En 2022, se celebró uno de los eventos más relevantes dentro del deporte internacional, acaso solo comparable por su escala con Las Olimpiadas. Estamos hablando, desde luego, de la célebre Copa Mundial de Fútbol, acontecida en Qatar. En el contexto del capitalismo globalizador, semejante reunión de medios masivos, empresas deportivas y gobiernos de estados nacionales, solo puede resultar en una aparición abundante de fenómenos sociales. Uno de tales fenómenos es la manera en que se materializa, adentro de la migración, el subtema del deporte como afianzador de comunidades y amalgamas sociales.
El mundial se cita entonces como un ejemplo de las maneras que adquiere el deporte como crisol de voluntades políticas, comerciales y sociales. Miles de trabajadores migrantes fueron requeridos para los preparativos y la celebración de la Copa Mundial, así como muchos de los equipos que proveen a las selecciones nacionales de jugadores, son equipos que juegan en ligas del norte global. El deporte y la migración se cruzan, sin embargo, desde redes más reducidas y menos espectaculares: la contextura de comunidades y la reparación y conexión del tejido social.
En tal nivel se enfoca el artículo del doctor Luis Escala Rabadán, investigador de El Colef, en su artículo Migraciones, deportes y comunidades. El papel del deporte en la articulación de las comunidades migrantes mexicanas en Estados Unidos, en el que aborda la manera en que la práctica colectiva del deporte por parte de migrantes mexicanos que viven en la nación estadounidense les funciona como catalizador de relaciones y vínculos sociales, potenciales a desarrollarse en verdaderas comunidades migrantes, que favorecen la ascensión social y el capital social de sus miembros. También se incluyen, desde luego, las prácticas de afición respecto al deporte, como el seguimiento de los partidos de algún equipo que juegue en representación del lugar del que los migrantes provienen.
De esta manera, el académico focaliza casos como los del Club Pachuca de fútbol, en el que los migrantes hidalguenses encuentran representación transnacional y motivo de reunión y celebración junto a sus paisanos (el llamado “paisanaje”). Asimismo, se aborda la manera en que las comunidades deportivas, surgidas de manera local, ayudan a migrantes recién llegados a incrustarse en las coreografías sociales y político-económicas que a partir de tal momento regirán sus vidas.
El deporte queda establecido, a su vez, como motor identitario que permite forjar una personalidad colectiva a la vez que funcional desde lo individual, sea en la cancha o fuera de ella, en las gradas o en la sala de televisión, siempre se está configurando una densa trama de interrelaciones simbólicas y sociales alrededor del deporte, más si hablamos de contexto en que los individuos se encuentran separados de los lugares que han delimitado sus identidades hasta el momento de la migración.
Finalmente, se concluye la efectividad del deporte como afianzador de las amalgamas sociales, comunicador intergeneracional y productor de modelos de liderazgo, reclamador de espacios públicos en pos de la sociedad civil, herramienta de inserción para los recién llegados. Queda, a su vez, la necesidad de orientar las investigaciones de carácter migratorio, también, hacia las relaciones que la migración adquiere para con el ámbito deportivo.
El artículo se encuentra disponible a través de: https://journals.tplondon.com/yeiya/article/view/3083/2298