[:es]El sismo, la sociedad y el Estado[:]

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Opinión de Artemisa López León Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 28 de septiembre de 2017

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No podía ser más simbólico que, 32 años después, la historia se repitiera en la Ciudad de México y que el sismo se viviera a unas cuantas horas de haber recordado, con un simulacro de evacuación, las consecuencias del sismo de 1985.

Aunque he preferido no reflexionar si esta es una bronca más que debemos sortear, como país, a consecuencia del castigo del diablo, como afirmó el Papa Francisco en un mensaje que, desde hace unas horas, se volvió viral; sin duda, la naturaleza se ha encargado de recordarnos que las decisiones que vamos tomando, como humanidad, tienen consecuencias.

La ciudadanía ha dado incontables muestras de solidaridad; la red de apoyo ciudadano que se activó en el mundo real y el virtual fue fundamental para muchos tuvieran noticias de sus seres queridos y ello contribuyó a evitar que el dolor de no tener noticias suyas se volviera insoportable y que las pérdidas de vidas humanas y materiales no fueran equiparables a las de 1985.

Miles de personas salieron a las calles a apoyar en lo que se necesitara y no faltaron los que resguardaron, celosamente, los bienes que encontraban de personas desconocidas, de aquellos que ni siquiera sabían su nombre, si estaban con vida o si tal o cual objeto pudiera tener algún valor. Lo importante era preservar esos objetos que, intuían, significaban algo para alguien.

Aristegui Noticias dio cuenta de la presencia de médicos especialistas que estuvieron formados, en algunos lugares, esperando a prestar sus servicios y, cuando en una zona se requirió de un neurocirujano, no había ninguno pero, en unos cuantos minutos, arribó el especialista a bordo de una moto. La red se había activado y funcionaba adecuadamente.

La clase política, en cambio, no ha sabido estar a la altura de las circunstancias. Los sismos no sólo han reafirmado la gran corrupción e impunidad que se han convertido en el signo distintivo de este país; pocas autoridades han salido bien libradas de los estragos provocados por los sismos del 7 y 19 de septiembre que han dejado una honda huella de su magnitud, en varios estados del centro y sur del país.

En el sur las pérdidas humanas y materiales aún no terminan de contabilizarse pero, cada día, se documenta con mayor precisión algún incumplimiento o abuso de las autoridades que contribuyeron a que, poblados enteros, recuerden largo tiempo las consecuencias de la devastación.

Los sismos también han evidenciado que quizá se requieren más de tres décadas para aprender de los errores del pasado y que las circunstancias más apremiantes y el espíritu filantrópico que se contagia cuando la tragedia asecha, a veces son insuficientes para ponerse de acuerdo.

Hace unos días, era prácticamente inevitable no prestar atención a los dimes y diretes entre los partidos políticos que no lograban decidir cuánto dinero donar y qué método era conveniente utilizar, para contribuir a aliviar a los damnificados por los sismos. Las autoridades del Instituto Nacional Electoral tampoco parecían ayudar mucho a que pudiera alcanzarse el anhelado consenso.

Por si acaso somos de memoria corta, los sismos se vivieron unos días antes de que se cumplieran tres años de la desaparición forzada de los estudiantes de la Normal Rural ‘Raúl Isidro Burgos’ de Ayotzinapa, Guerrero.

Tres años pueden pasar como el agua para quienes tienen una vida plena, pueden ser sinónimo de nostalgia para quien ejerce un cargo de elección popular con fecha de caducidad anunciada pero tres años también se vuelven un auténtico infierno para quienes buscan a sus seres queridos, a sabiendas de que el Estado ha permitido –o hasta contribuido- a que su dolor no cese.

Aún no termina septiembre y la naturaleza nos ha dejado muy claro que aún no podemos afirmar que estos desastres serán los únicos que viviremos; ojalá la luna de octubre no sólo sea la más hermosa, ojalá también traiga consigo el reflejo de la quietud.

Artemisa López León

El Colegio de la Frontera Norte

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