La mejor vacuna ante el COVID-19

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Opinión de Gustavo Vázquez Investigador de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 27 de agosto de 2020

En días pasados se anunció que Rusia sería el primer país en producir la vacuna contra el nuevo coronavirus (COVID-19), desatando dudas en la comunidad científica internacional debido a que no se han terminado las pruebas necesarias establecidas por la Organización Mundial de la Salud. Días después otros países anunciaban alternativas en la búsqueda de esta vacuna. En la lista está China, Estados Unidos y del lado latinoamericano México y Argentina anunciaron una alianza para la producción de una vacuna que comenzaría a distribuirse en la primera mitad del 2021.

No es el propósito de esta columna dar detalles médicos ni de los componentes de esta vacuna, tampoco de ver quien es mejor o el primero en la producción de tal inyección, aunque pareciera que a los mandatarios eso sí les interesa. Lo anterior responde únicamente a condiciones geopolíticas en el marco del orden mundial. Una de las ventajas de proclamarse como el ganador en esta carrera por la vacuna ante el COVID-19 es que puede preservar la salud de los ciudadanos de su país, lo que trae efectos en la reactivación económica a corto plazo y por supuesto el reconocimiento en la esfera política internacional. ¿Quién ganará?

Que México esté en esta lista no significa que haya descubierto la cura al virus que nos ha confinado en nuestros hogares por más de cinco meses hasta ahora, más bien se trata de una alianza internacional y bilateral de esfuerzos públicos y privados para la maquila de una sustancia activa desarrollada por un laboratorio de renombre internacional, que Argentina producirá y México envasará, lo cual se agradece mucho. Como es sabido la política exterior no es de interés personal para el presidente de México, su objetivo no es posicionarse a nivel mundial, pero no hay mal que por bien no venga y si esto ayuda a mejorar su imagen en el extranjero, ¡que mejor!, porque al interior pareciera que es una eterna disputa con sus “adversarios”.

En ese sentido, muy cuestionada ha sido la estrategia del Dr. Hugo López Gatell en el manejo de esta pandemia, tanto como si él tuviera la culpa de los miles de muertos y contagios en el país. Esto no es más, creo yo, que responsabilidad compartida entre todas y todos los ciudadanos. Es cierto que la estrategia ha tenido sus altibajos, pero era de esperarse con este gobierno mexicano, que al estilo de Cantinflas, “como dice una cosa, dice otra”. Sin embargo, de eso, ha responsabilizarlos por la desobediencia social colectiva en un país en dónde es más fácil organizar una carne asada, o una quiniela futbolera, a lavarse las manos constantemente, usar cubrebocas, mantener sana distancia y demás “normas sanitarias”, eso es otra cosa.

Pareciera sencillo cumplir estas normas de higiene y sanidad, sin embargo, la realidad es otra en un país en el que prevalecen las diferencias sociales, dónde casi el 6 por ciento de la población no dispone de agua entubada en sus hogares, 17 por ciento no tiene derechohabiencia a los servicios de salud, casi el 42 por ciento de la población nacional se encuentra en pobreza y 7 por ciento en pobreza extrema de acuerdo con el Coneval en 2018. Es imposible acatar el “quédate en casa”, cuando miles de personas deben salir de sus hogares y usar transporte público para conseguir alimento para su familia y otros gastos indispensables. Vaya reto al que se enfrentaron miles de mexicanos en esta pandemia que aún no termina.

Estas necesidades básicas y características generales en la vivienda solo reflejan la desigualdad geográfica ante el COVID-19 que en México prevalece. Así lo dejan ver diversos estudios de colegas en instituciones como el CentroGeo, El Colegio de la Frontera Norte, la UNAM y otras universidades, que no solo dan seguimiento geoespacial al fenómeno, sino que sugieren alternativas en materia de política social e impactos económicos. Esto no es una carrera geopolítica, lo único que dejó ver esta pandemia, fueron las carencias con las que cuentan nuestros países en términos de salud, vivienda, alimentación, trabajo y economía.

Es allí donde está el verdadero problema, debemos prestar atención a las necesidades básicas, de vivienda de la población, procurar sustentar una educación de calidad, consolidar un sistema en la prevención de enfermedades y una conciencia de autoprotección. Con esto quiero decir que la mejor vacuna no es la que desarrolle Rusia, Estados Unidos, China o cualquier otro país. La mejor vacuna que tenemos ante el COVID-19, creo, somos nosotros mismos, por un lado responsables del cuidado propio, de los nuestros y por otro lado, reflexionar, ser solidarios y empáticos con la sociedad, lo demás dejémoslo a quien corresponda, sin desentendernos en las responsabilidades que nos tocan como ciudadanos.

En lo que se produce la mejor vacuna para atacar desde las entrañas a este virus, clínicamente comprobada y con todos los requerimientos médicos, usted no olvide en esta nueva normalidad, lavarse las manos, salir con su cubrebocas, acatar las normas de salud, y ayudar a su semejante si está en sus manos.

Gustavo A. Vázquez Martínez

Técnico Académico en El Colegio de la Frontera Norte