[:es]Sencillez, complejidad y valía del agua[:]

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Opinión de María Eugenia González Ávila Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

lunes 7 de agosto de 2017

[:es]El agua como molécula, presenta una sencillez interesante siendo que está constituida de apenas dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, tal como hacían saber en nuestros años de escuela. Sin embargo, lo extraordinario del agua son las características físicas y químicas que presenta al ser disolvente universal de muchas sustancia en el planeta; la densidad, la cohesión, tensión superficial y conductividad por mencionar algunas de sus propiedades, se le une la incalculable valía que tiene si se considera que dio origen a la vida, forma parte fundamental de todos los ecosistemas del mundo, nuestro cuerpo está constituido aproximadamente de más del 65% de agua, al igual que el planeta sustancia (Ramírez, 2016).

La valía del agua se incrementa al ser escasa o estar contaminada, precisamente por ser indispensable para la vida, diversas actividades y funciones ecológicas. Lamentablemente, a lo menos tres problemas fundamentales hay que atender, el primero es el uso excesivo del agua; el segundo los niveles altos de contaminación y el tercero la escasez del agua que en el norte de México se está incrementando.

Al respecto al uso excesivo, acorde al reporte del IMTA, el consumo promedio de agua del mexicano ronda alrededor de 1,978 metros cúbicos (1,978,000 litros) de agua por año. Mientras que el promedio mundial es 1,385 metros cúbicos (1,385,000 litros), lo que indica que consumimos un 43% más que el promedio de los habitantes del mundo.

El exceso de consumo de agua no es por las actividades diarias como son preparar alimentos, limpieza personal y del hogar, porque solo se usa el 5% del agua; sino en el resto de las actividades como los hábitos alimenticios, patrones de consumo excesivo y estilos de vida, en donde se consume el 95% del agua. Para dar una idea de esto, al consumir 1 kg de carne equivale al uso de 15 mil 400 litros de agua para obtener este producto hasta que llega a nuestra mesa; mientras que 1 taza de 125 milímetros de café requiere utilizar 140 litros de agua y 1 vaso de naranja equivale a 200 litros.

Por lo cual, más que decir no comas esto o aquello, sería hacer un consumo racional de los alimentos y no desperdiciarlos. Tal como lo indicaban sabiamente nuestras abuelas: “la comida no se desperdicia ni se tira”. Así como la compra excesiva de muchos productos que no necesariamente “necesitamos sólo creemos”. Si alguien quiere saber su huella hídrica y ver dónde usa más agua, puede calcularlo en: https://agua.org.mx/biblioteca/hidrospekes-3/

En cuanto a la contaminación, ésta se da no solo por nosotros en la vida cotidiana, desde el aceite sobrante cuando freímos algo y tiramos en tarja de la cocina hasta cuando se tira el thinner sucio u otras sustancias tóxicas en coladeras, etc. Aunque los eventos contaminantes a mayor escala son los causados por empresas mineras, extractivas o de trasformación.

El mejor ejemplo es la minera que impactó severamente al río Sonora y que no se sabe a ciencia cierta si el monto de pago base de 2,000 millones (COFEPRIS,2015), será suficiente para mitigar los daños ambientales y a la salud humana, que implicó la contaminación del río. Ya ni hablar de la contaminación por perforación ilegal de ductos de petróleo y el de aquellas empresas irresponsables que descargan sus aguas negras en ríos o riachuelos de diversas zonas del país.

A lo anterior se suma, el fenómeno del cambio climático causado por eventos naturales y acciones humanas que han llevado a desertificación y escasez de agua, es decir, una mayor extensión de áreas tipo desierto y con alta pérdida de agua, así como degradación de tierras que difícilmente tendrán un uso productivo (Granados-Sánchez et al 2011). Lo cual se debe entre otras cosas, el uso inadecuado de tecnología, deforestación, prácticas de regadío deficientes y áreas con falta de vocación para producir alimento de gran consumo de agua (carne, leche, quesos, etc.), que por cierto es usual en muchos estados del norte.

Lo descrito querido lector no es para amargarle el día, sino todo lo contrario para que vea cómo la naturaleza ha dejado en nuestras manos un recurso tan sencillo, complejo y valioso como el agua, y es necesario manejarla sustentablemente. De hecho, si tiene ideas o propuestas sobre manejo racional de este recurso, adelante hay que ponerlas en marcha para que nosotros y generaciones futuras tengamos agua.

María Eugenia González Ávila
El Colegio de la Frontera Norte
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