A casi un año del primer brote por COVID-19 en Wuhan en diciembre de 2019, el balance es muy lamentable ya que entre los estragos más sensibles de la pandemia destacan los cerca de 1.3 millones de muertos a nivel mundial, de los cuales México ha contabilizado en sus cifras oficiales más de 100,000 decesos, formando parte de uno de los 10 países con mayor número de defunciones relativas a esta crisis, sin contar el millón y medio de personas contagiadas actualmente. Así, buscando lograr su contención y control, la Organización Mundial de la Salud emite distintas recomendaciones no solo para los gobiernos de la comunidad internacional, sino también para ser atendidas por las personas de forma individual, destacando aquellas relativas al autocuidado.
Si bien cada gobierno decide las estrategias que aplica para enfrentar la emergencia sanitaria, no deben olvidarse que entre sus principales obligaciones está el garantizar a la población todas aquellas condiciones necesarias para su desarrollo y trascendencia, y que en tiempos de pandemia deben orientarse principalmente a la protección de la vida y la salud, al acceso a los servicios de sanidad y de mantener informados a los ciudadanos de forma oportuna, real y transparente, especialmente a los grupos en situación de vulnerabilidad.
Así, México lanza la ¨Jornada Nacional de Sana Distancia¨, medida que al recrudecerse el nivel de contagios se reforzó con la campaña ¨Quédate en Casa¨, enmarcada con una serie de acciones preventivas a través de la Secretaría de Salud, respaldadas y robustecidas desde los gobiernos locales en cada entidad federativa, mismas que se tradujeron en la suspensión indefinida e inmediata de las actividades no esenciales, la restricción de los cruces fronterizos, la migración de las actividades escolares hacia ambientes virtuales, el cierre de guarderías, la restricción de los servicios religiosos y eventos concurridos, entre otras y que han afectado sensiblemente a los diferentes sectores productivos del país.
Pero también se ha enfatizado en la difusión masiva sobre las formas de contagio, los síntomas del padecimiento y las acciones a realizar en caso de presentarse, pero especialmente, de las acciones de cuidado comunitario y autocuidado, que debe adoptar la población para mantenerse a salvo del COVID-19, enfatizando el quedarse en casa tanto como sea posible, tener un distanciamiento físico de mínimo un metro y medio, llevar cubre boca en todo momento, lavarse las manos frecuentemente y evitar las aglomeraciones, por señalar algunos.
Lamentablemente debido a las condiciones de desigualdad social existentes, un gran porcentaje de la población experimenta condiciones de pobreza y pobreza extrema, además de la gran cantidad de personas que trabajan desde la informalidad, cuya supervivencia depende directamente de los ingresos que puedan lograr diariamente, por lo que se ven en la necesidad
de salir de sus hogares a buscar el sustento de su familia, y que consecuentemente los mantiene en una situación de alto riesgo de contagio.
Pero existe otra parte de la población, que sale a la calle por gusto y lejos de respetar las medidas de distanciamiento social, mantiene una conducta egoísta e irresponsable, muestra de ello fueron los acontecimientos del pasado 31 de octubre en el algunos sectores como el centro de Tijuana, donde las personas no solo omitieron deliberadamente el uso del cubre boca, mantuvieron aglomeraciones en lugares públicos, además de incrementarse las fiestas COVID, desestimando con ello que sus acciones agudizan los niveles de contagio y la consecuente saturación de los sistemas de salud, especialmente las camas de los hospitales que resultan insuficientes ante la emergencia, además del desabasto de medicamentos, ocasionando en algunos casos (como en Chihuahua), tiempos de espera de más de 30 días para acceder a servicios funerarios, por la gran cantidad de defunciones que se presentan.
Ciertamente las condiciones actuales agudizan la problemática social, y con frecuencia se experimenta desánimo y desaliento, sin embargo no debemos perder de vista que la única forma que tenemos de salir menos afectados de esta pandemia, dado su nivel de letalidad, será desde la solidaridad y fraternidad, poniendo especial cuidado con quienes experimentan una situación de mayor vulnerabilidad, en la inteligencia de que en gran medida la reducción de contagios y de muertos, es también nuestra responsabilidad, de ahí que debemos asumirla a cabalidad y adoptar en todo momento las acciones indicadas de auto cuidado y cuidado a los demás, privilegiando en la medida de lo posible, el uso del cubre boca, mantener sana distancia y especialmente, quedarse en casa, de lo contrario, solo podremos decir: ¨Bienaventurados los que andan en la calle, porque pronto verán a Dios¨.
En memoria de quienes han perdido la batalla.
Rosa Isabel Medina Parra
El Colegio de la Frontera Norte