[:es]Transiciones: El sentido de la vida[:]

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Opinión de Víctor Alejandro Espinoza Profesor-investigador del Departamento de Administración Pública de El Colef de El Colegio de la Frontera Norte

miércoles 14 de octubre de 2015

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Cuenta Juan Villoro que cuando tenía seis años de edad le preguntó a su padre, Luis Villoro, a qué se dedicaba y éste le contestó que era filósofo; por supuesto que era muy difícil comprender esta respuesta pues los papás de sus amigos se dedicaban a cosas más mundanas, como carpinteros, médicos, abogados, vendedores de alfombras, etc. Y todavía más, le explicó que ‘La filosofía busca el sentido de la vida’ (Juan Villoro, “Sócrates jubilado”, (http://elpais.com/elpais/2015/10/09/opinion/).
El sentido de la vida, el sentido de las cosas, el objeto de la filosofía es lo que nos puede ayudar a comprender por qué los hombres (y las mujeres, por supuesto) actuamos como lo hacemos. Por qué nos abrazamos a causas tan disímbolas, tan opuestas, tan radicalmente peligrosas o pusilánimes. Qué nos impulsa a salir a dar la vida por una causa, o cuál es el resorte que nos mueve en un sentido o en otro o por el contrario nos mantiene atados a la más absurda de las rutinas o a tomar decisiones que afectan a terceros.
El sentido de la vida, es esa palanca que pone en movimiento a nuestro cuerpo o nos hace trabajar como locos tras un reconocimiento social por el que somos capaces de cualquier cosa. El médico cuya recompensa no es el dinero, sino lograr que un paciente sane. El profesor de educación básica capaz de caminar tres horas en la montaña para llegar a atender a un puñado de niños indígenas. El líder sindical que lucha denodadamente por los intereses de sus agremiados. El deportista extremo capaz de pasar semanas en alta mar para romper un record; o aquél que escala montañas nevadas y es capaz de dormir en un acantilado. ¿Por qué alguien es capaz de pasarse meses y años escribiendo un libro que al final podrá ser un best seller o pasará desapercibido, como la mayoría de ellos?
¿Qué mueve a un político como Andrés Manuel López Obrador a recorrer el país una y otra vez, en un ejercicio de décadas en pos de la presidencia de la República? ¿Qué hay detrás de la decisión de un monje budista de recluirse en un monasterio, o de la religiosa que decide aislarse del mundo en un convento y todo por sus creencias; o el o la misionero(a) que se interna en comunidades alejadas o inhóspitas con el objeto de llevar la palabra de su religión o evangelizar a los herejes? ¿Cuál es la motivación de un periodista que vive el horror y los peligros de una guerra? ¿Por qué algunas personas deciden brindar su vida por ayudar a otras solo por ayudar?
El sentido de la vida no sólo mueve a quienes se convierten en ejemplos para su comunidad. ¿Pero qué motiva a los tiranos? ¿A los autócratas? ¿A los corruptos? ¿Se conducen así sólo por el dinero? No lo creo. ¿Por qué un académico plagia a otro pero su vecino de al lado no incurre en este tipo de prácticas deleznables? Si ambos padecen las mismas exigencias productivas, ¿por qué unos deciden el atajo fácil y los otros no?
¿Por qué a través de la religión se puede hacer el bien o el mal? ¿Qué lleva a un fundamentalista a despreciar a quienes no abrazan sus creencias y se siente con derecho a exterminarlo? Todo en nombre de un ser supremo: caminos distintos con resultados encontrados. Alguien que se siente predestinado a salvar a la humanidad a través de la violencia, encuentra en esos actos terroristas el sentido de su vida.
Muchos políticos aspiran a gobernar porque se sienten predestinados, o porque realmente les interesa hacer el bien y creen saber cómo lograrlo, pero a otros los mueve sólo un fin de lucro y el de obtener poder.
¿Por qué algunos piensan que la democracia es la mejor forma de convivencia y otros deciden que es mejor vivir bajo una autocracia? ¿Cómo personas de una misma comunidad llegan a conclusiones tan opuestas? Todas estas preguntas y cuestionamientos tienen respuesta desde la filosofía. Algo nos impulsa a ser como somos y lo que somos; a tomar las decisiones que le dan sentido a nuestra vida. A pelear nuestras batallas más personales y apostar por determinados proyectos. Somos todos hijos de la filosofía; es la disciplina que nos permite plantear estas preguntas tan cotidianas y trascendentes.

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