El pasado 8 de marzo será recordado como una fecha en que se hizo visible el miedo a las mujeres, no solo personal, sino institucional. El muro construido para la protección de las mismas mujeres, como se argumentó, más bien habría que mencionar sería para la protección y seguridad de los miembros de ejército, y policías, encargado de cuidar el orden, institucional y patriarcal; resulta bastante cuestionable, es como pensar que el muro construido por Donal Trump era para protección de los migrantes. Pero no sólo fue el muro, las redes digitales, los comentarios a artículos de periódico, se convirtieron en flancos de ataque verbal a las mujeres y su lucha, las agresiones, las amenazas, llenaron de norte a sur y de este a oeste el ataque hacia las mujeres. Y a pesar de ello, las mujeres salieron a marchar, a pesar de ser señaladas, estereotipadas, lastimadas verbalmente. Se ha exaltado las estrategias violentas, pero no se ha mencionado otras estrategias que las mujeres utilizaron para manifestar su descontento como fue el cubrir un muro de rechazo con flores, con los nombres de las desaparecidas, o bien transformar elementos de cultura urbana para denunciar el patriarcado a través del uso de altavoces en diferentes espacios urbanos.
El miedo a las mujeres es ancestral, en el pasado se les quemaba por considerarlas hechiceras, brujas, porque tenían el dominio de las plantas, porque podían curar males que los doctores no podían, sabían interpretar el mundo de las estrellas, predecir males, sin haber ido a la Universidad, algo que sólo era reservado para los hombres. A pesar de esa negación, la observación, el conocimiento de la naturaleza, la necesidad de curarse y no tener recursos hizo que muchas mujeres encontraran métodos alternativos para sanarse física y espiritualmente, como esto era fuera de una ciencia machista dominante, donde solo el hombre tenía derecho al conocimiento había que sancionarlas.
La rebeldía de mujeres también fue en el plano social: se negaban a asumir el papel que les obligaba la sociedad y la desafiaban al no casarse, al elegir pareja, al romper normas sociales, al cuestionar al sistema, por ello, fueron desterradas a lugares alejados de la sociedad, no fuesen a contaminar con sus ideas, en Finlandia hay una isla que se llama Seili, y cuentan que le llaman “La Isla de la locas”, y ahí llevaban a mujeres que no se conducían de acuerdo a las normas o rompían con lo que era normal, otras fueron encerradas en conventos, otras más en manicomio, y otras las más cercanas a la lucha feminista fueron encerradas en cárceles, en mazmorras, a pesar de ello, no se termino con esta vena cuestionadora de brujas, activistas, subversivas en las mujeres.
Ser cuestionadora, no surge de los estudios, surge de las confrontaciones diarias que la mujer enfrenta en sus espacios privados, en la ciudad en donde viven. Las mujeres no se conforman, siempre aspiran a algo mejor, y si ellas no lo tienen, buscan para que sus hijas, sobrinas, nietas, lo tengan. Mi madre no tuvo estudios y quería que sus hijos estudiaran para tener una vida mejor, mis entrevistas con mujeres de la maquila, muestran que las mujeres aspiran a que sus hijos sean profesionistas, no solo obreros, y en algunas partes lo han logrado. Es decir, las mujeres no admiten que la pobreza sea una condición natural y buscan todos los medios salir adelante. Muchos de los hogares mexicanos, deben a esa fortaleza femenina un mejoramiento social.
El mundo privado, al que la sociedad patriarcal, ha relegado a la mujer, también ha sido transformado por las mujeres, en muchos de estos espacios, la mujer, primera maestra de la socialización, han formado mujeres y hombres equitativos, en donde ser mujer o hombre, no importa a la hora de asumir actividades de la casa, y las oportunidades para estudiar son iguales para los dos, estos individuos a la hora de salir al espacio público no solo ver la equidad como algo natural sino que se convierten en críticos de las desigualdades y aliados de una lucha no solo de las mujeres sino de los hombres por una sociedad más justa. A pesar de este trabajo de cuidado y educativo diario y constante que decenas de generaciones de mexicanas han realizado, se les ha negado no solo un pago económico sino un reconocimiento social, mediante la formulación de políticas públicas de cuidado. Al reducir a categorías de “no trabaja, solo está en el hogar”, se nulifica todo el trabajo que estas mujeres han realizado para el avance del país.
Las mujeres, no solo transforman los espacios privados, sino los públicos, las ciudades, ellas integran a la dotación de servicios públicos a las comunidades más marginadas y olvidadas de una ciudad, de una localidad, a través de movilizaciones consiguen estos objetivos, la mayor parte de movimientos urbano-populares por la dotación de servicios públicos en zonas marginadas ha sido realizado por mujeres, por esas amas de casa, “que no trabajan, y solo están en la casa”. También son las que se han movilizado por la creación de escuelas, hospitales y otros centros para el bienestar social en sus comunidades.
Las mujeres también tienen la virtud de abrir espacios, a base de la necedad y la persistencia, así han logrado abrir espacios como las profesiones, los cargos públicos, los cargos directivos de empresas, en un principio se convierten en una excepción, pero la aspiración es abrir para que lleguen al puesto más mujeres. En sus luchas, sus cuestionamientos, las mujeres se dan cuenta de los miles de obstáculos que existen y que necesitan más mujeres, y también hombres, para cambiar la desigualdad social. Por eso hacen un trabajo de convencimiento con mujeres que aún siguen inmersas en ideas patriarcales, que asumen como natural la subordinación, el lugar secundario que se le asigna en la sociedad, y convencen hombres para que se sumen a su lucha, porque como aquí lo he mencionado esta lucha no es solo para ellas, sino para construir una sociedad más equitativa.
Así pues, el tener miedo a las mujeres está relacionado con el cambio y transformación social que ellas buscan, en las reflexiones anteriores que he mencionado, no se ha hecho alusión a un beneficio único para las mujeres, sino a un beneficio social, eso es lo que no se menciona, eso es lo que se oculta y eso es a lo que le tienen miedo gobernantes, hombres y mujeres, que se resisten a que se cambien ese sociedad injusta para las mujeres, y se empeñan en mantener las estructuras de dominación no solo para las mujeres, sino que son la base para la pobreza y la desigualdad social. Como bien lo dice Rita Segato , el miedo, la alarma es por el miedo, la alarma a que este sistema cambie, https://m.dw.com/es/cunde-la-alarma-ante-la-posibilidad-del-fin-del-orden-patriarcal-dijo-rita-segato-a-dw/a-56809492. Para concluir, también el miedo radica en que esta lucha de mujeres, no se reduce a un día, el 8 de marzo, se escenifica y experimenta todos los días, y no solo es en México sino forma parte de toda una guerra que libran mujeres de Latinoamérica y otros espacios que no están dispuestos a seguir soportando un mundo desigual.
Dra. Cirila Quintero
El Colegio de la Frontera Norte