el otro, por ello suelen sentirse más cómodos con gente que vivió lo mismo que ellos. Por ese motivo, las redes de cuidado próximo se forman entre ellos a través del compañerismo, la asignación de actividades dentro del espacio que comparten para vivir, y siendo un soporte emocional.
El ponente comentó que los deportados en la región de Nogales no suelen relacionarse de manera personal con los pobladores de la ciudad, tanto por las barreras culturales, como por el prejuicio social que califica a estos hombres como “malandros”.
Destacó que en 2017 se deportaron a 59 mil 840 personas con antecedentes criminales y 84 mil 576 sin antecedentes, lo que refleja una política anti-migrante más severa. Agregó que de mantenerse esta tendencia, en la frontera de México será más común encontrar comunidades de deportados cuidándose entre ellos.
La conferencia “Forjando la vida después de la deportación: Circulaciones de cuidado interpersonal en familias transnacionales y comunidades locales de la región fronteriza de México y Estados Unidos” impartida por Tobin Hansen, fue transmitida a través de: https://www.colef.mx/evento/
