De ‘influencers’ infantiles al trabajo infantil

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Opinión de Jesús Rubio Campos Investigador de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 21 de marzo de 2024

Con el mayor acceso a internet, celulares y el uso de redes sociales digitales a temprana edad, se han incrementado los influencers infantiles en todo el mundo. Este fenómeno creció de manera explosiva durante la pandemia, ya que los niños y niñas pasaban largas horas en casa navegando en internet y las reglas sobre su uso se relajaron por los padres.

Infantes transmitiendo su vida o jugando en línea, subiendo historias en Instagram o videos de TikTok haciendo actividades llamativas y divertidas para otros niños, los llevaron a acumular millones de seguidores en todo el mundo.

En muchos casos, los niños y sus padres pasan horas grabando, produciendo y transmitiendo fotos y videos, lo que les deja ingresos por colaboraciones con marcas de ropa, productos de belleza, juguetes, videojuegos o servicios. Al darse cuenta de que es negocio, sus madres los alientan o se convierten en sus productoras y representantes.

Según los datos más recientes de la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil del Inegi (2022), en el país trabajan 1.9 millones de niñas (42%) y niños (58%) debajo de la edad mínima para laborar, en edades que van desde los cinco hasta los 14 años. Las actividades son muy diversas, desde labores en el campo, actividades extractivas, manufactureras, construcción, hasta venta de productos y servicios. Pero es probable que el número sea mayor en este último rubro, pues muchas de estas actividades en línea no son reportadas como trabajo por sus padres, pues se esconden bajo el velo de un hobby o entretenimiento.

Pero, ¿puede ser considerada esta actividad desarrollada por los influencers menores de edad trabajo infantil? La respuesta es sí, pues dedican varias horas a la semana a hacer actividades remuneradas, aunque quienes cobren directamente sean principalmente las madres o padres. Este trabajo reduce las horas que los infantes pueden dedicar al ocio, la diversión y el estudio.

Muchos niños sueñan ahora con ser influencers antes que tener una profesión u ocupación tradicional. En algunos casos, la búsqueda de fama los lleva a descuidar sus estudios o de plano no querer continuarlos al comprobar que pueden obtener ingresos fácilmente, con el beneplácito de sus padres y madres, pues muchas veces los niños se convierten en la principal fuente de ingresos del hogar al monetizar sus fotos y videos.

También lleva a niños y niñas a buscar constantemente la aprobación de sus audiencias, tener problemas de ansiedad y alimenticios, maquillarse a temprana edad para anunciar productos de belleza o hacer cosas cada vez más atrevidas para obtener seguidores, “me gusta” o clics.

Recientemente un artículo del “New York Times”, firmado por Jennifer Valentino-DeVries y Michael H. Keller, reveló que muchas cuentas de influencers niñas en Instagram y TikTok son gestionadas por sus madres, llamadas “instamamás”, quienes mercantilizan y en ocasiones sexualizan la imagen de sus hijas para obtener más interacciones en línea, muchas veces con adultos y persiguiendo fines económicos a través de más y más seguidores y clics a sus cuentas, lo que representa un peligro para las niñas, al exponerlas a acoso sexual por esas personas en la actualidad o cuando ellas puedan tener la edad legal para poder manejar sus cuentas. Detallan que algunas madres al saber que el contenido sugestivo incrementa las interacciones tanto de niños, como de jóvenes y adultos perversos, visten a sus hijas preadolescentes de forma cada vez más provocativa.

Muchos y muchas de las actrices de Hollywood que comenzaron siendo niñas en el mundo del espectáculo han manifestado haber sufrido explotación durante su infancia y haberse perdido de lo que un niño normal podía disfrutar, como la escuela, el descanso o los amigos. Manifiestan no querer eso mismo para sus hijos. Lo mismo pasa con deportistas de alto rendimiento.

Al contrario, los hijos de influencers tienen una probabilidad más alta de convertirse en uno de ellos, pues nacen siendo expuestos a las redes, anunciando ropa, alimentos y utensilios para bebés, por lo que les han elegido una ocupación desde el momento mismo de ver la luz o incluso antes, pues las mamás influencers comenzaron a monetizar incluso su embarazo.

Necesitamos debatir como sociedad el trabajo infantil en plataformas digitales y la ética de los anunciantes, las madres y los seguidores. No porque sean llevadas a cabo dentro del hogar no quiere decir que no sean parte del trabajo infantil. Es necesario también investigar las repercusiones en la salud física y mental de los niños influencers y sus seguidores, que creen que lo que ven en sus pantallas es la realidad, cuando la mayor parte de las veces es una actuación filtrada, con patrones de consumo irreales y orientados a obtener ingresos.

Jesús Rubio Campos

El Colegio de la Frontera Norte



Las opiniones expresadas son responsabilidad de quien las emite y no reflejan necesariamente una postura institucional de El Colegio de la Frontera Norte.

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