La normatividad para la extensión de los derechos políticos de los mexicanos de fuera fue aprobada por el Congreso de la Unión en 2005. La primera elección en la que los paisanos participaron fue la presidencial de 2006. La única modalidad permitida para sufragar desde el exterior era a través del envío postal de las boletas. Nueve años después, mediante la reforma electoral de 2014, se extendieron las modalidades del sufragio extraterritorial, añadiéndose al voto postal, entregar las boletas en embajadas y consulados de México en el exterior y el voto por vía electrónica.
En apenas 15 años se han multiplicado las experiencias del sufragio desde el exterior. 37 elecciones en total: 3 presidenciales, 1 de senadores, 4 de diputados (2 de diputados migrantes y 2 de representación proporcional), así como 29 de gobernador en 20 entidades del país. Es un fenómeno político emergente que al parecer no tiene comparación por la magnitud de los casos registrados.
Pero las estadísticas continúan sumando. El próximo año, habrá 6 elecciones de gobernador en nuestro país. En 4 de ellas se podrá votar desde el exterior: Aguascalientes, Durango, Oaxaca y Tamaulipas. En 2 ellas se votó anteriormente a distancia en 2016 (Aguascalientes y Oaxaca). En Durango y Tamaulipas, los paisanos lo harán por primera ocasión. Al concluir dicho proceso electoral, se habrá sufragado para renovar poderes ejecutivos locales en 33 ocasiones en 22 entidades del país.
Solo en dos ocasiones en 2012 en Chiapas y en 2021 en la Ciudad de México los paisanos han podido participar con candidatos (voto pasivo); es decir, cuando paisanos que residen fuera pudieron ser postulados. Esa es una de las aristas del fenómeno político del sufragio extraterritorial que deberá avanzar. Hasta hoy, en la mayoría de las experiencias se trata de un voto activo, es decir se sufraga desde el exterior por candidatos que residen en nuestro país.
Mucho se ha discutido sobre las modalidades del voto y la necesidad de flexibilizar los procedimientos de registro para ejercer los derechos políticos por parte de la diáspora. En una primera etapa se trató de la vía postal de manera exclusiva y posteriormente en la reforma electoral de 2014 se incluyó la entrega de boletas en representaciones diplomáticas mexicanas y el voto electrónico. En 2021, en las 11 elecciones (9 de gobernador y 2 de diputados en Jalisco y la Ciudad de México) se votó por medio de internet. Es una práctica que llegó para quedarse, pues en 2022 se repetirá la experiencia.
El pasado 14 de octubre, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación resolvió solicitar al Instituto Nacional Electoral la “posibilidad de implementar el voto en embajadas y consulados” en las elecciones de 2024. Se trataría del voto presencial a través de instalación de urnas. Pero también “solicitaron INE realizar estudios y diagnósticos para identificar otras herramientas idóneas, a fin de maximizar el derecho al sufragio”. Se trata de una propuesta importante pero que tiene varias implicaciones. No solo requeriría la instalación de casillas en las representaciones diplomáticas con ciudadanos insaculados o sorteados, sino con representantes de los partidos políticos. Y se insta al INE a incluir la instalación de urnas electrónicas.
Pero la implicación sustantiva es que los consulados y embajadas son instituciones del gobierno mexicano. Por años la lucha de sectores importantes de la sociedad y de algunos partidos políticos fue que en la organización electoral no interviniera el gobierno. Para muchos esto sería un retroceso en el camino de la autonomía del ejercicio electoral. Para otros lo importante es que los paisanos participen de manera más activa. Personalmente considero que se podrían instalar centros públicos de votación (quioscos, le llaman también) en el extranjero, incluyendo urnas electrónicas. Eso sí, con total seguridad y transparencia.
Dr. Víctor Alejandro Espinoza Valle
El Colegio de la Frontera Norte