A media noche del domingo 2 de junio el resultado de la elección presidencial dejó pasmados a la mayoría de los comentaristas de los medios convencionales. La burbuja en la que han habitado por lustros, así como la autosuficiencia interpretativa que presumían, los aisló de la realidad del México diverso, heterogéneo, pluricultural y pluriétnico. Vivian en una realidad aparte, diría Carlos Castaneda (Una realidad aparte, FCE. 2016).
En contraste a ese explicable pasmo de la noche, a plena luz del día, conforme avanzaba la jornada electoral, los ciudadanos dieron catedra de civilidad política al acudir a las casillas electorales y votar pacientemente, depositando su soberana voluntad en las cinco urnas dispuestas para que eligieran libremente a la persona que ocupará la Presidencia de la República, a los 128 senadores de la república, a los 500 integrantes de la Cámara de los Diputados Federales, a las personas titulares de ocho gubernaturas y de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, a los legisladores de 31 congresos estatales y a los munícipes de 2,446 ayuntamientos, un gran total de casi 20 mil servidores públicos a elegir en todo el país.
El pasmo de los “expertos” opinólogos, acostumbrados a imponer su interesada percepción en la plaza pública, partió de una visión simplista del sistema político mexicano. Bien lo expresa el politólogo Daniel Innerarity al escribir que “La principal amenaza de la democracia no es la violencia ni la corrupción o la ineficiencia, sino la simplicidad.” La política, dice, opera actualmente en entornos de elevada complejidad. (Una teoría de la democracia compleja, Galaxia Gutenberg. 2020) Elegir a 20 mil servidores públicos no es cosa sencilla, y no se reduce simplemente a un ejercicio de democracia procedimental. Es decir, la democracia en su acepción integral es mucho más compleja que la democracia electoral, a la que siempre aluden. La democracia está bien definida en el Artículo Tercero de la Constitución Política Federal, Fracción II, Inciso a), en el que se precisa que la democracia no es solamente una estructura jurídica y un régimen político, sino que debe considerársele como “un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo.”
Esta parte profunda del sistema democrático se vio fortalecida en México a partir de 2018, con becas educativas, incremento de empleos, aumento a salarios mínimos, obras de acceso a las comunidades aisladas, áreas de recreo en colonias populares, prohibición de condonación privilegiada de las responsabilidades tributarias a contribuyentes mayores, grandes obras de inversión pública y, entre otras acciones, reducción de condiciones de pobreza a cinco millones de mexicanos. Pero los sorprendidos de la noche no quisieron ver, no se atrevieron a reconocer, en toda la trayectoria de las campañas de los contendientes a la Presidencia de México esas manifestaciones del “mejoramiento económico, social y cultural del pueblo.” Prefirieron, en su carácter de compañeros de viaje de Claudio X. González, menospreciar los alcances de esas acciones en el ánimo y en la confianza tanto de los beneficiarios de las mismas como de sus familiares.
Por eso quedaron alelados, tanto los abajo firmantes como sus amigos comentócratas, cuando a media noche la presidenta del INE, Guadalupe Taddei Zavala, al dar los resultados del Conteo Rápido elaborado por un grupo de científicos contratados por ese órgano electoral, comunicó que la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, abanderada de la coalición “Sigamos Haciendo Historia”, resultaba ganadora de la contienda presidencial, superando con más de 31 puntos porcentuales (58.3-60.7%. ) a la candidata de la coalición “Fuerza y Corazón por México”, del PAN, el PRI y el PRD (26.6-28.6%.)
“Sabíamos que ganaría, pero no imaginamos que lo haría con un mandato de ese tamaño,” expresa en su columna de hoy martes Carlos Puig (Duda Razonable, Milenio, 04/06/2024), mientras que el jefe real de la coalición opositora a Morena, Claudio X. González Guajardo se lamentó: “Ayer perdimos. Hay que pensarlo y entender por qué.” (Astillero, La Jornada, 04/06/2024) En efecto, nunca entendieron que no entendían a México. Y siguen sin entenderlo.
Rodrigo Martínez Sandoval
El Colegio de la Frontera Norte
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