La ligazón existente entre la migración y el urbanismo ha sido, acaso, escasamente estudiada. Un fenómeno curioso, cuando asumimos que la forma del trayecto geográfico determina, en gran medida, la experiencia de las personas en contextos de movilidad: climas, vegetaciones y faunas, culturas. Evidentemente, allí se aglomeran las urbes como espacios pertenecientes a la modernidad que, en tiempos recientes, se han ido configurando como receptáculos estructurados para recibir y alojar a una considerable masa migrante.
En ese sentido, también entran en juego las políticas migratorias nacionales e internacionales, con especial énfasis en la política norteamericana. Fue tal sistema jurídico, durante la administración del presidente Donald Trump, que endureció las políticas migratorias a tal grado que espacios como Ciudad Juárez o Tijuana acabaron convertidas en auténticos puntos de llegada para caravanas que esperaban a que a su proceso de solicitud de asilo se le diese seguimiento. De tal manera, en ambas ciudades se juntaron los esfuerzos de instancias tanto gubernamentales como privadas y civiles para crear un sistema que fuese capaz de construir redes de apoyo y estancia para las personas en contexto de movilidad.
Debido a esto, el artículo Infraestructuras humanitarias en las ciudades fronterizas de Ciudad Juárez y Tijuana, de los autores Dolores Paris y Emilio Alberto López Reyes, explora a fondo el funcionamiento bajo el cual operan estas instancias de apoyo migrante, buscando develar sobre todo los nexos que se forman dentro de ellas desde la política, el comercio y la sociedad civil, el cómo distintos niveles y clases de poder se organizan para lidiar con una problemática concreta. También se analiza cómo las condicionantes jurídico-políticas colaboran con el sector privado para crear una industria de la migración, de la cual, a su vez, sacarán provecho instancias privadas y públicas. Todo ello tomado en cuenta, además, a la luz de la emergencia sanitaria del Covid-19, y las consecuencias que su aparición trajo sobre el sistema migratorio de México y Estados Unidos.
La metodología y la fuente de trabajo se constituyen de manera conjunto, consistiendo en la existencia de dos investigaciones previas sobre políticas migratorias y sus efectos en el control fronterizo y la violencia dirigida contra los migrantes en ambas ciudades. Los autores recurrieron, además, a la observación de campo, la entrevista semiestructurada, y las cédulas y fichas para el procesamiento de todos los datos. Las encuestas fueron dirigidas hacia actores clave en el escenario de las estructuras humanitarias.
Es a través de la información obtenida durante las entrevistas que se pudo resolver el problema planteado inicialmente, la cuestión por el funcionamiento de las estructuras humanitarias/migratorias, la coadyuvancia del sector privado y público, etc. En ese sentido, se descubrió una síntesis según la cual la lógica humanitaria, es decir, los sistemas de alojamiento, alimentación y salud migrante, y la lógica securitaria, los filtros, las sentencias y las trabas burocráticas, pueden y de hecho funcionan de manera sincrónica y complementaria. Al tiempo que dirigen una serie de voluntades políticas, justifican su actuar en una labor que va en pos de un grupo desfavorecido.
Sin embargo, los autores también advierten de casos en que las instancias o estructuras migratorias se aprovechan del factor humanitario para solapar la agencia, la voz y la presencia de los mismos grupos migrantes a los que pretende defender. En ese sentido, se hace un llamado a reconocer la importancia de estudiar la interjección entre las necesidades de las personas en contexto de movilidad y las alternativas que ofrecen y ejecutan en conjunto los sectores gubernamentales, comerciales, sociales y civiles.
El artículo se encuentra disponible a través de: https://ref.uabc.mx/ojs/index.php/ref/article/view/1183