Los casinos otra vez

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Opinión de Socorro Arzaluz Solano Profesora-Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 22 de noviembre de 2012

Mucho se ha escrito sobre el tema de los “casinos” en el área metropolitana de Monterrey, sobre todo a raíz de la tragedia que se experimentó el año pasado con los sucesos del casino Royale, el debate se centra en algunos temas como: si son un foco de violencia, los permisos, el juego compulsivo, entre otros.

Sin duda se trata de un asunto polémico, por lo que más que respuestas, pretendemos situar algunos temas posibles de reflexión sobre este fenómeno, asuntos que es necesario conocer para poder generar políticas de control hacia estos establecimientos.

La primera cuestión importante al respecto es definir qué es un casino, ni las leyes respectivas, ni el diccionario de la Real Academia de la Lengua se refieren a este término, en el sentido que lo conocemos: como un centro donde se realizan apuestas y juegos de azar, por lo tanto, estamos hablando de un concepto que es empleado indistintamente para diversas situaciones, lo que resta precisión.

Los concesionarios hablan de “centros de apuestas”, “salas de juegos de azar”, “centros de entretenimiento”, por citar algunas definiciones utilizadas.

Por otra parte, si bien sabemos que estos sitios han proliferado en el área metropolitana de Monterrey durante los últimos años, hace falta que indaguemos sobre algunos de los criterios de esta expansión, por ejemplo avenidas donde se ubican, facilidad de acceso a instalaciones, horarios de operación, tamaño de las instalaciones, personal que labora, tipo de incentivos que ofrecen a la clientela, como algunos elementos que ayuden a identificar el éxito de estos establecimientos y determinar la legalidad de estas prácticas.

La tercera cuestión es que se da por un hecho que casino es sinónimo de principio de juego, pero si buscamos más en la historia de la ciudad, el jugar y apostar siempre han estado presentes aunque con otras modalidades y objetivos, la industria actual del juego no ha hecho sino explotar este factor.

El cuestionamiento final aquí es ¿qué están ofreciendo estos establecimientos para atraer a determinado tipo de clientela, cuáles son los rangos de edad, el sexo y origen social de quienes acuden asiduamente a estos lugares?, se trata de sectores de la población que tal vez no encuentran otras opciones de entretenimiento y diversión en una ciudad de las dimensiones de Monterrey.

Habrá que indagar en los factores culturales que hacen que en esta ciudad los “casinos” tengan el impacto que tienen, es decir, investigar qué hacían antes y cuáles eran las opciones de diversión para los sectores de clase media (hombres y mujeres) que ahora acuden a los casinos, el cambio en los hábitos y la utilización del tiempo libre.

Asimismo, falta indagar sobre el tema de la geografía de los casinos e industria del juego a nivel nacional, en la medida en que consideremos que no es lo mismo establecerse en Cancún, Tijuana o Monterrey.

Éstas son algunas preguntas de investigación que pretenden situar el tema de los “casinos” en otro nivel de discusión que hace falta realizar.

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