Mujer, la más decidida, ataviada de un terrible fulgor

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Opinión de Gabriela Muñoz Meléndez Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 24 de noviembre de 2022

Hace algunos fines de semana atrás, cuando indulgentemente pasaba el pulgar por la pantalla de una sección literaria, me topé con una nota que explicaba que la primera autoría registrada en la historia corresponde a una mujer; le llamaban Enheduanna -que significa “suma sacerdotisa del adorno del Cielo”- y vivió en el siglo 23 A.C. en Mesopotamia, actual Irak. Ella fue poetisa, música, escritora y astrónoma, hija del rey Sargón el grande, unificador y creador del Imperio acadio.

Las obras de Enheduanna que nos han llegado son poemas e himnos de carácter religioso dedicados a Nanna Suen (dios de la luna) e Innana (diosa del amor) primordialmente pero no solamente, sus escritos también dan cuenta de sus esfuerzos por desarrollar su trabajo literario, sus noches en vela por redactar la correcta manera de hacer un rito en particular, su exilio por participar en la lucha política y restitución a su posición pasando por su negativa de contraer matrimonio e incluso del acoso que sufrió. Su trabajo -en escritura cuneiforme y tabillas de arcilla- principal es Exaltación a la diosa Innana, una de las 153 líneas da título a este escrito.

Se supo de ella en 1927 cuando el arqueólogo inglés Charles Leonard Woolley desenterró el disco de Enheduanna en la antigüa ciudad de Ur; una pieza circular de piedra caliza de 25 cm de diámetro y 7 cm de espesor. En el disco se muestra a la poetisa de gran tamaño y al centro de la escena detrás de un sacerdote y por delante de un mayordomo y un escriba. La posición y tamaño de la poetisa-dicen los expertos- denota su importancia política, le correspondía nombrar a los mandatarios de la ciudad, y supervisar y dirigir las actividades necesarias para el funcionamiento del templo de Ur. En el reverso del disco se lee “Enheduanna, sacerdotisa-zirru, esposa del dios Nanna, hija de Sargón, rey del mundo, en el templo de la diosa Inanna”.

Como notarán a este punto me di a la tarea de investigar desde aquel plácido domingo en que supe de ella por primera vez; no con poca sorpresa me preguntaba cómo pudo logar su posición, si, ser aristócrata sin duda debió ayudar, pero sus obras dictadas en primera persona dan cuenta de alguien con una personalidad determinada. En mis lecturas también se menciona la importancia del contexto histórico del personaje, por entonces se practicaba la agricultura, ganadería, alfarería, escritura, comercio a larga distancia, elaboración de cerveza e incluso algunos mencionan una época favorable a las mujeres, por ejemplo, tenían la libertad de heredar. Otros apuntan a que el mundo antiguo era uno de hombres…al parecer no estamos leyendo correctamente al mundo antiguo.

Con todo las incertidumbres y debates en torno y acerca del personaje, su voz trascendió y nos llega después de más de 4 mil años trayendo ecos antiquísimos de dioses muertos pero también trae algo tan familiar y actual como el bloqueo del escritor y los obstáculos que una mujer enfrenta por su condición. Ahora bien, en inevitable preguntarse por las voces de autoras que transcenderán y que en miles de años puedan ser rescatadas ¿de qué darán cuenta? 

Podría esperarse que pudiera haber mayor evidencia de autoraspoetisascientíficas tecnólogas cuya voz sobreviva, y diera cuenta de una mayor contribución femenina en la historia de estos tiempos hacia unos tiempos civilizados, pacíficos y equitativos que explicase como alcanzaron ese nivel y vean estos nuestros tiempos turbulentos como algo lejano. 

Pero si hubiese pocos testimonios de creadoras femeninas ¿qué testimonio sobreviviría? ¿La descripción de un tiempo egoísta, depredador e inequitativo bajo condiciones de cambio climático? ¿la marcha tranquila de un gato negro disfrutando un sol esplendoroso después de las copiosas lluvias invernales en un año niña? ¿las estadísticas de feminicidios, venta de niñas y casamientos infantiles?

Dra. Gabriela Muñoz Meléndez

El Colegio de la Frontera Norte

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