El río San Rodrigo del norte de Coahuila

Regresar a Columnas de opinión

Opinión de Jesús Frausto Ortega Investigador de El Colegio de la Frontera Norte

lunes 28 de enero de 2019

Los ríos son recursos naturales que nos brindan servicios ambientales. Entre los muchos servicios que nos proporcionan, son  fuentes de agua que permiten el desarrollo y la vida del ser humano. Sin embargo, las actividades económicas y/o urbanas por lo general predominan sobre su cuidado y/o conservación, generando impactos negativos sobre dichos recursos. En el caso de los ríos y arroyos eso es usual: degradación de su diversidad biológica y/o ambiental. En esta ocasión se reflexionará sobre el río San Rodrigo, en el Norte de Coahuila.

La idea para esta colaboración surgió de un Taller al que asistí denominado: Taller Regional Norte. Industrias Extractivas en México: Transparencias e Impactos Socioambientales, celebrado el 7 de diciembre de 2018 en Piedras Negras y en donde participó la Asociación Amigos del Río San Rodrigo, A. C. (los datos e información sobre el río San Rodrigo que se recogen en este artículo provienen de dos documentos de Waldo Terri Carrillo (presidente de esa Asociación): 1) Importancia del Río San Rodrigo y problemática que enfrenta; 2) El crecimiento urbano ante la destrucción de los ecosistemas ribereños. Caso del río San Rodrigo en Coahuila. La interpretación y los sesgos que pudiera haber son del que escribe esta columna).

El río San Rodrigo, es uno de esos recursos naturales impactados por ese tipo de actividades. Es tributario del río Bravo. Nace en el municipio de Zaragoza y se extiende por más de 150 kilómetros, previo paso por el municipio de Jiménez, hasta desembocar en la frontera entre México y Estados Unidos, en el río Bravo en Piedras Negras, Coahuila. Las principales comunidades rurales que se asientan a lo largo del afluente son: La Agrícola y el Remolino en Zaragoza y El Moral en Piedras Negras. Es la fuente del recurso hídrico para estas congregaciones –y otros ranchos y ejidos de  Jiménez– para el sustento de sus actividades agrícolas y ganaderas, así como para el consumo de sus poblaciones.

Sin embargo, la vida de esas poblaciones y la del propio río se han transformado, primordialmente por la actividad extractiva de material pétreo de dicho río para satisfacer el mercado regional de la construcción, desde por lo menos los últimos 30 años. Afectando principalmente a las tres comunidades mencionadas: La Agrícola, El Remolino y El Moral, que es donde principalmente se realiza esa actividad, y al menos en el 18 por ciento del río cuya longitud es la afectada. El agua se mantiene transparente hasta la comunidad La Agrícola. Después se enturbia por las actividades extractivas y con la “putrefacción de vegetales de la presa La Fragua”.

Entre los cambios al río por la industria extractiva –al menos en las zonas de mayor impacto, como las mencionadas– están: a) la alteración del cauce y de las riberas del río; b) la deforestación de encinos, nogales, álamos, sabinos, y otros; c) cambio en la calidad del agua – su contaminación– y en la morfología del cauce; d) corte de las aguas subterráneas (el río “se origina por los diversos afloramientos del sistema acuífero transfronterizo Edwards-Trinity-El Burro, que se extiende a los largo del norte de Coahuila y del sur de Texas”) y; e) contaminación ambiental.

La extracción de material pétreo del río San Rodrigo y la construcción y operación de la presa La Fragua sobre dicho río –construida en 1990–, son las dos principales actividades que más han impactado en el afluente. Los objetivos principales de su construcción eran: a) el control de sus avenidas; b) aumentar la superficie de riego de la región, sobre todo en la cuenca baja. Esta presa se localiza a 28 kilómetros aguas arriba de su desembocadura en el río Bravo.

La construcción de la presa modificó el cauce natural del río y disminuyó su caudal, sobre todo en su cuenca baja después de la presa; además de un deterioro en su ecosistema y pérdida de biodiversidad, debido al menor aporte de agua para el sistema acuícola y el ripario. Esto es, afectó en la flora y la fauna, asociadas y dependientes del recurso hídrico del río.

Como se observa, esas actividades también modificaron las vidas de las personas. Entre otras cosas, se ha afectado la disponibilidad de agua para el abasto de la población –por ejemplo, para la de El Moral–: se ha disminuido la recarga de la noria de esa comunidad por el agotamiento del agua subterránea, ante la excavación en el río. “(…) La maquinaria pesada de carga y transporte han operado en el cauce y en las riberas de río (…) compactando y alterando el cauce y el lecho, deforestando las riberas (…)”. Por otro lado, el objetivo de regadío con la presa no se cumplió, ya que se riegan aproximadamente 1,200 hectáreas de las 3,600 que se preveían.

La belleza del río en las zonas impactadas ya no es la misma, como decía una señora de El Moral que estaba en el Taller mencionado: “antes era un río hermoso”: El río San Rodrigo, cuya agua se comparte con Estados Unidos por el Tratado sobre Aguas de 1944.

Dr. Jesús Frausto Ortega

El Colegio de la Frontera Norte