El día de hoy, 19 de agosto, se ha anunciado que los trabajadores de GM-Silao han votado por no al contrato colectivo que tenía con el Sindicato “Miguel Trujillo” de la CTM, el 55% de los trabajadores votaron por no ratificar su contrato colectivo https://www.milenio.com/negocios/motors-trabajadores-silao-rechazan-contrato-colectivo-ctm, esta decisión conduce a la cancelación del contrato colectivo al interior de la planta. El resultado ha cobrado relevancia nacional e internacional, primero porque se considera el inicio de la democratización sindical que se prevé en la Nueva Ley Federal del Trabajo (NLFT), promulgadas el 1 de mayo de 2019, segundo por la relación estrecha que tiene con el capítulo 23 del TMEC y tercero por realizarse en una sector clave para la economía internacional, como lo es la industria automotriz.
La votación, suspendida con anterioridad por irregularidades, fue monitoreada por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), el Instituto Nacional Electoral (INE), la Organización Internacional del Trabajo (OIT), además del acompañamiento a los trabajadores de organizaciones sindicales como la FESIIAAAN y organizaciones de apoyo laboral como el CILAS y el MST. El resultado ha sido recibido con beneplácito y muchas expectativas por la mayor parte de la comunidad laboral nacional e internacional, considerándose como el inicio de un proceso de democratización sindical en México. Si bien resulta positivo, el resultado debe tomarse con mesura y considerarse más como el inicio de un camino bastante largo por recorrer en donde hay más incertidumbres que certidumbres para los trabajadores, por lo hay que estar conscientes de los retos futuros que se avizoran para que este resultado se convierta en un avance sustancial laboral.
La euforia con la que ha sido recibido el triunfo me recuerda la euforia que percibí en varios movimientos laborales en maquiladoras en donde se pensaba que al ser reconocido el sindicato todo sería mejor, pienso en Kuk Dong en Puebla en los años noventa, y el SNITIS, desprendido del Movimiento laboral en Matamoros en el año de 2019, en donde se cifraron expectativas de nuevos tiempos, pero que la realidad mostró lo difícil que era avanzar para concretar realmente un mejoramiento laboral. ¿Por qué es tan difícil avanzar? Primero, porque en materia laboral, las coyunturas no dan cuenta de toda la complejidad laboral que subyace detrás de este tipo de acciones y decisiones. Segundo, porque los resultados muchas veces son transmitidos por organizaciones, líderes, prensa, más que realmente por la base trabajadora, sin negar que haya participación de ellos, creo que el protagonismo de los trabajadores de base ha sido opacado en estos procesos, cuando son ellos, los que cuentan con la experiencia, conciencia e incluso experimentado los miedos ante los cambios, y finalmente, porque el camino legal a seguir para formalizar el triunfo laboral no es del todo claro. Una mirada más objetiva debería no solo los avances sino los obstáculos que se vislumbran en el camino solo hacia una democratización sindical, que parece ser el punto central de esta lucha para algunos, sino al mejoramiento laboral y sindical de miles de trabajadores, y eso significa poner como actor central a los trabajadores, no solo como votantes sino como hacedores de su propio tipo de organizaciones. El proceso no es fácil. En particular menciono las siguientes razones.
Primero, hay una incertidumbre no solo por parte de los trabajadores sino de los mismos empresarios, de que sigue después del no reconocimiento de un contrato colectivo. La legitimación de GM-Silao cobró importancia por los factores antes enunciados, pero desde hace meses distintos sindicatos locales en todas las ramas económicas experimentan esta legitimación. La mayor parte de los trabajadores, por lo que he investigado, asisten a ella con la información mínima o superficial de lo que implica su voto, y el desconocimiento legal del camino que se inicia con este voto. Cito un ejemplo: hace poco más de un mes una persona en el área de Recursos Humanos de una maquiladora me comentaba que en su planta había perdido la votación el principal sindicato de Matamoros, y me preguntaba que, si eso significaba que ya estaban con el SNITIS, sindicato surgido del movimiento de Matamoros. Le comenté que no, que hay todo un proceso que hay que seguir para validar un nuevo sindicato, en donde debe haber una votación, en donde puede participar incluso el mismo sindicato que perdió la titularidad, para elegir a la nueva organización. La misma incertidumbre o poca claridad en el proceso a seguir la percibí en la conferencia de prensa que se dio esta mañana sobre los resultados obtenidos en GM. Aquí el punto relevante es que si los trabajadores no están plenamente informados y concientizados de lo que se está decidiendo pueden caer en manos de organizadores o líderes vividores que lo que menos le importan son los trabajadores.
Segunda, se ha mencionado y cuestionado mucho la participación de organizaciones sindicales y de apoyo a los trabajadores, particularmente de las organizaciones internacionales, que se ha considerado como injerencia en asuntos laborales. Me parece que esta opinión responde al nacionalismo histórico que ha caracterizado a México. Sin embargo, en un tiempo de apertura comercial, la participación de organizaciones internacionales debería de plantearse en lugar de visualizarse como injerencia podría considerarse como alianza, acompañamiento, apoyo, porque al final son los trabajadores quienes votan y deciden lo que ellos consideran más adecuado, y eso creo que también lo deberían tener claro las organizaciones que acompañan los procesos. Por su parte, las organizaciones laborales locales y nacionales, deben entender que la fortaleza de su movimiento deviene de ellas no de factores externos, el apoyo internacional solo los debería fortalecer, pero no ser el elemento central de su triunfo. Así pues, bienvenido el apoyo solidario de parte de todas las organizaciones laborales nacionales e internacionales siempre y cuando respeten la autonomía y capacidad de decisión de los propios trabajadores.
Finalmente, la STPS podría aprovechar este momento y difundir de manera más clara y generalizada para todos los trabajadores mediante materiales de divulgación lo que implica la legitimación de un contrato colectivo. De momento, el escuchar, en la conferencia ofrecida por los resultados en GM, que “desaparece lo colectivo”, dado que deja de tener vigencia el contrato colectivo, resulta por demás inquietante, a pesar de existir una declaración de que se “respetaran los derechos adquiridos”. Uno no deja de sentir una indefensión laboral o percibir un vacío de poder, y de pensar en el difícil camino que le espera los trabajadores para reconstruir “lo colectivo” en donde participen no solo los compañeros que votaron por la no ratificación sino los que ratificaron el contrato. Ese es quizá el reto principal ¿cómo crear consensos desde la base obrera para que realmente este resultado se convierta en un avance sustantivo de la clase trabajadora mexicana? La respuesta solo la tienen los trabajadores.
Dra. Cirila Quintero
El Colegio de la Frontera Norte