Ser frontera. ¿A quién le toca la bolita?

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Opinión de Blanca Vázquez Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

martes 4 de junio de 2019

Luego de la llegada de migrantes de origen centroamericano, quienes formaron parte del contingente de la Caravana Migrante que llegó a Piedras Negras y posteriormente se disgregó a otras ciudades fronterizas como Nuevo Laredo, poco sabemos qué sucedió con ese grupo de personas. Sin embargo, durante los primeros meses del año han llegado a esta ciudad muchos más migrantes –de múltiples nacionalidades– buscando una posibilidad de entrevista para su solicitud de asilo en Estados Unidos. Se les ve con mayor frecuencia a la salida de centros comerciales, en los cruceros limpiando parabrisas, afuera de los lugares donde se les alberga, en las calles, etc.

Muchas personas se preguntan si esta situación continuará y cuánto tiempo más seguirá. Incluso hay quienes ven a la migración de tránsito como un problema. En mi opinión, el problema no es la movilidad de personas sino las distintas situaciones que derivan de no comprender la naturaleza de ser frontera. Hoy en día la crisis mundial migratoria se hace evidente en muchas de las fronteras del mundo, simplemente porque no puede darse en otro espacio. México, Tamaulipas y Nuevo Laredo comparten vecindad con un país de fuerte atracción migratoria no solo para personas provenientes de nuestro país, de Centroamérica y Sudamérica, sino para el resto del mundo. En ese sentido es una obviedad que una frontera con esta ubicación –y una tan importante como Nuevo Laredo– atraiga a muchas personas interesadas en llegar a Estados Unidos. De la localización estratégica deriva, en grado importante, ser el principal puerto exportador de México; de la misma condición deriva ser una ciudad relevante para el tránsito de migrantes temporales. Si como sociedad y gobierno, en sus tres niveles, no lo comprendemos… ¡estamos en problemas!

Es un problema –y muy grave– la situación de emergencia que viven las organizaciones sociales y religiosas que sustentan, con sus recursos limitados y escasos apoyos, las casas y alberges temporales para migrantes. Es un grave problema la crisis humanitaria –de salud, de seguridad, de derechos humanos– que viven las personas albergadas: los niños, las mujeres, las personas adultas, los hombres que deben esperar por semanas, incluso meses, su turno para entrevista con autoridades del vecino país. Es preocupante que los representantes del Estado, gobierno local, estatal y federal, se echen la bolita unos a otros sin hacer la tarea que les toca, dejando en manos de grupos sociales y religiosos la mayor parte de la ayuda humanitaria como dar alimento, albergue, atención de salud, medicamentos, seguridad, etc. Es grave que no exista –o no se haya creado todavía– un procedimiento consensado y de todos conocido para el llamado a entrevista en la garita del puente internacional, de tal suerte que dé certidumbre a los migrantes varados en la ciudad sobre los tiempos de espera, que prevenga la extorsión, la corrupción y falta de transparencia. No abona a estas problemáticas, además, si la comunidad criminaliza a los migrantes.

Se entiende que la tarea no es fácil cuando se presentan situaciones extraordinarias como las Caravanas Migrantes a la frontera o el arribo de a poco de personas que van rumbo al país vecino o la aglomeración derivada de la extensión de los tiempos de espera para entrevista, etc., pero se complejizará más si en el ejercicio de hacer gobierno no se toma en cuenta que ser frontera significa atender permanentemente y de forma cotidiana situaciones como esas. Por qué no comprender de inicio que el trabajo conjunto y organizado entre gobierno local, estatal, federal y sociedad puede hacerle frente de mejor manera a la situación actual. No se puede “ser frontera” solo para los procesos económicos como la inversión o el comercio exterior, también se es para procesos sociales como la migración de tránsito y la movilidad de personas.

Dra. Blanca Vázquez

El Colegio de la Frontera Norte