El pasado 16 de septiembre, una amiga, residente en Piedras Negras, me envió dos videos en donde se observaban miles de migrantes, mayormente de haitianos, apretujándose en un puente internacional cercano al Río Bravo, se trataba de los límites entre Ciudad Acuña, Coahuila y Del Río, Texas. Otros contactos en Acuña me comentaban que se calculaban que eran entre 10,000 y 12,000 migrantes los que habían arribado en diferentes autobuses de pasajeros y se esperaba otros miles más. Una realidad preocupante en una ciudad de 165,000 habitantes y con profundas carencias urbanas y sociales. Las imágenes y testimonios en los días siguientes mostraron situaciones y escenas peores: miles de migrantes cruzando el Río Bravo en ambos lados de la frontera, sin precaución alguna. Un Río Bravo, en apariencia calmado, pero con corrientes irregulares que puede variar su cauce de manera abrupta, y arrastrar a las personas que los cruzan sin protección alguna, precisamente hoy, se ha dado a conocer la muerte de cuatro personas, uno de ellos un menor, al cruzar el rio, https://www.milenio.com/estados/coahuila-migrantes-haitianos-mueren-ahogados-cruzar-rio-bravo. También se difundieron vejaciones contra la dignidad humana de estos migrantes, el caso más extremo de los miembros de la Border Patrol lazando a migrantes haitianos. Los testimonios de estos migrantes evidencian que las violaciones de distinta índole las están experimentando desde el Sur de México.
Por la dimensión numérica, Acuña ha acaparado la importancia y los reportajes sobre esta migración haitiana, sin embargo, en los días recientes, ha fluido información en torno a que distintos contingentes se han extendido por todo el Noreste de México, ciudades como San Fernando, Reynosa, Monterrey, Monclova, han recibido y albergado a estos migrantes en sus localidades. Quiero centrar está reflexión en el caso de Acuña no solo por su importancia coyuntural sino por el impacto social que ha tenido la migración interna e internacional en esta pequeña localidad del norte de México, desde los años noventa, es decir, hace treinta años que la han conducido a ser una ciudad con profundas carencias urbanas y fuertes costos sociales.
Previamente, habría que mencionar que la avalancha migratoria recién llegada, no puede verse como una crisis migratoria, sino como resultado de un sistema desigual en donde las incapacidades gubernamentales, en todos sus niveles, para dar una vida digna a sus habitantes, los expulsa para buscar nuevos espacios de vida. Estos individuos y comunidades expulsadas, se desplazan en busca de espacios que les ofrezcan empleo o alguna oportunidad que les permita un futuro mejor para ellos y su familia. Algunos de estos espacios han sido idealizados, exaltando sus oportunidades, ventajas y ocultando sus desventajas e incertidumbres, tal es el caso de Ciudad Acuña.
Visualizar los eventos migratorios como crisis, como han sido tratado temáticas como la migración infantil, las caravanas de migrantes centroamericanos o esta migración masiva conduce a una visualización coyuntural del problema migratorio en lugar de verlo como un problema endémico del sistema, llámese capitalista o socialista. Como bien expresa Fernando Escalante, la problemática migratoria es sistémica y mundial, https://www.milenio.com/opinion/fernando-escalante-gonzalbo/entre-parentesis/no-es-una-crisis, y por lo tanto su resolución ameritaría la participación de diversos actores gubernamentales y sociales, locales, nacionales e internacionales. Sin embargo, los actores gubernamentales, centrales en la toma de decisión, parecen no estar interesados en su solución. Al menos así lo muestran su ausencia en encuentros gubernamentales internacionales, como la reciente asamblea de la CELAC en México, en donde el tema migratorio estuvo ausente.
Ante la omisión de los actores gubernamentales, quien ha asumido los costos de la migración han sido los gobiernos locales y las ciudades que han recibido esta migración, tal es el caso de Ciudad Acuña, que de ser un poblado pequeño hasta los años ochenta, en la primera década del siglo XXi rebasó los 150,000 habitantes. La razón: el auge de la industria maquiladora. A esta ciudad llegaron miles de coahuilenses de otras localidades con fuerte desempleo, como fue el caso de la región minera, pero sobre todo llegaron miles de veracruzanos, atraídos por el auge maquilador de la ciudad. Empero, al igual que en otras ciudades, el crecimiento no fue aparejado al mejoramiento social, por el contrario, en la segunda década del presente siglo, Acuña experimentó una recesión económica importante, que dejó sin empleo a muchos migrantes, y acentuó sus rezagos sociales.
A pesar de estas problemáticas, las ciudades fronterizas coahuilenses, Acuña y Piedras Negras, adquirieron relevancia como ruta alterna a la tamaulipeca, particularmente a partir del 2010, en que se registraron las muertes de migrantes en San Fernando, por sus caminos bastante áridos y peligrosos comenzaron a circular migrantes centroamericanos de manera grupal desde el 2013. Me tocó visualizar, viajando vía terrestre de Nuevo Laredo a Piedras Negras, en transporte público, contingentes de migrantes centroamericanos, bajándose en espacios áridos con una temperatura mayor a los cuarenta grados e internarse por los ranchos de la región. La forma en que se conducían, las escasas pertenencias que llevaban indicaban que respondían a instrucciones muy claras. Me pareció un problema preocupante que comenté con funcionarios estatales de la época que no le concedieron importancia, y me expresaron “andan por dondequiera”, en lugar de delinear un programa para su protección.
El corredor migratorio partía desde Saltillo y llegaba a la frontera de Acuña y Piedras Negras, más tarde, la problemática regional se complicaría, la frontera denominada antes frontera blanca, por la ausencia de conflictos y de eventos violentos, se tiñó de rojo con la llegada y dominio de grupos delincuenciales y sumió a la región en la violencia y la incertidumbre social. Experimenté esta incertidumbre en algunos de mis viajes a la Dirección de Piedras Negras, de El COLEF. El grado más alto de la violencia en la región fue su involucramiento en la matanza de Allende. A pesar de todo ello, la migración siguió llegando, de acuerdo a las declaraciones de sus funcionarios: “desde hace un par de años han estado viniendo personas, en un principio de países como Cuba, Venezuela, Nicaragua; desde África como el Congo o Angola, todos buscando lo mismo, cruzar a Estados Unidos y buscar un asilo político”, https://www.milenio.com/estados/coahuila-migrantes-haitianos-mueren-ahogados-cruzar-rio-bravo.
La difusión de rumores digitales, la idealización de ser un espacio de cruce a Estados Unidos sin muchos problemas, y la participación de otros actores, como el crimen organizado, pueden ser algunos factores que hayan propiciado este fenómeno migratorio, sin embargo, los factores explicativos esenciales radican en el olvido histórico y el desapego gubernamental que las autoridades han tenido tanto en las localidades de origen de estos migrantes como en las comunidades fronterizas a las que están llegando y en las que quizá se queden a radicar ante la imposibilidad de poder cruzar a Estados Unidos.
Dra. Cirila Quintero Ramírez
El Colegio de la Frontera Norte