En días recientes, se publicó el Índice Global de los Derechos de la Confederación Sindical Internacional (CSI) 2024, basado en una encuesta en 151 países con 97 indicadores que recuperan el cumplimiento de los convenios de la OIT, y distintos aspectos referentes al legislación laboral, los resultados son preocupantes, aquí algunos datos: en el 87% de los países se ha vulnerado el derecho de huelga y en el 79% el derecho a la negociación colectiva, el 75% de los países excluye a los trabajadores del derecho a establecer o afiliarse a un sindicato, en el 74% de los países se ha impedido el registro de sindicatos, en el 65% de los países los trabajadores carecen de acceso o tienen un acceso restringido a la justicia, en el 43% de los países se ha restringido la libertad de expresión y de reunión, en 74 países se han efectuado arrestos y detenciones de trabajadores, en 44 países se han dado casos de trabajadores que sufrieron actos de violencia, y, por demás preocupante, 22 sindicalistas han sido asesinados, (https://csa-csi.org/2024/06/13/csi/), En pleno siglo XXI, de acuerdo con estas estadísticas: organizarse sindicalmente y ser sindicalista parece un peligro.
El índice evalúa en una escala del 5 al 1, en donde el 5 son las peores condiciones, en materia de organización sindical, contratación colectiva y respeto al derecho de huelga. El índice da cuenta de un retroceso laboral en todos los países, como región Europa es la mejor ubicada con 2.2, en tanto que África se sitúa en el nivel 5. El índice hace necesario una serie de reflexiones en torno al mundo laboral y la forma de organización y de protección para los derechos laborales. Frecuentemente, me preguntan, si estoy en favor de los sindicatos, mi respuesta es afirmativa, creo en los sindicatos como la forma central de organización colectiva para defender a los trabajadores, pero también he mencionado la relevancia de que los sindicatos deben tener una posición más ofensiva y de involucramiento de sus bases para convertirse en genuinas representantes de los derechos laborales. Más allá del nombre de “independientes”, “autónomos”, “oficiales” e incluso “charros”, la esencia central del sindicato debería ser la representatividad e inclusión de los trabajadores en las decisiones que les afecta en sus lugares de trabajo y en la manera como se toman las decisiones internas. En caso de no cumplir con estos requisitos, resulta difícil considerarlo una organización laboral representativa. Sin embargo, el apoyo a los sindicatos, no es una idea popular y aceptada por las empresas, particularmente las más relevantes a nivel internacional, como TESLA, cuyo dirigente sigue oponiéndose a la organización sindical de sus trabajadores, en otros servicios y tiendas comerciales de presencia internacional se prefiere pagar más a tener sindicato, y otros trabajadores más como los de plataformas, se le niega el derecho a la sindicalización, y otros como los que laboran en la economía informal, ven al derecho de organizarse como una quimera.
En América Latina la situación también es preocupante, recientemente tuve la oportunidad de participar en dos conferencias sobre la temática, especialmente por el avance de la derecha y la extrema derecha que atacan a los sindicatos, en otros, como Argentina, la situación económica, complica aún más la situación, en otros países, la represión, como en El Salvador, resulta preocupante, otros países están inmersos en el debate de aprobación de nuevos códigos laborales, que más que mejorar parecen amenazar o acortar el derecho a la organización sindical.
¿Y en México?, el índice de CSI nos ha situado en el nivel 5, es decir, entre los países que más se violan los derechos laborales (https://www.eleconomista.com.mx/empresas/Ranking-revela-violacion-sistematica-de-derechos-laborales-en-Mexico-20240617-0141.html), la ubicación resulta preocupante dado los cambios laborales favorables, una nueva ley federal del trabajo, que busca incentivar la organización sindical, fortalecer la contratación colectiva y agilizar la justicia laboral, más preocupante porque anteriormente México había sido situado en la posición 4 y ahorita volvió a la posición 5. Algunos analistas del Observatorio Laboral de la Ley Federal del Trabajo, han considerado que no es una evaluación que recupere los avances recientes que se han hecho en México, aún y cuando según se explica la evaluación se levantó recientemente.
Como analista que ha seguido la evolución laboral y sindical por tres décadas, creo que la evaluación, refleja en parte la realidad mexicana, aunque coincido con otros analistas que habría que hacer estudios laborales con más detalles. El informe, en mi opinión, da cuenta de algunas problemáticas laborales que no fueron resueltas a pesar de toda la maquinaria legal que se instituyo y la inversión económica para implementar la reforma laboral, no hay avances sustanciales, como dan cuenta los mismos datos oficiales, en materia sindical solo avanzamos del 12 al 12.7%; en materia de contratación colectiva, solo se legitimaron el 21% de los contratos colectivos, que representaban 30,526 contratos de 139,000, registrados, es decir formalmente 79% de los contratos colectivos desaparecieron. La impartición de justicia, a pesar de los nuevos Centros de Conciliación y Registro Sindical (CCRS), no se hizo más eficiente, algunos de los sindicatos independientes que se formaron necesitaron más de dos años para ser aceptados, ¿la razón? Pese haber ganado las votaciones, las empresas dilataron, o se negaron, a la firma de contrato colectivo, sin que ninguna instancia laboral, los obligará a cumplir con esta resolución, otros trabajadores que se fueron a la huelga, la fuente de trabajo desapareció como NOTIMEX, y otras, como el caso de los trabajadores de dos maquiladoras, que huyeron del país, aún con una resolución favorable por parte del (CCRS), siguen esperando a ser indemnizados, a más de un año de su conflicto. Finalmente, la reforma laboral, con todas sus limitaciones, solo le llego a unos cuantos a los sindicalizados, sobretodo en la industria automotriz, otros como los no sindicalizados o los trabajando en la informalidad, siguieron estando en la sombra y carente de todos los derechos laborales que como trabajadores deberían tener.
Algo falto para que la enorme reforma que se esperaba en el terreno laboral no aconteciera. He escuchado algunos abogados que expresan que los responsables son los trabajadores “por no aprovechar el momento”, en mi opinión, ellos pueden haber tenido parte de responsabilidad, pero la mayor responsabilidad del no avance debería recaer en la parte gubernamental, dado la ausencia de información suficiente a los trabajadores sobre los cambios, y en la actitud no responsable de las algunas empresas nacionales y transnacionales que no se apegaron al cumplimientos de las nuevos requerimientos laborales e incluso que pulverizaron otros avances laborales, como el aumento salarial, (https://www.milenio.com/opinion/varios-autores/corredor-fronterizo/la-inflacion-de-la-codicia). Dado lo anterior, resultados como los publicados por la CSI, en vez de producir enojo, debería obligar a las instancias gubernamentales, sindicales, empresariales y los distintos agentes involucrados en la agenda laboral a una revisión estructural, con la autocrítica, como elemento central, de cómo enmendar el camino para saldar las deudas que tienen con los trabajadores del país.
Cirila Quintero Ramírez
El Colegio de la Frontera Norte
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