La Economía se nutre en gran medida de percepciones. Eso dedujo John Maynard Keynes cuando expuso la tesis de los espíritus animales al referirse a las emociones y su influencia sobre la precipitación y profundización de los escenarios críticos que sucedieron al crack del ’29, emblema, por antonomasia, de las crisis capitalistas. Tal aserto se corresponde con la importancia que confiere la Ciencia Económica al concepto de expectativas, tanto adaptativas como racionales y es, asimismo, una razón angular del reciente auge de la denominada Economía Conductual.
La referencia a tales categorías de la Ciencia Económica ayuda a fincar un punto de apoyo en torno al impacto del T-MEC como motor de crecimiento económico, el otro es la Historia Económica. Iniciar con el segundo nos lleva, inexorablemente, a la consideración del saldo del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el TLCAN. El comercio para los tres países denota la existencia de una región económica de especial dinamismo en el concierto internacional. La dinámica de exportaciones e importaciones implica alrededor de 900 mil millones de dólares y desde 1994 a la fecha el comercio en la región ha crecido casi un 300%.
Específicamente para México, el TLCAN significó una inmejorable oportunidad para conferir una mayor complejidad a sus exportaciones. Desde la entrada en vigor del TLCAN, México exporta en la región productos eminentemente manufactureros y el saldo comercial, contrario a lo que suponían los agoreros del catastrofismo globalizador, ha sido primordialmente superavitario.
El momento histórico en el que surge al Acuerdo, mediados de los noventa, sugirió escenarios promisorios. La integración de mercados, la conformación de regiones económicas y la libre movilidad de capitales, en su momento, dieron la impresión de un inexorable tránsito a la economía de mercado de alcance global. Desde entonces, tres momentos han cuestionado a ese paradigma, a saber: los atentados terroristas del 11S, la crisis inmobiliaria de 2008 y el surgimiento de movimientos neo-proteccionistas de 2016 al presente.
En Economía no existe variable que no esté sujeta a un comportamiento fluctuante y, al mismo tiempo, en paralelo, los fenómenos económicos siempre definen una tendencia de largo plazo. Si ésta no es evidente, entonces la perspectiva no es lo suficientemente amplia como para apreciarla. A lo anterior, formalmente, los economistas lo denominamos como componentes estocásticos y tendenciales de una variable representada en el tiempo. ¿Qué relación tiene lo anterior con el T-MEC y con el paradigma del libre comercio? La respuesta la encontramos en la tendencia natural del ser humano a la generación de dinámicas de intercambio y en los ciclos de expansión y contracción que esto genera. Lo primero explica la tendencia, lo segundo los comportamientos fluctuantes.
La inferencia de quien redacta la presente es inevitable: la economía, medida como la aparición, creación y atención de necesidades materiales busca, pese a escenarios contractivos (muchos de ellos nutridos por discursos de xenofobia) la natural expansión de mercados.
Lo anterior significa que, desde la perspectiva mexicana, ¿el TLCAN no era perfectible? Definitivamente no. Una de las grandes falencias de ese acuerdo fue la incapacidad para generar redes de proveeduría en torno a los grandes sectores exportadores de impronta manufacturera. Ejemplo de estos últimos lo encontramos en la industria automotriz. Gracias al TLCAN, México se convirtió en el octavo productor de automóviles y en el quinto exportador en el mismo ámbito, sin embargo, la evidencia empírica de estudios económicos regionales y sectoriales sobre el particular sugiere que esos indicadores de bonanza se encuentran focalizados, poco diversificados y son poco coparticipativos con las pequeñas y medianas empresas. La responsabilidad de este hecho no es, desde luego únicamente de las empresas manufactureras orientadas al mercado externo, que persiguen, primordialmente, el beneficio económico, sino que se extiende a la necesidad de alcanzar unidades económicas con mayor composición técnica y complejidad de procesos productivos. En este último tenor, la orientación del perfil formativo del factor trabajo, fundamentada en un competitivo y actualizado sector educativo, es determinante.
Lo expuesto permite anticipar una respuesta en torno a la importancia del T-MEC como motor de crecimiento, especialmente como medio para superar la etapa contractiva que ha traído consigo la pandemia por la COVID-19. En apego a la Historia Económica, el T-MEC posee las bases para impulsar los principales indicadores macroeconómicos como argumento de crecimiento económico, primordialmente dado el peso de las exportaciones en las cuentas nacionales. Capitalizar lo anterior (en el ingreso de los mexicanos) con fundamento en los Textos Finales del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá dados a conocer por la Secretaría de Economía en julio de 2020 dependerá de hacer patente lo postulado por los capítulos 25 y 26 de ese documento, a saber: fomentar la tecnificación de procesos con base en las nuevas tecnologías a efecto de “… ayudar a las PYMES a vincularse con proveedores, compradores y otros socios comerciales potenciales, internacionales” y acelerar la competitividad en un “…entorno económico que incentive la producción, el comercio y las inversiones regionales…” “…. fomente la circulación ágil de mercancías y la prestación de servicios en toda la región, y responda a los desarrollos del mercado y las tecnologías emergentes”.
Articular el discurso con la realidad requiere voluntades política y económica. Dado el argumento inicial, también requiere percepciones que formen expectativas alentadoras, lo que a su vez se logra con la confianza en los inversionistas y la formación de expectativas optimistas en torno a la recuperación económica. Requiere, en suma, concatenar el pensamiento económico cotidiano con su leitmotiv dado por el contexto económico internacional y de dinámica económica de largo plazo: la irreductible necesidad de producir e intercambiar.
Dr. Edgar David Gaytán Alfaro
El Colegio de la Frontera Norte