La deportación como fenómeno de reflexión dentro del campo de los estudios migratorios tiene una connotación clara, la cual alude al acto de ser expulsado del país en el que se vive para después ser devuelto al país de nacimiento. Este es un evento medible estadísticamente en el tiempo y el espacio, y que en el sistema migratorio México-Estados Unidos ha adquirido particular importancia a partir del aumento histórico de las deportaciones en los últimos años. El desarraigo, así como el trauma individual y colectivo que sufren los deportados posteriormente a la expulsión del país donde han vivido por años, han sido objeto de investigaciones en las ciencias sociales desde diversas perspectivas.
Mucho se ha dicho respecto a la complejidad e importancia de los procesos antes mencionados, no sólo en torno a las implicaciones personales en la vida de los deportados, sino también en cómo esto incide en la reconfiguración de los campos sociales en donde las poblaciones retornadas se insertan. La ciudad de Tijuana es un espacio en el cual el sufrimiento colectivo involucrado en la deportación se presenta al mismo tiempo como un laboratorio social tristemente privilegiado, desde el cual podemos observar algunas de las tendencias más disruptivas del mundo contemporáneo. Entre dichas tendencias está la profundización de la digitalización de la vida cotidiana, y el rol que el trabajo y la cultura juegan en dicho proceso. Pero ¿qué tiene que ver la deportación con la digitalización? La respuesta es: más de lo que uno podría creer.
En Tijuana, los deportados identificados como Cholos o Homies (ex miembros de pandillas en los Estados Unidos) son activamente buscados por el sector transnacional de call centers (que atienden poblaciones en Estados Unidos), el cual ha tenido un gran crecimiento durante los últimos años en México. Las habilidades lingüísticas y socioculturales de los Homies, que en los Estados Unidos son consideradas actividades transgresoras del orden social, en el call center son altamente valoradas para campañas de cobro de deuda y ventas a angloparlantes. Es la convergencia de las telecomunicaciones y la deportación la que hace que las habilidades “Hustler” de los Homies –la inteligencia práctica para el convencimiento y la estafa- se conviertan en una cualificación laboral valiosa para el call center. Con los Homies en el call center una forma cultural particular –la experiencia pandilleril-, se convierte en elemento fundamental para la conformación de un tipo específico de trabajo informatizado: el teleoperador transnacional.
En la década de los ochenta, el antropólogo estadounidense Sidney Mintz estudió la expansión del consumo de azúcar en Inglaterra. En su estudio, Mintz identificó dos procesos centrales: intensificación y extensificación. La intensificación refiere a la incorporación de significados y sentidos previamente existentes –la cultura- en prácticas y consumos nuevos. En tanto la extensificación apunta a la expansión efectiva de esas nuevas prácticas y consumos, la cual se sustenta en esas formas culturales previas. Mintz analizó estos procesos en torno a cómo actitudes y significados alrededor del consumo de especias ya conocidas fueron proyectadas en la incorporación del azúcar en la vida cotidiana, contribuyendo a su expansión. Hoy, la información incrustada en diversas formas de trabajo y cultura –la digitalización- puede ser pensada como un nuevo tipo de azúcar hecho de ceros y unos.
Ningún cambio tecnológico ocurre en el vacío sociocultural, y la conformación de teleoperadores transnacionales no es la excepción. Experiencias como la de los Homies en los call centers nos permiten comprender la extensificación de la digitalización en los espacios de trabajo, la cual se expande a otras dimensiones de la vida cotidiana. Por otra parte, el reforzamiento de las habilidades “Homies” dentro del call center intensifica formas de identidad pandilleril que afectan la percepción de estas personas en la calle, estigmatizándolas. Como el endulzamiento, la informatización depende de experiencias culturales previas para afianzarse en la vida cotidiana, con consecuencias diversas en la vida de las personas.
Hoy la informatización endulza la existencia tanto como el azúcar comenzó a hacerlo hace más de cien años, y los Homies deportados trabajando en los call center de Tijuana nos abren una ventana privilegiada a la intensificación y extensificación de la digitalización en el mundo contemporáneo.
Dr. Rafael Alarcón Medina
El Colegio de la Frontera Norte