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En enero de este año viajé de Monterrey a Reynosa con unos amigos. Llegando a la colonia Vista Hermosa, a un costado de la carretera, estaba la estatua de un gallo. Dijo el lugareño:
–Allá mataron al cantante Valentín Elizalde. La estatua homenajea al “Gallo de Oro”.
Era un gallo de bronce, con una base en forma de jaula –en fotos se percibe otro gallo blanco, chiquito, entre las barras–; parece que tuvo iluminación. Con el palenque de fondo, estaba sin señalizar, ni placas de homenaje; aislada, entre tráileres:
–A veces le traen velas.
Curioso, pero no me cuadraba. Si –se dice– asesinaron al sonorense por denigrar en una canción a un grupo criminal de la región, ¿por qué en un bastión como esta ciudad fronteriza pervive un homenaje?
La historia es menos lineal:
- Estatua itinerante. Instalaron la estatua en enero de 2012, aunque en otro lugar, en un camellón a la entrada de la colonia. Al principio de colocarla, la sustrajeron, “pero la devolvieron [tras un día] sin incidentes” (Borderland Beat, 21/1/12, comentario 9:28 AM). Ahora está adentro de la colonia, cerca de donde mataron a Elizalde. No erigieron la estatua ex profeso, sino que proviene de un restaurante carretero en La Ribereña, a la altura de la localidad de Venecia, municipio Gustavo Díaz Ordaz (blog Chuy News, 16/1/12). Una fuente diazordazense me dice que el sitio se llamaba “Punto Vene” y ya no existe. Según The Monitor (20/1/12), tras morir un delincuente, dueño del establecimiento, la estatua se trasladó en su honor, por ser la colonia donde vivió o tuvo casas de seguridad. El blog citado, empero, señala que cambió de territorio, “incautada como trofeo de guerra”. Mi fuente local coincide en el robo (¿quizá fue un robo/recuperación?) y añade que el dueño mandó hacer otra estatua, de cemento. Recordemos: La Ribereña fue un epicentro del “alzamiento” o reagrupación en 2010 de la organización del Golfo contra Los Zetas. La zona, hoy, es un lugar “resguardado; carro que pasa, carro que se anuncia” y es preferible ir con “salvoconducto”, como me comenta un conocedor matamorense.
- Homenaje. Al ex policía matamorense (“Comandante M3”, por su rol en la facción “Metros” de Reynosa) y su supuesto escolta (policía adscrito, precisamente, a Díaz Ordaz) los hallaron asesinados en un vehículo, en la Reynosa-Monterrey en septiembre de 2011. Meses después se coloca la estatua, con coronas de flores en su homenaje (foto 1 del blog). Al año aparecen lonas recordando al fallecido, al menos, en Tamaulipas y Puebla. Es más, un video muestra una capilla del individuo en Reynosa, con estatuas de un tigre y dos gallos, junto a fotos personales e imaginería religiosa (MetaTube, 19/6/13). Un post de Valor por Tamaulipas se pregunta si la capilla está en terreno privado o público, pues “hay una comandancia de policía en la esquina”. Tajante sobre la estatua del gallo, dice: “lo terminaron sacando ellos mismos [los delincuentes] y colocándolo en el palenque, aún sabiéndose a quién y por qué estaba colocado ahí”. Esa intocabilidad la resumía un forero de Todo por México (28/1/12, mensaje número 23), al recoger una plática privada: “todos los días tiene flores y demás”; además, la estatua sería la “reafirmación del pacto del cartel de sinaloa y el cdg en contra de los zetas” (original en minúsculas). También The Monitor alude al gallo como “una señal de la alianza fortalecida entre los cárteles del Golfo y Sinaloa”.
- Capas de sentido. Esas impresiones fueron casi una década atrás. En la actualidad, quien de pasada vea la estatua, se dirá:
–Un gallo anunciando el palenque.
Alguien más conocedor, agregará:
–Puede ser, pero también es un homenaje al Gallo de Oro.
Eso predomina en redes sociales, con la paradoja de que, tras la muerte de Elizalde, sí le erigieron cerca “una pequeña estatua de altar […], pero rápidamente la derribaron” (The Monitor).
Otro dirá:
–Ojo, no es tan sencillo; cuando lo matan había unos pleitos y ahora hay otros.
Lo completarán historias de nota roja. Por ejemplo, un “comandante” de equis facción criminal, “encargado de la comitiva de Río Bravo que están entrando a Reynosa”, posó ante la estatua (Reynosa Código Rojo, 2/10/18, foto 4). Como las de la Santa Muerte, señala y demarca; por eso, cuando colocaron el gallo, foros militares pedían su destrucción o traslado a un museo del ejército.
En fin, mantener la estatua genera, ahora, varios mensajes. Un homenaje permitido a Elizalde, tan ambiguo como para identificarlo con su revés: El homenaje a alguien que, cuando el asesinato, era del bando que lo mandó matar. Esta coexistencia sella la tolerancia entre grupos, el olvido de agravios y el disfrute del prestigio y emotividad asociados a Elizalde. A partir del consenso sobre el simbolismo del gallo (valiente, indómito), entenderemos esa refundición tautológica y compleja, de colocar la estatua de un gallo asociada a un delincuente cerca de una gallera donde mataron a un famoso apodado “Gallo”.
Jesús Pérez Caballero
El Colegio de la Frontera Norte, Unidad Matamoros.