Vivir en la zona metropolitana de Monterrey, de 5 millones de habitantes, que ha estado creciendo de forma extensa y dispersa y con islas de alta densidad poblacional en las periferias, cada vez es más sufrible que disfrutable. Sobre todo para los sectores de la población que están menos equipados para afrontar las dificultades que traen consigo las largas distancias y una infraestructura urbana deficiente. Es decir, para aquellos que viven en esas colonias periféricas de alta densidad y que carecen de auto, y no tienen la capacidad económica para escoger los lugares donde puedan atender sus problemas de salud; llevar a sus hijos a estudiar; un trabajo de calidad, etcétera.
A raíz de esto, los gobiernos estatales y locales desarrollaron planes de repoblamiento en las partes centrales de la metrópoli. Así emergió esta idea de organizar el espacio por medio de distritos. Surgiendo así los programas parciales de: Distrito Tec, Distrito Independencia, Distrito Alameda, entre otros. En estos planes, el gobierno de Monterrey y el del estado de Nuevo León se apoyaron en las universidades privadas como la Universidad Regiomontana y el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.
La idea detrás de estos planes es construir las condiciones urbanas para re-densificar la parte central de la metrópoli, apoyándose en el capital inmobiliario. Desafortunadamente, los diagnósticos que dieron pie a estos distritos eran guiados bajo una óptica técnica donde parecía que todos los grupos sociales están en un mismo nivel de poder, libertad e ingresos económicos. El modelo de clase social era el de clase media y alta. De tal manera que cuando empezaron a materializarse los distritos, la vivienda vertical construida, que es el corazón de estos proyectos, continúa respondiendo a este perfil de pobladores.
Los minidepartamentos que se están vendiendo en el centro de Monterrey tienen precios artificialmente altos (más de 45 mil pesos por metro cuadrado de construcción) y están presionando al alza los precios del suelo urbano en la zona. Lo que ha generado una alta especulación y el desarrollo de estrategias agresivas de acoso inmobiliario. Comparando los precios de los departamentos en San Pedro (80 mil pesos por metro cuadrado) con los del centro, el margen de maniobra para la especulación es muy alto.
Quienes ya han sufrido claramente el acoso inmobiliario han sido los habitantes de la colonia Independencia. Basta con leer el texto de Brisa Carrasco Gallegos llamado “Movilización social ante la gentrificación por desposesión para la especulación urbana. Colonias Independencia, Tanques de Guadalupe y América II, Monterrey, México”, donde se especifican las formas de acoso presentes durante el pretendido desarrollo del megaproyecto urbano: Interconexión Vial Monterrey-San Pedro Garza García. Enumero tres formas de varias que se documentan en el texto: primero, construir un discurso de parte de los interesados del proyecto, marcado por el estigma que califica a los habitantes de las colonias como posesionarios, ocupantes ilegales de sus predios, considerando a la zona como peligrosa e insegura. Demeritando socialmente el área se buscaba presionar a los habitantes para que aceptaran propuestas de venta de sus propiedades a bajos precios.
Otra vía fue la de descuidar los espacios públicos, no invirtiendo en banquetas y calles. Esta estrategia de degradación intencional del espacio urbano ha sido profusamente utilizada por las autoridades de la ciudad para después crear las condiciones para que el capital inmobiliario “rehabilite” la zona, aprovechando una opinión pública favorable de los medios de comunicación y un Congreso del Estado que legaliza esta renovación. El ejemplo más claro es el parque La Pastora y la creación en su interior del estadio de futbol soccer de los Rayados de Monterrey.
Pero la estrategia más cruel, por lo sutil que es, es la documentada en el texto mediante entrevistas con residentes de las colonias afectadas. Sociólogos expertos de una asociación civil se introducen en la colonia La Campana, se ganan la confianza de los habitantes y les gestionan recursos para regularizar legalmente sus propiedades, para después, a nombre de la asociación civil, realizar compras legales de propiedades. Así, hacen ver que la venta de propiedades a bajo precio fue voluntaria.
Hasta ahora, los megaproyectos que se mencionan en el escrito de Carrasco han sido detenidos por la resistencia de la población, pero bajo este contexto de la búsqueda de la redensificación de las zonas centrales, para beneficio de las clases medias y altas, la colonia Independencia y el centro de Monterrey se han vuelto áreas claramente apetecibles para el capital inmobiliario y éste no dejará de estar presionando de manera política y económica para su transformación.
Dr. Mario Alberto Jurado Montelongo
El Colegio de la Frontera Norte