La aparición de la ciudad marca un antes y un después en la historia humana, al punto de que llegó a dividir antropológicamente a los grupos sociales entre nómadas y sedentarios. La ciudad marca la permanencia, el trabajo y la productividad, un ritmo de vida acelerado que consume a los individuos en pos de una lógica mecanicista, mercantilista y liberal. Sin embargo, el urbanismo, la disciplina que se encuentra a medio camino entre la arquitectura y la sociología, aparecería en un sentido tardío, para repensar la organización del espacio y optimizarla en pos de la habitabilidad.
Sin embargo, tendría que pasar un largo período de tiempo para que el urbanismo se estableciera como institución estatal, encargada de dirigir las obras de expansión y administración del suelo urbano en las ciudades grandes y medianas. En ese sentido, el prólogo marca la década del 70 como el inicio del auge para las megalópolis mexicanas, en los que empezaron a involucrarse activamente los tres sectores básicos que conforman la planeación urbana, a saber: la sociedad, el estado y el sector privado. En este sentido, operan tres grandes fuerzas análogas, que determinan las agendas de dichas instituciones: la económica, la estatal y el movimiento social.
En ese sentido, los académicos Gustavo Córdoba Bojórquez y María de Lourdes Romo Aguilar, adscritos a El Colef, abordan el tema de la planeación urbana desde la gobernabilidad, es decir, desde las instituciones de planeación urbana de México, a través del libro “Gobernanza urbana y metropolitana: la experiencia de los institutos de planeación en México”.
A través de un radiográfico análisis de 12 instituciones mexicanas dedicadas a la planeación urbana, el marco democrático en la visibilización de los agentes civiles y la consideración de las multinacionales e iniciativas privadas (a partir del giro neoliberal, el TLC, etc.), los autores analizan minuciosamente los logros, fallos y retos venideros de la administración metropolitana en México. Los autores resaltan, además, la venida de ventajas con la alternancia de poder, que ha dejado de lado el modelo productivo (asociado al crecimiento vertical) para devolverle agencia a los grupúsculos ciudadanos, para reunirse en colectivos y autodeterminar el uso de los espacios públicos.
Según los académicos, el gran acierto de las instituciones y la gobernanza es haber integrado el sentido participativo en la toma de decisiones respecto al qué se hará con cuáles espacios públicos, sacando a la población de la reducida agencia que los limitaba a poder elegir de entre una escasa lista de tecnócratas que tomarían decisiones de manera ajena al interés general. Se ha avanzando, remarcan, en temas como el cuidado ambiental, el enfoque de género y la seguridad ciudadana en el tránsito por las metrópolis.
Conclusoria y conscientemente, los autores rescatan el hecho de que los institutos de planeación urbana se encuentran a la vanguardia en cuanto a gobernanza, pues, a pesar de los períodos de gobierno finitos, la encarnizada competencia política y la presencia de la corrupción, se mantiene como una institución que tiene siempre presente su objetivo original, el de facilitar la toma de decisiones que beneficien tanto al grueso de la sociedad como a los intereses particulares de las minorías, en una convivencia armoniosa, eficiente y duradera, que garantice, para todos, el derecho a la ciudad.
El libro se encuentra disponible a través de: https://libreria.colef.mx/detalle.aspx?id=7895