A la luz de las elecciones estadounidenses, la prensa y los políticos liberales de ese país han insistido en caracterizar a los votantes de Donald Trump como aquellos sectores de la sociedad de Estados Unidos que han sido olvidados, marginados y estigmatizados, con base en el supuesto de sus carencias económicas, junto con su animosidad racial y oposición a la ideología de género. Sin embargo, esta caracterización no concuerda del todo con el perfil de muchos de estos votantes, que son en buena medida hombres, blancos y cristianos, perfil que sigue siendo dominante entre los grupos de influencia en las esferas política, económica y cultural de ese país. Con ello, difícilmente se les puede caracterizar como olvidados, marginados o estigmatizados.
No obstante, lo que la prensa y los políticos demócratas pueden estar olvidando es que dicha población puede sentirse subjetivamente excluida en la sociedad estadounidense. Esto amerita detenerse a pensar por un momento la manera en que las personas se pueden sentir incluidas o excluidas en una sociedad, y con ello comprender mejor por qué un sector considerable de la población estadounidense apoya a alguien como Donald Trump.
Las teorías socio-psicológicas señalan dos condiciones necesarias para que las personas experimenten semejante condición de inclusión. Por un lado, deben pertenecer a un grupo más grande, que sería la sociedad en general, lo cual ya ocurre en el caso de los individuos masculinos, blancos y cristianos. Por otro lado, dicho grupo debe experimentar que su cultura (ideas, valores, tradiciones) son apreciados y respetados en el grupo más extenso. De esta forma, un grupo de individuos puede sentirse excluido con respecto a una sociedad en la que considera que no se valora adecuadamente dicha cultura, a pesar de estar insertos en esa sociedad.
Esta tesis ha sido comprobada por Luca Versteegen, un académico de la Universidad de Viena en Austria, en su estudio sobre la cultura política de Estados Unidos, en el que busca evidenciar cómo las identidades y emociones grupales moldean las percepciones individuales sobre el desarrollo social y generan reacciones políticas ante dichas percepciones. Los resultados de su estudio, recientemente publicados en la prensa de ese país, muestran que si bien cantidades significativas de hombres, blancos y cristianos pertenecen a la sociedad estadounidense, experimentan a nivel subjetivo un sentimiento de ausencia y de falta de consideración hacia su cultura y valores por parte de esta sociedad. Todo ello a pesar de que objetivamente están más que presentes en dicha sociedad, al gozar del privilegio de su condición. A partir de encuestas realizadas en 2016 y 2020 sobre muestras estratificadas, sus resultados señalan que 21 por ciento de los ciudadanos blancos se consideran parte de la sociedad estadounidense, pero que no se consideran respetados como tales. De igual forma, un 20 por ciento de los hombres estadounidenses y un 35 por ciento de los cristianos comparten el mismo sentimiento.
Esta percepción subjetiva tiene consecuencias políticas, ya que comparados con individuos que experimentan tanto su pertenencia a la nación como una consideración y respeto hacia su presencia, las personas que no se sienten igualmente respetadas están más inclinadas a apoyar a alguien como Donald Trump. Esto explica el atractivo que ha tenido entre grupos privilegiados, lo que se puede apreciar en algunos lemas de su campaña como “Las vidas blancas sí importan” o “Hagamos de los hombres, hombres de nuevo”. Esta retórica ofrece restaurar un orden supuestamente perdido, en el que dichos sectores puedan sentirse nuevamente validados, y así volver a ser “verdaderos estadounidenses”. La clave del éxito de esta campaña está en hacer un uso político de estas percepciones subjetivas de exclusión y de falta de valoración.
En suma, la prensa liberal de Estados Unidos debería poner mayor atención a la manera en que han caracterizado al electorado que apoya a Donald Trump, reduciéndola muchas veces a la simplista expresión de “basura blanca”. A su vez, los políticos demócratas deberían buscar la manera de construir narrativas que subrayen la inclusión de la condición de las personas blancas, masculinas y cristianas dentro del proyecto de nación de Estados Unidos. Esto implica trabajar en formas que permitan neutralizar de manera efectiva la polarización ideológica (especialmente en lo que se refiere a clase social, raza y género) que experimenta este país.
Luis Escala Rabadán
El Colegio de la Frontera Norte, Departamento de Estudios Culturales
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