Las formas de enfrentar la discapacidad a través de la historia han sido múltiples, pero pueden resumirse en una secuencia de modelos que comenzaban con la negación, el asesinato, la reclusión, el abandono, el abordaje caritativo, el modelo médico y finalmente al modelo social. A éste último se le ha denominado integrador de la persona al entorno social. Ello se debe a que, a diferencia de la enfermedad, la discapacidad es un concepto relacional porque se trata de una condición que se da entre un individuo concreto y su entorno.
De esta manera, la discapacidad no se refiere solo al decremento funcional o estructural del organismo, asociados a condiciones de salud, sino a la manera en que estos decrementos son experimentados como un impedimento para la participación en un contexto social.
La Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud (CIF) considera el modelo médico de discapacidad como un problema individual causado por una enfermedad, trauma o condición de salud que requiere atención médica, en tanto que el modelo social la considera como un problema de origen social centrado en la integración de la persona a la sociedad. Por lo tanto, el CIF agrupa la discapacidad en tres categorías, 1) deficiencias o problemas de la función corporal o alteraciones en la estructura del organismo, 2) limitaciones en la actividad o dificultad para realizar actividades y 3) restricciones para participar en cualquier ámbito de la vida.
El llamado Grupo de Washington se dio a la tarea de operacionalizar las categorías propuestas por el CIF mediante la elaboración de un cuestionario cuya versión corta consta de preguntas en seis aspectos funcionales como ver, oír, caminar, cognición, autocuidado y comunicación. Las preguntas tienen cuatro opciones de respuesta que van de leve a severo. Por ejemplo, en la vida diaria ¿cuánta dificultad tiene para ver aun usando lentes? Con opciones de respuesta 1) no tiene dificultad, 2) lo hace con poca dificultad, 3) lo hace con mucha dificultad, 4) no puede hacerlo. En el Censo de Población y vivienda 2020 se utilizaron estas preguntas para evaluar discapacidad. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) hizo un análisis de los resultados del Censo definiendo discapacidad como aquellas personas que tienen mucha dificultad o no pueden realizarla en alguna de las actividades de la vida diaria mencionadas. Se agregó, además, a personas que tienen algún problema o condición mental.
La frecuencia de discapacidad en México fue de 5.7% correspondiente a 7 millones 168 mil 178 personas. Entre las personas con discapacidad y/o condición mental, la dificultad más reportada fue caminar, subir o bajar. Uno de los indicadores de marginación entre ellos fue la educación, pues el 19% de dichas personas con edades de 15 años o más son analfabetas. Las mujeres tuvieron una frecuencia de discapacidad ligeramente mayor que los hombres (5.79% vs 5.59%). Las entidades con las menores prevalencias de discapacidad fueron Quintana Roo con 4.34%, Nuevo León 4.6% y Chiapas 4.63%, mientras que Oaxaca, Guerrero y Tabasco, tuvieron las mayores frecuencias de discapacidad con 7.22%, 6.78% y 6.71%, respectivamente.
El número de habitantes sin derecho a servicios de salud fue 32 millones 999 mil 713 de los cuales 18.73 eran personas con discapacidad. Este perfil indica que nos encontramos ante problema que ha pasado desapercibido en el panorama de salud en México el cual no se circunscribe solo al ámbito médico sino sobre todo al social.
Este texto fue originalmente publicado en El Mañana: https://elmanana.com.mx/opinion/2025/3/1/la-discapacidad-en-mexico-144097.html
Felipe Javier Uribe Salas
El Colegio de la Frontera Norte, Unidad Monterrey
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