La movilización en Cuba ha llamado la atención de propios y extraños, no porque los cubanos no se hayan movilizado previamente, sino por el poder de difusión que tuvo el movimiento a través de las redes sociales. Hoy se sabe menos de la movilización debido al cierre del internet en la isla. Si bien las redes sociales tienen limitaciones, como yo lo he escrito en otros textos, también son la ventana a otras realidades, no oficiales. Condenar a los que protestan o considerados azuzados por una fuerza extraña, resulta superficial y poco responsable, además de no querer ver los problemas sociales que se tienen. De la misma manera, resulta inadecuado subestimar o ignorar un evento que ha movilizado a muchas de las localidades del país. Aún con la simpatía ideológica que sienta uno con el pueblo cubano y su lucha histórica, negar una problemática social, asociada con la libertad de expresión, que existe en Cuba, resulta innegable. Tuve la oportunidad de escuchar de manera directa a algunos artistas plásticos de la represión de que fueron objeto, y como fueron cobijados y protegidos por los habitantes del Barrio de San Isidro, de ahí el nombre de Movimiento de San Isidro. La realidad es compleja, defender su derecho de expresión y ser sancionado por ello, y luego la solidaridad de un barrio sin conocerlos, da cuenta de un descontento social fermentado, que debe ser escuchado en lugar de reprimido.
Pero Cuba no es el único país que se moviliza, en el mundo hay protestas sociales de todo tipo, las hay en Hong Kong, en Ucrania, las hubo en Chile, Argentina, Perú e incluso las ha habido en México, por las más variadas razones, algunas tan poco comunes como fue la movilización de gente mayor para exigir ser readmitidos como empacadores en centros comerciales, (https://www.eluniversal.com.mx/nacion/abuelitos-empacadores-protestan-en-el-zocalo-exigen-volver-supermercados). Las personas, las sociedades protestan como una forma de reaccionar a algo que consideran injusto o que viola sus derechos. La protesta social, es una forma de las estrategias de lucha para mostrar la inconformidad política o social existen otras muchas tantas como la huelga, las marchas silenciosas, etc, estas protestas pueden ser coyunturales o durar décadas como las protestas de las Madres (abuelas) de la Plaza de Mayo de Argentina., fundado en 1977. Algunas protestas en América Latina son por los excesos cometidos durante los regímenes militares, otras más por la incompetencia y la corrupción de los gobiernos para confrontar la pandemia del COVID en sus países, (https://www.nytimes.com/es/2021/07/06/espanol/brasil-protestas-bolsonaro.html). O bien por la escasa atención que el gobierno brinda a problemas relevantes como la protesta de madres de desaparecidos en México (https://www.animalpolitico.com/2021/05/madres-familiares-personas-desaparecidas-cmdx-manifestacion/). No pocas veces, los participantes en una protesta social son visualizados como desestabilizadores, como personas ajenas a la realidad en donde emergen. Sin negar que esto pudiese ser cierto, también es cierto que la crítica y la protesta es una de los principales termómetros para medir no solo el buen funcionamiento gubernamental sino la satisfacción de los ciudadanos, por eso subestimarlos o reprimirlos, debe resultar preocupante en cualquier sistema social.
La protesta social y la crítica son derechos sociales que deben ser respetados, son un llamado a las autoridades, a ser considerados, a escuchar sus demandas, debería ser también la entrada a la negociación para solucionar problemáticas en lugar de ser considerados agitadores, o exhibidos por no estar de acuerdo con un régimen. Por mis temas de estudios, trabajadores, mujeres, migrantes, he estado relacionada con la movilización social de distintos grupos, los he acompañado y he escrito sobre ellos, y también he observado como han cambiado su estructura para no ser tan hostigados, por ejemplo observe como varias organizaciones de trabajadores en Ciudad Juárez en lugar de mencionar que integrarse como un sindicato, se conformaron en los ochenta y noventa en coaliciones obreras para no ser tan sancionados., aunque eso les llevó a la ambigüedad laboral. He observado también como de Organizaciones no Gubernamentales (ONGs) u Organizaciones Civiles, particularmente, en organizaciones sociales que se han conformado por la violencia persistente en el país, se ha transitado a la formación de Colectivos, más asociados con la vecindad, con compartir un mismo objetivo, como sería la localización de sus desaparecidos o sus muertos. Más allá del cambio de nombre lo que persiste en estos cambios de nombre es la búsqueda de la autoprotección de sus integrantes, el querer mostrar que no representan peligro para la autoridad, aunque cuestionen su ineficiencia, el mostrarse más como organizaciones sociales que políticas. A pesar de todas estas previsiones, el protestar, el cuestionar, el denunciar, sigue siendo una actividad peligrosa en muchos países, incluso el nuestro, en un informe reciente se reconoció que 68 activistas y 43 periodistas han sido asesinados, (https://www.forbes.com.mx/van-68-defensores-y-43-periodistas-asesinados-con-amlo-segob/) , algo que debería preocuparnos a todos, en virtud de ser un país democrático en donde el derecho a disentir y la crítica debería estar garantizado. El peligro para los activistas sociales, colectivos, ONGs se ha acentuado cuando no solo tienen que enfrentarse a instancias gubernamentales para ser escuchadas, sino al crimen organizado, al buscar ellos mismos sus muertos o defender su derecho a ocupar un territorio. La búsqueda de sus familiares es un derecho que nadie les puede arrancar, la protección y garantía de su vida es una responsabilidad que no puede evadir el gobierno.