Durante el mes de diciembre de 2019 surgió el brote del virus llamado Covid-19 en la ciudad de Wuhan en China. Hasta el día 13 de abril del 2020 existían en el mundo 1,773,084 personas infectadas confirmadas, y 111,652 personas fallecidas. Para el caso de México, se tenían 4,219 casos confirmados y 273 decesos. La rapidez del contagio y la letalidad del virus, al nivel mundial, ha implicado un desbordamiento de la capacidad de atención de los sistemas de salud en el mundo, creando un elevado sufrimiento de la población.
La pandemia mundial ha tenido, además, un contagio en la economía mundial que ha generado una disrupción generalizada de las cadenas globales de suministro y un shock de oferta, con consecuencias negativas tanto en el ingreso y consumo como en el empleo. El epicentro del contagio económico fue, también, Wuhan, que es una ciudad con amplias actividades manufactureras donde existe la presencia de Honda, Renault, General Motors, y se localizan empresas de alta tecnología tales como Microsoft and Siemens. La propagación del paro de las actividades se extendió rápidamente al resto de las regiones de China donde se localizan empresas electrónicas (Guangdong), textiles (Zhejiang), etc. Posteriormente, en la medida que se propago la enfermedad por el mundo, los gobiernos de los países afectados, emprendieron una serie de medidas para tratar de contener la transmisión del virus entre la población. Como resultado de la cuarentena global, se propició un paro de la mayoría de las actividades económicas en el mundo, y la posibilidad de apoyar la reactivación económica quedo supeditada a la reducción de la tasa de crecimiento de la propagación del virus.
El contexto económico actual se caracteriza, entonces, por un shock de la oferta que se ha traducido en el cierre de fábricas, que han disminuido al mínimo las actividades manufactureras y de servicios, y que ha impactado negativamente las cadenas de suministro internacionales. Las repercusiones se han sentido en varios frentes. Por un lado, las bolsas de valores han tenido dramáticas caídas de los índices de valores en todo el mundo y del comercio internacional ha caído significativamente. Por otro lado, se han generado niveles de desempleo inusitados en países industrializados, como es el caso de la economía norteamericana, donde 10% de la población económicamente activa ha perdido su trabajo (16 millones de personas), y se empieza a apreciar este mismo fenómeno en las economías en desarrollo. Los impactos previsibles en la demanda agregada se derivan de la caída de la producción y el incremento de precios. Si este fenómeno se hace continuo, es posible que una gran parte de las economías del mundo puedan entrar en una fase de estanflación prolongada.
La economía mexicana ya se encuentra sufriendo los efectos recesivos de la economía mundial. El índice de actividad global de INEGI indica que en enero del 2020 la actividad económica había caídas en 0.8% y la actividad manufacturera en 0.9%. Diversos estudios pronostican que las perspectivas de la economía mexicana para los dos primeros trimestres del 2020 y para todo el año serán francamente recesivas, con una caída del producto interno bruto de que oscilaría entre alrededor del 3% y el 8%. Debido a la trasmisión del choque en la oferta hacia la demanda, se espera que tanto el consumo privado como la inversión declinen significativamente. Así mismo, las exportaciones y las importaciones tendrán reducciones pronunciadas y la cotización del dólar tendrá presiones significativas, por la salida de capitales del país y el desplome de la inversión extranjera directa. La caída en el empleo empieza a ser y será muy elevada, particularmente en las micro y pequeñas empresas y en la industria de exportación. Lo que se traducirá en un incremento de la pobreza y carencias sociales.
En el caso particular de la frontera norte de México y el estado de Baja California, considerando su vocación maquiladora y su alta integración a la economía de California y de los EUA, el efecto ha sido inmediato, ya que existe un sinnúmero de plantas maquiladoras que están no están trabajando, algunas de ellas aun pagando salarios a los obreros en paro, y otras funcionando parcialmente por debajo de su capacidad instalada. En la medida que Tijuana cuenta con alrededor del 18% de las maquiladoras del país, esto tendrá un efecto importante en la actividad económica de la ciudad, lo que redundará en una pérdida importante del empleo. Esto aunado al cierre de micro y pequeñas empresas y la caída de ingreso del sector turismo, tendrá un impacto negativo para la ciudad en los próximos meses.
Tomando en consideración las características de la recesión económica actual en México y en Baja California, es muy importante establecer políticas económicas para paliar los efectos negativos en el empleo y en la actividad económica. Sin soslayar la limitación de recursos con que cuentan los diferentes niveles de gobierno, deben buscarse mecanismos para instrumentar políticas para reducir la falta de ingreso de los trabajadores desempleados y así mitigar la problemática social y de falta de la demanda. Por otro lado, es importante generar mecanismos de apoyo financiero o fiscal, en particular a las micro y pequeñas empresas, a fin de disminuir la destrucción del tejido productivo de las mismas. Evidentemente, la política fiscal, en un contexto de limitados recursos presupuestales, pudiera presionar el crecimiento de la deuda, pero el contexto actual demanda la expansión selectivamente de los apoyos fiscales. Adicionalmente, la política monetaria puede instrumentar nuevas medidas para generar liquidez en la banca y comprar activos para expandir la oferta monetaria, tal y como lo ha hecho la Reserva Federal en los EUA y lo ha propuesto el Banco Interamericano de Desarrollo.
En la medida que la doble pandemia tiene efectos devastadores en la salud de la población y en el crecimiento económico, existe un dilema para la instrumentación de políticas económica destinadas a la reanimación económica. Mientras no exista una vacuna o tratamiento eficaz para la enfermedad que genera el virus, no se podrá reactivar cabalmente la actividad económica. No obstante, la situación actual requiere el impulso de diferentes medidas económicas que pueden instrumentarse para contener el daño económico del Covid-19.
Dr. Jorge Eduardo Mendoza
El Colegio de la Frontera Norte