Si bien creo que esta frase la hemos escuchado quizás desde que éramos niñas o niños: ¡no tires!, reducir, reutilizar y reciclar (3 R) para que lo aproveche alguien más, sea un vecino u otra persona que le dé un buen uso. Aunque la verdad, esta recomendación de las 3r, 4r o 5r supone un súper reciclado, es decir, es intentar crear menos residuos de los que generamos, lo cual no tendría que ser un mensaje continuo para los niños, las niñas y los adultos, sino debería ser un hábito en nuestra vida sobre todo a esta altura del daño planetario. Sin embargo, como somos seres de corta memoria es necesario repetir las erres hasta que se vuelva un hábito como en los siguientes pasajes históricos del reciclado.
Por ejemplo, la primera industria de reciclado se dio con los egipcios en el año 3,000 A.C. cuando elaboraban papiro como hojas de la planta del mismo nombre, que se mezclaban con otras fibras naturales o papiros desgastados, que se incorporaban al nuevo papiro, y que en ocasiones se usaban como cubiertas de cartón para las momias.
Mil años después, alrededor del siglo XVIII A.C. entre las ciudades de Tiro y Sidón, hoy el Líbano, existía la industria vidriera, en donde se clasificaban trozos de vidrio de colores para enviarlos a los hornos y crear nuevos envases coloridos. Posteriormente en la historia griega, se dictaron leyes locales (500 A.C.) sobre la distancia mínima (1.6 km) en que se debía disponer o eliminar los desechos fuera de la muralla de la ciudad. Por lo cual, pocos ateneos se arriesgaban a arrojar residuos dentro de la ciudad.
Un dato interesante lo refiere el historiador Heródoto en el siglo V, cuando Grecia exportaba grandes cantidades de vino en garrafas a Egipto, lo que llevó a tener que desarrollar un plan de recogida y recuperación de dichos envases por orden del Faraón, que eran llevados a Menfis (capital de imperio egipcio) y se reutilizaban llenándolas con agua fresca que se enviaba a las poblaciones del desierto de Siria.
En la historia reciente, el reciclaje tal como se conoce actualmente, tuvo su origen en Japón en el año 1031, en donde se reutilizaba el papel desechado que se fabricaba con plantas de mora, el gampo y el cáñamo. Tal como lo refiere Dard Hunter en la obra “Pepermaking: the history ad technique of an ancient craft” (1957). Aunque, esta técnica era propia de la cultura china.
Posteriormente en la época victoriana, alrededor del año 1850 se generaban grandes volúmenes de polvo de carbón y cenizas por incendios domésticos, lo que llevó a recolectar 11 toneladas por año de este tipo de material en Londres; las cuales se ocuparían en la generación de ladrillos para la gran demanda que tenía la industria de la construcción. De manera similar sucedió con los desechos alimentarios y agrícolas, que se utilizarían para producir fertilizantes para cultivos.
Otro hito en la historia del reciclado, se dio en 1776 durante la independencia de los Estados Unidos, cuando los líderes americanos convocaron a los patriotas a apoyarlos con material como metales, papel de desecho, telas y utensilios de hierro para generar armas. Posteriormente, en 1904, se iniciaría la instalación de las primeras empresas de reciclado en Chicago y Cleveland.
Tiempo más tarde, al inicio de los años 70, el estudiante en arquitectura Gary Anderson participaría en un concurso sobre el símbolo del papel reciclado, en el Día Mundial de la Tierra (22 de abril) y que según él dijo, estaba inspirado en un trabajo previo sobre “el ciclo del agua”, que direccionaría mediante flechas.
Finalmente, es importante mencionar que el reciclado ha evolucionado de 3R (reducir, reutilizar y reciclar) a las 4R (reducir, reutilizar, reciclar y recuperar) y hoy día a las 5R (reducir, reparar, recuperar, reutilizar y reciclar), esto por la gravedad de la generación de residuos e implica utilizar una menor cantidad de recursos naturales del planeta para que nuestro impacto sea el mínimo. Después de lo leído, ¿por qué crees que debemos seguir reciclando?
Dra. María Eugenia González Ávila
El Colegio de la Frontera Norte