[:es]Transiciones: 22 años[:]

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Opinión de Víctor Alejandro Espinoza Profesor-investigador de El Colef de El Colegio de la Frontera Norte

lunes 28 de marzo de 2016

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22 años
Víctor Alejandro Espinoza

A 22 años del asesinato del candidato presidencial priista, Luis Donaldo Colosio Murrieta, seguimos inmersos en problemas estructurales a los que un régimen agotado no consigue dar solución. En aquél histórico discurso frente al Monumento a la Revolución, el 6 de marzo de 1994, apenas 17 días antes de su muerte, entre otras cosas, Colosio dijo: “Es la hora de reformar el poder, de construir un nuevo equilibrio en la vida de la República. Es la hora del poder del ciudadano; es la hora de la democracia en México. Es la hora de hacer de la buena aplicación de la justicia el gran instrumento para combatir el cacicazgo, para combatir los feudos de poder y el abandono de nuestras comunidades. Es la hora de cerrarle el paso al influyentismo, a la corrupción y a la impunidad.

El gran reclamo de México es la democracia; el país quiere ejercerla a cabalidad. México exige, nosotros responderemos. Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada; de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales”.

Sin duda el discurso más crítico que un político del sistema ha pronunciado. Su visión implicaba un diagnóstico y una salida: una democracia consolidada que diera paso al poder ciudadano. Se trata del discurso que ponía énfasis en las manifestaciones más perniciosas de la crisis del régimen: el influyentismo, la corrupción y la impunidad.

El político sonorense hubiera cumplido el pasado 6 de febrero 66 años, nació en 1950, en Magdalena de Kino, Sonora. En el momento de su muerte era un joven (44 años) con el anhelo de transformar el régimen; al menos eso denotaba su célebre discurso. Le sucedió en la candidatura el economista Ernesto Zedillo Ponce de León, hasta antes del asesinato su coordinador de campaña. La visión para encarar los problemas del país cambió de manera radical: el énfasis sería la política económica y no la transformación del poder.

Desde la muerte de Luis Donaldo Colosio se han sucedido tres presidentes de la República: Zedillo, Calderón y Fox; el cuarto, Peña Nieto, se encuentra a la mitad de su mandato. Han transcurrido más de dos décadas desde los trágicos acontecimientos de Lomas Taurinas en Tijuana y la situación nacional apenas ha cambiado. Seguimos siendo un país de “gente agraviada”, harta de las injusticias, de la corrupción y la impunidad.

El 2018 se encuentra a la vuelta de la esquina, ¿quién de los candidatos y partidos políticos incluirá la reivindicación de un cambio de régimen que parece condición necesaria para una segunda transición a la democracia? De los aspirantes a una nominación más visibles no he oído hablar del tema. Todos se refieren a la corrupción y a la impunidad pero sin pasar por una transformación del régimen que permita su combate.

Estoy convencido que mientras no haya una verdadera consolidación democrática en nuestro país, que implica una nueva institucionalidad, podrán seguir desfilando presidentes y los problemas estructurales seguirán presentes como recordatorio permanente que tuvimos una transición incompleta, trunca. La democracia parece incompatible con un régimen presidencialista. ¿Hay alternativas? Desde luego, el semi presidencialismo posibilita combatir el autoritarismo de una estructura piramidal a través de lo que demandaba Colosio Murrieta: el poder ciudadano, que enfrente la corrupción y la impunidad. Mientras no se acuerde un gran pacto de cambio y ruptura las buenas intenciones seguirán aguardando su concreción y así podemos seguir esperando otro cuarto de siglo.

Investigador de El Colegio de la Frontera Norte. Correo electrónico: victorae@colef.mx. Twitter: @victorespinoza_[:]

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