El oficio del bolero en Monterrey

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Opinión de Jesús Rubio Profesor-Investigador del Colegio de la Frontera Norte de El Colegio de la Frontera Norte

miércoles 17 de abril de 2013

Los aseadores de calzado, o boleros, como se les conoce en la ciudad de Monterrey, realizan una de las actividades informales con más abolengo en nuestra ciudad, dada la dinámica actividad comercial de la metrópoli.

Según una investigación realizada por el autor, existen en el primer cuadro de la ciudad cerca de 250 boleros, la mayoría afiliados a la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC) y la Confederación de Trabajadores de México (CTM).

Algunos de los permisos para ejercer este oficio en las calles de Monterrey datan desde 1940 y han sido traspasados por generaciones. En la actualidad ya no se otorgan nuevos permisos, lo que dificulta la entrada de nuevos trabajadores.

Algunos aseadores de calzado comentan que en la época de administraciones municipales del Partido Revolucionario Institucional tuvieron mucha paz y respeto a su trabajo, lo cual es comprensible dada su estructura corporativista e indican que desde que la ciudad es gobernada por alcaldes panistas reina la zozobra, pues no les cobran los permisos de uso de suelo, como estrategia para poderlos retirar de la vía pública en un momento dado. Y aunque en la presente administración no han tenido problemas se sienten constantemente bajo riesgo de desalojo.

Además de esta inseguridad en su trabajo, los boleros en nuestra ciudad se enfrentan a otros retos, como son el trabajar a merced de las inclemencias del tiempo, el tener que rentar muchas veces tanto el permiso como el puesto que ocupan, lo que disminuye sus magros ingresos, que en muchas ocasiones no rebasan los 150 pesos diarios, a los que hay que restarle los materiales de trabajo, así como gastos en transporte y alimentos.

Otro reto lo representa la poca penetración del Seguro Popular entre los boleros, pues muy pocos se encuentran afiliados al mismo, teniendo que sufragar de su bolsillo el costo de consultas médicas y medicinas, tanto para ellos como para sus familias.

Dados estos retos se recomienda al municipio establecer una política clara para el reconocimiento y otorgamiento de permisos para desarrollar esta actividad.

Asimismo sería beneficioso que los sindicatos fortalezcan su afiliación hacia este tipo de actividades, a fin de diseñar programas de mutualidad contra riesgos laborales.

También es deseable que los sindicatos participen más activamente como asesores del acceso a programas federales que han sido diseñados para este segmento de la población que no cuenta con acceso a la seguridad social por motivo de su trabajo.

Este noble oficio ha sido una fuente de empleo para muchas personas, por lo que es importante protegerlo e impulsarlo, pues representa una generación de ingresos lícitos, frente a otras opciones delincuenciales que han llevado a nuestro país a situaciones de riesgo como las que vivimos actualmente.

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